Capítulo 29

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Miro el reloj nuevamente y marca las 7:13.

Me desperté hace más de media hora y no he podido dormir desde entonces.

Anoche la policía logró capturar a los ladrones y regresar la cartera de Kate intacta. Como lo supuse, le dió su numero al policía y éste lo acepto sin poner ni un poco de resistencia.

Últimamente mis sueños me han atormentado hasta el punto de no querer dormir más.

Algunos son recuerdos, sin embargo no míos. De Lux.

Poco a poco van apareciendo en mi mente todas esas cosas que me mostró de golpe cuando la toqué por primera vez. Algunos de los recuerdos son cortos, otros se me hacen una eternidad. Muchos son de cosas que realmente no quiero saber...

A este punto me causan una contradicción en cuanto a Luzbel. ¿Es realmente bueno..? O ¿Es realmente malo..? No sé cómo pudiera describirlo, me convenzo diciéndome que es igual a los demás, tiene un poco de ambos y punto. Pero no. No tiene un poco de ambos, no sé cómo es que puede ser un ser completamente malo y al mismo tiempo bueno del todo.

Mi madre siempre dijo que podías ser parte de los buenos o de los malos, pero jamás de los traidores.

¿Es Luzbel un traidor?

Aunque suene extraño, en todos esos recuerdos que he tenido puedo ver a Luzbel más joven que en otros. Me genera confusión poder verlo más chico de lo que de por sí ya se ve.

Abro los ojos y me paro de la cama. No sé qué planeo hacer, pero tengo escasos cinco minutos antes de que él llegue a casa.

Cierro la puerta tras de mí y me encierro en la habitación de huéspedes, observo todo mientras busco la espada. Las cosas de Luzbel están perfectamente ordenadas sobre los muebles. La cama esta tendida, sus libros están acomodados alfabéticamente en el librero. Sin embargo no veo a Lux por ningún lugar.

—¿Lux? — pregunto como si estuviera llamando a mi hermana —. Hmm... nena, ¿dónde estás? — si algo le he aprendido al pedazo de metal de Luzbel, es que le encanta que le hables con dulzura aunque sea la peor asesina de todas.

Un brillo intenso logra filtrarse del ropero cerrado, voy de prisa y lo abro para sacarla de una buena vez, pero algo que tiene colgando llama mi atención.

El Serafín que Uriel vino a traerle está aquí, colgando de la empuñadura de Lux. Por primera vez lo puedo observar detenidamente y de cerca. Parece una bola de cristal con una llamarada de fuego rodeándola, por dentro se ve algo parecido a humo de varios tonos de negro revolviéndose.
Me acerco aún más a mirarla, un rostro se transluce y me hace retroceder nuevamente.

Respiro nerviosa y me acerco poco a poco para mirar. El rostro tienen tres pares de alas atrás, está en movimiento pero no parece mirar a nada en particular. Debajo de éste un símbolo sobresalta de lo demás.

Con manos temblorosas me decido a tomarlo, esperando sentir un calor mientras me acerco. Pero no hay nada, de la bola no emana ninguna temperatura.

Una vez que está en mis manos logro sentir un poco de frío, pero sólo eso.

Estoy a punto de dejarlo de vuelta donde estaba, cuando algo me azota. Siento que todo el aire abandona mis pulmones, todo se ralentiza y me pierdo por unos momentos.

Aparezco en un lugar diferente. La calle en la que estoy es de un lugar en el que nunca he estado, todo está completamente desierto, el aire carga consigo polvo y un ligero olor a humo.

Me muevo sobre mis mismos pies y escucho algo crujir bajo de ellos. Estoy parada sobre escombros, pequeños pedazos de concreto están tirados por todo el lugar.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora