Capítulo 4

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Al día siguiente, Joan despertó de pronto por una pesadilla que estaba teniendo de su propia muerte y en cuanto se ubicó, observó que su esposa estaba atada y dormida. Por lo tanto, decidió de ir primero a buscar los desayunos y después desatarla. Pues comenzó a recordar que tenía una reunión junto con James y Tania a la cual debía de asistir a las once de mañana. Pero escuchó de pronto los chillidos de sus hijos y supo que estaban abriendo los regalos.

Él miró a su esposa y se percató que aun dormía. Que el ruido de sus hijos no les había despertado.

Al entrar en el salón de estar, vio a sus hijos abriendo los regalos de navidad. Él le entregó a Miryam el suyo. Pues era una tradición suya desde que era un niño y desde que se quedó huérfano de padre.

Cuando regresó una milésima de segundo después, Joan puso la bandeja encima del tocador y se dirigió en breve a despertar a Taylor. Que permanecía aun completamente dormida por haber intentado soltarse de aquellas cuerdas.

Cuando él le tocó, pero comenzar sobresaltarse y a saltar encima de la cama. Pues estaba teniendo una pesadilla con todo lo que había pasado el día anterior.

Joan la desató lentamente y mientras que él liberaba sus piernas, ella le preguntó:

―¿Qué demonios ha pasado?

―Tuvimos sexo y te deje atada ―le respondió él.

―Eso lo sé. Me refiero a ―dijo ella mientras que recibía la luz en sus ojos y se tapaba para poder hidratarse los―, por qué estoy tan sobresaltada.

―Habrás tenido una pesadilla. O no sé. Quizás un sueño erótico.

―Nunca tengo sueños eróticos. Habré tenido alguna pesadilla del pasado.

―No entiendo qué mal pasado habrás tenido para soñar con ello.

―¡En serio me lo preguntas!

Hicieron una breve pausa. De la cual, Taylor respiró profundamente y volvió a decir:

―Desde que me violaste la primera vez, sueño con ello día y noche y no paró de hacerlo.

―Pensé que te habías quedado conmigo porque me querías.

―Eso mismo. Es que te quería Joan. Pero has vuelto a recaer en las drogas y me lo prometiste por nuestros hijos.

―Volveré a dejarlas.

―Ya es tarde para cambiar Joan. Porque has vuelto a ser el hombre cruel con el que me casé.

―Eso significa que te arrepientes de la decisión que tomaste.

―Sí. Aunque sí estoy a tu lado es por nuestros hijos. Y porque aún tienes amenazas en contra de mi familia. Perdí hace mucho tiempo la esencia del amor Joan. Justamente el día en qué volviste a drogarte de nuevo y a maltratarme.

―Puedo compensártelo.

―No hay joyas, flores y regalos que puedan cambiar lo que has hecho. Solo hay una cosa que puede que cambie todo.

―¿Qué cosa? ―preguntó él.

―Que te entregues a la policía y me des el divorcio. Solo así seré feliz.

―Jamás te voy a dar el divorcio. No voy a permitir que corras a los brazos de James de nuevo.

―¡Y si no fuera James!

―Tampoco voy a dejar que otro entre en tu vida. Tú y yo estamos juntos hasta que la muerte nos separe.

Joan ayudó a incorporar a Taylor en la cama y en breve fue a buscar los desayunos.

Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora