Joan aterrizo la noche anterior en Washington, pensando que es lo que haría con su esposa.
El había aterrizado un poco mareado por la droga y cuando llegó al hotel, decidió de tumbarse.
Aquella mañana despertó algo confuso. Se preguntó dónde estaba. Hasta que cinco minutos después recordó que estaba en un hotel en la capital del estado y que estaba ahí por su esposa y por su peor enemigo.
Se levantó de la cama y fue al cuarto de baño a darse una ducha.
Cuando salió de esta, cogió su teléfono móvil.
Ahí vio que tenía dos llamadas perdidas de su informático.
Él volvió a llamarle y esperó a que este se lo cogiera, mientras que el comenzaba a vestirse.
―Señor Thompson.
―¿Qué ocurre Richard?
―La localización de ambos teléfonos móviles se encuentran al sur de Washington.
―Envíame la dirección.
―Acabo de hacerlo por un correo electrónico, señor.
―Perfecto. Gracias Richard.
Joan colgó el teléfono móvil y terminó de vestirse.
En pocos segundos, Joan abrió el correo electrónico de su informático y anotó en un papel, la dirección donde se encontraba su esposa y James.
En breve, cogió su arma y el resto de sus cosas y se marcho hacia una cafetería cerca para coger las fuerzas necesarias para hacer lo que hizo con su esposa hace años. Cautivarla contra su propia voluntad. Eso es algo que volvería a hacer. Aunque ella no lo quisiera.
Allan volvió a llamar a su hermana cuando se levantó a las siete de la mañana. Él quería que supiera lo que estaba pasando. Pero Taylor seguía con el teléfono apagado.
Después fue hasta la cocina y comenzó a hacer los desayunos.
Mientras que cocinaba, volvió a llamar a Taylor y le volvió a salir apagado. Por lo tanto, intentó llamar de nuevo a James. Pero este le salto al buzón de voz. Entonces se dio por vencido.
De pronto, Clare apareció con sus hijos, mientras que notaba la cara de preocupación de su marido. Pero sabía porque Allan estaba así. Pero de pronto, los llantos de los hijos de Taylor comenzaron a resonar por el departamento.
Allan fue a buscarlos a la habitación y regresó a la cocina con ellos.
Unos minutos después, comenzaron a desayunar y Clare se extraño del motivo por lo que estaban allí sus sobrinos. Hasta que se lo preguntó a Allan y él le respondió que se los llevó Joan la noche anterior por el motivo de ir a buscar a Taylor y a James.
Después de desayunar, Allan fue a darse una ducha. Clare mientras tanto, estuvo indicándole a la niñera a que colegio debía de llevar a sus sobrinos y también lo que haría con sus hijos durante ese día. Al menos cuando Gonzalo saliese de la escuela.
Clare y Allan se marcharon a trabajar después de darle un beso a sus hijos y a sus sobrinos. Pero Allan los miro, como si se tratase de la última vez que los viese.
Por el camino al trabajo, Allan y Clare estuvieron hablando de lo que harían para distraer a sus sobrinos con la ausencia de sus padres. Y Allan tenía la solución a ello.
Fernando y el grupo habían hecho aterrizar aquella mañana en la ciudad.
Cuando dejaron sus cosas en el hotel, Fernando fue a dar un paseo por el parque. Pues necesitaba pensar antes de ir a la empresa del padre de Taylor. Y reconocía que ella le seguía gustando, a pesar de que había pasado mucho tiempo desde que Sapere Aude Metal se convirtió en un grupo de numerosos éxitos. Incluso cuando sacaban sencillos.
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Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)
Novela JuvenilTras marcharse sin dar una respuesta a sus sentimientos, Taylor regresa mientras que su hermano celebra su matrimonio con Clare. Y sabe que la respuesta que da en esos momentos, va en contra de su felicidad. Tras algunos años de matrimonio, las cosa...