Mientras que iba de camino a casa, a Allan comenzó a sonarle el teléfono móvil.
Cuando vio en la pantalla que tenía su coche Range Rover que era su hermana Taylor, enseguida lo cogió:
―Hola hermanita.
―¡Allan!
―¿Qué ocurre pequeña?
―Acabo de escaparme con James. Vamos al norte.
―¡Que!
―Allan ―dijo James―, hemos decidido escapar por que ambos hemos sido torturados por Joan hace dos días.
―A mi me volvió a violar ―dijo Taylor de nuevo― y después nos torturó a los dos. Pero como no tuvo bastante, me volvió a torturar tan sádicamente después de encerrarme y atarme con cadenas.
―Hijo de puta.
Hicieron una pausa:
―Sabéis que Joan os seguirá hasta que a uno lo mate y al otro le haga algo peor que un castigo.
―Lo sabemos y pensamos en correr ese riesgo.
―Pues mucha suerte.
Hicieron otra pausa:
―Ciao Allan.
―Adiós a ambos.
Y mientras que continuaba conduciendo hacia el departamento, Allan pensó en ello.
En cambio, James y Taylor llegaron a Washington. Fue cuando ella respiró tranquilamente.
Al llegar a un hermoso edificio, James le confesó a Taylor que fue la casa de sus padres cuando llegaron a Estados Unidos y antes de que se mudaran a Nueva York. Ella se quedó bastante sorprendida al saberlo.
Después de eso, ambos volvieron a darse un beso apasionado. Y después de aquel beso, decidieron de descansar un poco de aquel largo viaje.
Él tenía una cerveza en la mano, mientras que veía el ordenador portátil y se hacia una ralla para sobrellevar lo que estaba sucediendo en su vida y su matrimonio con aquella mujer complicada que violo hace un poco más de cinco años y a la cual obligo a firmar un acta de matrimonio. Pero en su mente había otra cosa. Algo que sabía que tarde o temprano, Taylor tenía que saber y que solo Ingrid y Tania sabían. Era por eso lo que Tania estaba en un centro para enfermos mentales.
Cuando observó que el GPS se paro en Washington, se maldijo por no haber hecho nada para retener a su mujer.
Entonces se levantó de allí, llamo a su informático en breve y cuando colgó el teléfono, decidió de regresar al único lugar que se sentía como en casa cuando era niño.
Fue a darles a sus hijos las buenas noches. Pues estaban con Miryam haciendo los deberes y Joan se marchó del departamento.
Y mientras que él conducía, pensaba en la forma de castigar a esos amantes que nunca dejaron de amarse a pesar de todo lo que les había ocurrido.
Allan llegó al departamento preocupado por la locura que ambos habían hecho.
Clare le vio preocupado y no quiso decirle nada. Ya que sabía que tenía que ver con algo relacionado con Taylor o con el trabajo.
Ella le servió una copa y le sirvió finalmente que es lo que pasaba. Y Allan le respondió justamente lo que estaba pasando. Clare se quedo sin palabras que decir.
Después ella sirvió la cena y comieron en silencio. Pero Allan continuo pensando en Taylor y en James. Ya que sabía que sus vidas en esos instantes estaban en peligro.
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Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)
Teen FictionTras marcharse sin dar una respuesta a sus sentimientos, Taylor regresa mientras que su hermano celebra su matrimonio con Clare. Y sabe que la respuesta que da en esos momentos, va en contra de su felicidad. Tras algunos años de matrimonio, las cosa...