*Capítulo 9

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Tras diez minutos de conducir por la carretera, y luego de pasar de largo la desviación que lleva a casa de Jason, sé que nos dirigimos al único sitio solitario y carente de figuras paternas o autoridad.

La gran vivienda de Henry, sin vecinos cercanos, ubicada en medio de campo y una hermosa y por las noches algo espeluznante vista del bosque.

Elevo la potencia de los faros del auto cuando la carretera se ve cubierta por frondosos árboles a ambos lados, y la luz que la luna llena brinda a la noche no consigue penetrar su sombra.

Tras lo que siento como un largo minuto estamos a la vista de nuevo, a la derecha se hace visible la casa de grandes proporciones cuyas luces apagadas propician un aspecto tétrico.

Nada a lo que no estemos ya acostumbrados. 

Damos vuelta en un camino de terracería y bajamos la velocidad conforme la distancia al destino se acorta.

No puedo negar que por milésima vez en el día, mi cuerpo es reprendido por los nervios.

Siento una necesidad impulsiva por pedirle de nueva cuenta a Luzbel que no cometa equivocaciones sin importar que ha demostrado ser capaz de mantener su verdadera identidad anónima.

Bajamos del auto a la par y en silencio, encaminándonos a la entrada escuchando como el resto tiene pláticas a excepción nuestra.

Subimos los escalones de piedra y poco antes llegar a la entrada las luces exteriores son encendidas y gran parte de los alrededores comienza a iluminarse.

Henry va a prender todos los interruptores mientras el resto se encarga de ambientar la sala de estar con música.

Brian va al bar que se encuentra en uno de los rincones, busca vasos suficientes para todos y los lleva a la mesa de centro circular de mármol, vuelve por algunas botellas de licor y latas de soda del refrigerador.

Kate se acerca a la sala luego de reproducir música en el gran estéreo de numerosas bocinas dispersar por la habitación entera.

Del bolso negro que le cuelga del hombro extrae una botella a la mitad de contenido, la deposita con el resto en la mesa y distingo que es la misma que había conseguido en el restaurante hace un rato.

—Aunque no me sorprende no me creo que te hayas robado la botella — señalo irónica.

—Solo iba a traer la de vino — explica extrayéndola del bolso también —. Después pensé que si iba a robar una lo mismo daba robar las dos.

La rubia se encoge de hombros descaradamente y mete las manos a los bolsillos de la chaqueta de mezclilla negra.

Toma entre los dientes el envoltorio de un caramelo para quitarse la prenda que deposita sobre el bolso, y un top azul celeste de delgados tirantes, cuyo escote pronunciado deja ver los grandes pechos que tiene.

—Sigamos con el juego — propone animada.

—Es una buena idea — apoya Henry de regreso con una playera diferente y el cabello castaño humedecido.

—Tendremos que sentarnos en el suelo — observa Brian y nadie pone objeción.

Nos reunimos en círculo de la misma forma que en el restaurante y la botella de vino es puesta en el centro.

—¿En quién nos quedamos? — averiguo.

—Voy — Jason se arremanga la chamarra antes de girar.

—Joder — maldigo entre dientes.

Tengo clavados los ojos verdes de la rubia calculadora que seguramente me planea algo malo.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora