—¡Simplemente no es posible! Ni diez minutos llevan de verse y ya se partieron a golpes — mi madre está que arde de la rabia, puedo decir que esta vez sí nos pasamos de la raya, noqueé a Janis con el último golpe, y según yo ella me había noqueado a mí, pero Luzbel dice que sólo me quede inconsciente por unos diez segundos —. ¿Ya se vieron? Hablo en serio, ¿ya miraron lo que hicieron?
Ambas nos volteamos a mirar un momento, Janis tiene la sangre de la cara molida, se le ve ligeramente desviada la nariz y aún quedan rastros de sangre debajo de ésta.
—Ella empezó — acusamos ambas al mismo tiempo y nos volteamos a mirar nuevamente.
—¡No me interesa quien haya empezado! Se hicieron puré los rostros, ¿qué les pasa? ¿Son animales?
—Supongo — contesto —, Janis es una zorra.
—Y tú eres una perra — contraataca.
—Basta, no lo tomen a juego, ¿qué les pasa?
—Ella se lo buscó por andar de bocona — y es la verdad, no tenía porque estar diciendo nada de lo que yo haya pasado antes.
—Basta ya, ¡qué formas son esas de arreglar las cosas!
Se escucha como abren la puerta de la entrada, todos nos quedamos callados escuchando los pasos hasta que mi hermana aparece en la cocina.
—¿Janis? — pregunta mientras su sonrisa se borra.
—Hola, pequeña.
—Tu nariz está chueca — suelta y comienza a reírse.
Mi abuela aparece en la cocina también, se recarga en el marco de la puerta y mira a sus hijas.
—¿Qué les pasó? — pregunta cuándo su mirada se posa en Janis y yo.
—La salvaje de tu nieta me golpeó — se queja ella echándome toda la culpa.
—Y tú no te quedas atrás, fue culpa tuya — le acuso.
—¡Ha sido culpa tuya! ¡Me golpeaste primero!
—¡Tú abriste la maldita boca! ¡Tenías que hacerlo! De verdad ¡Tenías!
—¡Me provocaste!
—¡Tú me provocaste a mí!
—¡Cómo si no fuera cierto lo que te dije!
—¡Y a ti qué te importa!
—Esas cosas te pasan por andar de zorra.
—Quieres que te acomode la nariz de otro golpe, ¿verdad? — pregunto parándome de la silla.
—Basta ya — interviene mi madre antes de que volvamos a pelear.
Luzbel me jala de un brazo y me abraza a él, no en una muestra de cariño, sino sólo para que no haga ninguna estupidez.
—¿Por qué se pelearon? — pregunta entonces la abuela mediando las cosas.
—Eso no importa, mamá, ve cómo se dejaron — contesta mi madre.
—Claro que importa, por algo se golpearon, no solo para ver quién es más fuerte.
—Pues si Lía no me hubiera pegado, nada de esto hubiera pasado.
—Si Janis no hubiera abierto la maldita boca nada habría pasado.
—Supongo que entonces fue culpa tuya — acusa a mi prima sin más.
—¿Qué dices? ¿Hablas en serio abuela?
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Luzbel
Paranormal|EN EDICIÓN| Es Halloween, la noche está por llegar. Te encuentras mirando al cielo y en medio del crepúsculo vislumbras que algo cae a la tierra. Tu curiosidad y una corazonada te llevan a averiguar qué es lo que perdiste de vista al llegar al bo...