*Capítulo 14

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Tras una hora de mantener entretenido al ángel caído con vino y una botella vacía girando en el suelo, ambos nos encontramos lo suficientemente ebrios como para reír a carcajadas por cualquier cosa.

Se levanta sin dificultad y extiende una mano para ayudarme a ponerme en pie.

Y pese a que él jala todo mi peso, cuando me he levantado comienzo a tambalear por un instante.

—¿Te encuentras bien? — averigua sonriente.

—Solo unas copas de vino demás — opino optimista sintiendo una rápida recuperación.

El móvil suena sobre la cama irrumpiendo asimismo la música, e imagino que es mi madre conforme me aproximo a tomarlo.

No obstante, al mirar la pantalla encuentro a Kate como la responsable.


"—Hola, ¿todo bien? — respondo y escucho ruido al otro lado antes de obtener respuesta.

—Por supuesto, estoy con los chicos, acabamos de llegar a la feria y creímos que querrías venir con nosotros...

Luzbel y yo...

—Él también puede venir — interrumpe antes de que pueda poner excusas —. Hoy es el último día, la feria cerrará hasta tarde esta la noche y sabes lo increíble que se pone, deben venir.

No solo es convincente, también muero de ganas por ir y había olvidado que hoy sería el último día.

De acuerdo, iremos — accedo enseguida —. Los veo en un rato".



—¿Tus amigos? — averigua el rubio.

—Kate ha llamado para decirme que están en la feria y quieren que les acompañemos — lo pongo al tanto.

—¿La qué?

Explicarlo será demasiado difícil.

—Ya verás — respondo modificando un poco mi atuendo haciendo adecuado para una salida con los chicos.

Uso jeans holgados, tenis blancos de piel adecuados para la lluvia, y una blusa negra ceñida de manga larga que oculto bajo los pantalones.

La facha casual de Luzbel no ha cambiado desde en la mañana, misma ropa negra y converse blancos.

—¿Tengo un papel esta vez? —cuestiona siguiéndome escaleras abajo.

—El mismo que ya sabes, saldremos con mis amigos, el sitio al que vamos no requiere de que aprendas nada.

Una vez fuera nos encaminamos al auto y somos alborotados por el aire gélido que la caída de la tarde trae consigo.

Enciendo el motor del auto en cuanto estoy dentro y me aseguro de abrocharme el cinturón. La sensación de mareo está por desvanecerse y me siento lista y apta para manejar.

Tras poner un poco de música para no encontrarnos rodeados de silencio, consigo notar que el primer par de minutos mi acompañante permanece quieto.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora