Capítulo 10

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Al día siguiente, James y Taylor despertaron y por una milésima de segundo, ambos volvieron a besarse apasionadamente. Fue cuando ella sintió una completa paz en su alma.

Tras darse una ducha juntos, ella volvió a vestirse y se marchó del departamento para ver a sus hijos y hacerse ver ante su marido.

Cuando llegó al departamento, noto un silencio. Y entre que el silencio había algo que no le gustaba ni un pelo.

Joan apareció de pronto y ambos se miraron a los ojos. Y en aquella mirada, Taylor comenzó a sentir un poco de miedo.

―¿Dónde están nuestros hijos Joan? ―preguntó ella.

Joan fue hasta a ella, mientras que le decía:

―Le he dicho a Miryam que los lleve con tu madre durante el día de hoy y a ella le he dado el día libre.

―¿Por qué?

―Porque ―Joan ante ella le quitó sus cosas y volvió a decirle―: quería pasar todo el día con mi esposa para agradecerle su lealtad durante estos años de matrimonio.

Taylor intentó escapar de alguna manera, pero Joan le agarró por un brazo.

―Ven ―dijo él de nuevo―. Vamos al cuarto. Me apetece usar juguetes hoy.

Joan comenzó a tirar del brazo de Taylor y ella comenzó a seguirle.

Cuando llegaron a la habitación de tortura, Joan cerró la puerta de esta con llave. Y después se la guardó en el bolsillo.

―Ven ―dijo él de nuevo.

Llevó a Taylor al centro y el la dejo por unos momentos a solas, mientras que iba al cajón a por unas cuerdas.

Cuando regresó ante ella, el dejo las cuerdas en el suelo y fue a la espalda de Taylor.

Joan comenzó a quitarle el vestido, hasta que quedó a Taylor sin sujetador.

―Joan que vas...

―Tranquila cariño ―dijo él―. Déjate llevar.

Joan bajo un sistema de poleas y en breve, se agachó a por unas cuerdas.

Taylor sintió un breve escalofrío por la espalda.

John cogió una muñeca de Taylor y comenzó a ponerle las cuerdas bien enrolladas en la muñeca derecha. La cual pegó y ató bien al sistema de poleas. Lo mismo hizo con su otra muñeca.

Cuando la tuvo bien sujeta a ese sistema, Joan comenzó a estimular su clítoris mientras que le preguntaba:

―¿Donde estuviste anoche Taylor?

―¡Que! ―dijo ella en un gemido.

―¡Que donde estuviste anoche!

―Estuve con mi hermano.

Joan le dio una palmadita en el trasero y volvió a decirle:

―No me mientas ―le dijo―. Sé que estuviste con James revolcándote.

―Eso no es cierto.

―¡Ah no! Bien. Veremos a ver si no dices lo contrario con un orgasmo forzado.

Joan dejo de estimularle el clítoris y fue al cajón a por un vibrador.

Cuando lo cogió y lo encendió, ella comenzó a forcejear. Hasta que Joan le quitó las bragas.

Joan le piso el vibrador en el clítoris y ella comenzó a jadear por el placer.

―Dímelo Taylor.

Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora