*Capítulo 3

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Jason y Kate, cual las víboras que son, consiguieron escabullirse un poco en el caso de los oficiales que inspeccionan la zona alrededor de una propiedad a dos casas de aquí.

Según escucharon, alguien irrumpió en la casa. No saben los motivos, pero aparentemente el responsable se encuentra herido.

No puedo identificar qué me está dando más vueltas, si el estómago o la cabeza.

Pero mi cuerpo permanece engarrotado por la tensión.

Intento fingir que no siento más preocupación de la debida, pero no paro de imaginar que conozco al sospechoso.

Porque incluso estoy segura de quien es, ni siquiera doy oportunidad a que se demuestre la verdad.

Sin embargo, antes de juzgarlo como un villano, mi sensibilidad me hace reparar en un hecho: está herido.

Es posible que haya entrado a esa casa en busca de un refugio, quizá de algo para curarse, comer, o simplemente pasar la noche.

Una vez visto desde la nueva perspectiva, el temor que comenzaba a sentir se desvanece.

Y por si fuera poco, igual que hace unas horas quiero ir a buscar al extraño herido.

Guardo el móvil en la bolsa y regreso junto a mis amigos, he fingido recibir una llamada para poder llevar a cabo un plan que se me ha ocurrido.

—Debo irme — informo llamando su atención —. Mi madre ha llamado otra vez, quiere que vuelva a casa ya mismo y que marque desde allí para que no pueda engañarla.

—Es noche de brujas, debería dejar que volvieras hasta tarde — opina Kate con molestia —. Nunca se ha preocupado por la hora a la que vuelvas a casa y justamente hoy lo hace.

Oh, comenzará a sospechar en cualquier instante.

—No es eso — niego rápidamente —. Pero las noticias corren rápido y se ha enterado del accidente — señalo la vivienda vecina donde los policías continúan —. Así que ahora debo marcharme.

—Te acompañaré — se ofrece Jason enseguida —. No considero seguro que vayas sola a casa tomando en cuenta que hay un psicópata suelto.

La mejor elección de palabras.

—Voy con ustedes — Brian es el siguiente en incluirse —. Henry y Kate pueden esperarnos aquí mientras, volveremos en diez minutos.

Mi plan de ir directamente en busca del psicópata... digo, extraño herido, se ha visto frustrada por la protección de mi par de amigos.

—Vayan con cuidado — advierten la rubia y el castaño al unísono mientras me despido de ellos.

Nos encaminamos calle abajo en dirección a mi hogar, e intento no lucir sospechosa mientras busco con la mirada algún indicio del paradero del tipo al que quiero encontrar.

Pero todo parece en su lugar, hay niños pidiendo dulces en las puertas y demasiado movimiento como para sentir que el peligro ande suelto.

—Vaya halloween — piensa Jason con diversión —. Quizá alguien les haya querido jugar una broma y realmente nadie irrumpió en su garage.

—Tal vez son tacaños y no quisieron dar dulces este año — opina Brian —. Aquí tienes tu truco, basura.

Río junto al par de bromistas e intento que sirva para relajar mis músculos tiesos.

Sin embargo el clima no ayuda a conseguirlo, el viento gélido se encarga de recorrer la piel desnuda de mis piernas y brazos, por lo que considero que ir a casa primero será una buena idea.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora