Capítulo 21

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—Despierta, Lía — siento como Luzbel me mueve ligeramente, pero al no recibir respuesta me zangolotea.

—Coño, estoy viva — me quejo sentándome en la cama.

—Creí que no, ni parecías respirar.

—¿Desde cuando te queda decir eso? Tú el escucha corazones.

—Y también los robo.

—Increíble frase para empezar el día.

—Lo sé. Pero, bueno, ya se me está haciendo algo tarde, sólo quería decirte que Joel te está esperando afuera.

—¡¿Qué?! — salto de la cama cual gato y me voy volando al baño.

—Que buen salto — observa.

—Cállate, ¿por qué no me despertaste?

—Podría decir que no sabía que tenía que hacerlo, pero la verdad es que lo hice adrede.

—Te digo que eres un cabrón, te las voy a regresar todas juntas.

—Lo sé, me las estás guardando. Pero en fin, me veo obligado a decirte que valdrá la pena.

—Eres de lo peor, tenías que haberme despertado... espera... yo puse una alarma... — recuerdo.

—¿Se te olvida que ya sé usar tu teléfono?

—¡Hijo de perra! — salgo corriendo del baño directo hacia él, sin embargo se mueve más rápido que yo y sale disparado de mi habitación —. ¡Ven para acá! ¡Te voy a alcanzar!

—¡Quisiera ver eso!

—¡Ay! ¡Serás ojete! — me voy bajando los escalones de prisa mientras que él los baja todos de un salto, abre la puerta y se marcha jalando ésta levemente, sin embargo del impulso alcanzo a salir antes de que se cierre.

Joel alza la vista del teléfono y me mira de arriba a abajo.

—Hermosa — habla Luzbel parándose junto a la camioneta de Joel —, se te olvidó ponerte pantalones.

Miro hacia abajo y me encuentro con mis piernas desnudas, una mezcla de emociones me invade y no sé si avergonzarme o ir y pegarle a Luzbel con un palo.

—¡Eres un pendejo!

—¡Que yo no los he olvidado! Te digo que se te calienta la cabeza.

—Te odio — mascullo y me volteo hacia la puerta.

—Oye, chico, cuidado con esos ojos — le escucho reclamarle a Joel —, regresa la vista al teléfono.

—¡Maldita sea! ¡Luzbel, las llaves!

—Mierda, las he olvidado en tu habitación, debieron de salirse de mis jeans cuando me los quité anoche.

Maldito, este bruto se está ganando mi odio y furia enteros, si no fuera sólo una simple humana y él un ángel inmortal, juro que ahora mismo iría tras él y le arrancaría la cabeza.

Joel se endereza del frente del auto y camina hacia mí, se quita la chamarra azul marino y me abraza a su cuerpo, pasa la chaqueta por detrás de mí y la amarra a mi cintura.

—Gracias — digo acomodándome el cabello un poco.

—Te ayudaré a abrir la puerta.

—Largo — le ordeno a Luzbel que nos mira con los brazos cruzados —, se te hace tarde.

—Sí, muy tarde — termina mirándome serio, como si planeara algo para después.

—Se nota a leguas que me odia — comenta Joel una vez que Luzbel se ha ido.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora