Capítulo 18

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Joan y Taylor llegaron al hotel media hora más tarde.

El hizo que su esposa caminara como si no estuviera pasando nada. Hasta que llegaron a los ascensores y le agarro bastante bien fuerte.

Cuando llegaron a la habitación, Joan agarró a Taylor por el brazo y después cerró la puerta de la habitación con llave.

En pocos segundos, Joan le pegó una bofetada Taylor y ella intentó escapar de él. Pero le fue imposible.

Joan agarró a Taylor de nuevo y la llevó a encima de la cama.

Forcejeando con ella, la rabia volvió a él. Y volvió a pegarle otra bofetada. La cual ella cayó inconsciente en pocos segundos.

Joan fue uno de los cajones. Dio la casualidad que antes de salir de viaje hasta Washington para atrapar a su esposa, él cogió varias cosas por si las llegas a necesitar del cuarto castigo. Y cogió de aquel cajón, unas cuerdas y una mordaza.

Él comenzó a atarle las manos a Taylor, mientras que esta comenzaba a despertarse.

Ella comenzó a forcejear con Joan y soltó sus manos de aquellas cuerdas. Pero Joan se las agarró de nuevo y las llevó hacia la espalda de su esposa.

―¡No! ―grito ella con desespero.

―Para de una maldita vez Taylor.

Pero ella no le hizo caso y continuó forcejeando.

Joan logró atarle las manos a la espalda en pocos segundos y en pocos segundos después volví a coger unas cuerdas. Cogió los pies de su esposa y comenzó a atarlos. Aunque ella se resistirse a ello.

Cuando él terminó de atarle los pies, Joan puso a su esposa en la cama y montándose encima de ella, le dijo:

―Te dije que no escaparás de mi, Taylor.

Ella continuó forcejeando y Joan le puso la mordaza en la boca, diciéndole después:

―Nos iremos de la ciudad en unas horas. Ya veré cómo te saco del hotel.

Ella continuó forcejeando y Joan se sentó en una de las sillas para resolver su salida del hotel con su esposa sin ser vistos. Solo que el pajarillo su breve estancia en la habitación. Pues tenía claro que tenía que doblegar de nuevo a su esposa.

Y cuando terminó de resolver esos asuntos, miró a su esposa y como intentaba de soltarse de las cuerdas. Algo que siempre él ataba demasiado bien para que nadie se soltara de ellas o alguien intentase de escaparse de su castigo.

James llegó cabreado a la casa de campo y maldijo a sus guardaespaldas por no estar cerca de ellos en aquellos instantes.

Después de unos largos, James pensó en alguien que podía ayudarles a encontrar a su amada.

Entonces, cogió el teléfono móvil y llamó a aquel amigo suyo policía.

Cuando esté le cogió el teléfono móvil, James le pidió ayuda y le contó lo que estaba pasando.

Su amigo decidió de ayudarle. Le dijo que iría a visitarlo a su casa de campo en una hora. Ahí hablarían detenidamente.

Después de colgar el teléfono móvil, comenzó a pensar en cómo haría todo.

Joan sacó a Taylor por la parte de los apartamentos subterráneos del hotel en una hora y la montó en una furgoneta. Después de aquello, fue a pagar la habitación del hotel. Pero las empleadas preguntaron por Taylor y Joan les respondió que Taylor estaba en los apartamentos esperándolo.

Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora