Capítulo 12

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Al día siguiente, Joan se despertó antes que Taylor. Él se acostó después de que les contase un cuento a sus hijos.

Al ver que Taylor aun dormía, decidió de ir a darse una ducha y marchase para recibir una mercancía.

Cuando salió él el de la ducha, Joan aun se percató que Taylor aun continuaba durmiendo. Por lo tanto, él fue a darle un beso en la mejilla y después se marchó.

Taylor despertó diez minutos después y vio que Joan no estaba a su lado. Por lo tanto, vio la oportunidad de escapar.

Ella fue a darse una ducha y cuando salió, se puso ropa cómoda y cuando observó que Miryam se iba con sus hijos, vio la oportunidad de marcharse. Pero no se despidió de ellos. Ya que volvería a por ellos cuando consiguiese escapar de Joan completamente y de sus amenazas.

En pocos segundos, ella se marchó. Dejando el departamento solo. Y mientras que conducía, ella comenzó a respirar un poco de paz.

Allan se despertó mientras que Clare ya estaba levantada. Algo que le extrañó un poco.

Él se extrañó al verla asomada por la ventana. Era como si la soledad envolviese a Clare de una forma salvaje.

Allan se levantó y fue hasta a ella.

Tocándole él a ella el hombro, Clare volvió a la realidad.

Después de un cálido beso, Allan y Clare bajaron a desayunar. Pues ella decidió que iría a trabajar esa mañana.

Ambos se marcharon a trabajar, cuando Clare le presentó a él a la niñera y después Clare le enseño el departamento. Pero también cuando le informó a la niñera de sus tareas a partir de esos instantes.

Y mientras que ambos iban de camino al trabajo una milésima de segundo después, ella sonrió por fin. Pues reconocía que el trabajo le llevaba a Clare de vida.

Taylor llego por fin a la calle donde se encontraba el departamento de James.

Ella bajo la maleta de su coche y camino hacia el edificio.

Cuando llego unos minutos más tarde al departamento de James y este le abrió la puerta, ambos se dieron un apasionado beso.

Al dejarme de besar, James llevó hacia adentro a Taylor y le ordenó a Howard que preparara algo para desayunar.

Después llegaron al salón y ambos se sentaron al lado del uno al otro.

―¿Estás bien? ―le preguntó James―. Me refiero a si te hizo algo ayer cuando llegaste a su departamento.

―No lo hizo. Me acosté cuando llegue porque estaba dolorida.

James le cogió la mano y se la acaricio.

―Voy a emenda ese dolor que tienes. Prometo que te hare feliz todo el tiempo.

Taylor le sonrió.

James se levantó y fue al vestidor a vestirse. Pues quería partir con su amada después de desayunar.

Cuando James regresó al lado de Taylor, Howard ya había servido los desayunos.

Él se sentó de nuevo y comenzó a servirse, mientras que veía comer con tranquilidad a la hermosa mujer de la cual se enamoró hace ya mucho tiempo.

―¿Qué te parece Washington? ―preguntó él.

―¿Para qué? ―preguntó ella.

―Para escaparnos.

―Me parece bien. Sea el lugar que sea, pero que Joan no nos encuentre.

―Pues Washington entonces.

James dio un primer bocado y observó las reacciones de Taylor.

Después de que acabaran el desayuno, ambos se despidieron de Howard, cogieron sus maletas y se marcharon del departamento.

Mientras que James conducía al norte, Taylor pensó en su padre. Ahora ella le daba gracias por devolverle la felicidad que un día él le arrebató. Y ahora estaba en paz consigo misma.

Y cuando salieron de la ciudad, la calma se colmó en el coche. Taylor supo entonces que no había marcha atrás en aquella decisión que ya estaba tomada.

Joan llegó un poco más temprano al departamento de lo habitual.

Cuando llegó hasta el salón, observó que Miryam y sus hijos no estaban. Que el departamento estaba en completo silencio. Por lo tanto, fue a ver si su esposa continuaba dormida.

Subió las escaleras del departamento y en una milésima de segundo después, caminó hacia la habitación que compartía con Taylor.

Al abrir la puerta, se encontró con un completo silencio y la cama vacía. Por lo tanto, él cogió el teléfono móvil y marco el número de la empresa del padre de su esposa. Y espero a que alguien lo cogiese.

―Dígame.

―Trixie ―dijo él.

―No. Soy Clare.

―Clare soy Joan, pásame a mi mujer.

―Taylor aun no ha llegado a la oficina ―respondió ella―. Supongo que estará a punto de llegar Joan.

―Gracias Clare. Ahora la llamaré a su teléfono móvil.

―Vale.

Joan colgó el teléfono móvil y marcó el número de teléfono de su mujer. Y esperó, mientras que se encendía un cigarrillo.

―¿Qué quieres Joan? ―preguntó ella de pronto.

―¿Dónde estás querida? ―preguntó él mientras soltaba la bocanada de humo―. Supongo que vas de camino hacia la empresa.

―No Joan.

Joan comenzó a pensar y comenzó a fruncir el ceño poco a poco, al saber con quien podría estar.

―Estás con James, ¡verdad!

―Por supuesto que sí ―respondió ella―. Voy de camino hacia mi libertad.

―Te ruego... no mejor, te exijo que regreses o no me cansare de buscarte hasta que estés de nuevo a mi lado.

―Lo siento Joan. Pero James es mi única felicidad. No pienso regresar a tu lado. Ya iré a buscar a mis hijos cuando te los quite por medio de un juzgado.

―Taylor, regresa y olvidare que me has traicionado yéndote con mi peor enemigo. Prometo no castigarte por ello.

―Lo siento Joan. La decisión está tomada. James y yo nos amamos y tu solo eres un obstáculo para esa felicidad que yo necesito.

―Esto no se va a quedar...

―Adiós Joan.

Taylor colgó el teléfono móvil y Joan se maldijo, mientras que tiraba el móvil al suelo.

En pocos segundos, fue hasta el ordenador y ahí rastreo el móvil de Taylor. Hay juro que no descansaría hasta ver muerto a James y a su esposa tenerla cautiva por su traición. 

Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora