Allan despertó al día siguiente porque el teléfono móvil de Clare comenzó a sonar.
Él se levantó porque Clare no estaba escuchando el teléfono. Al parecer ella tenía el sueño demasiado pesado.
Allan cogió el teléfono móvil de su esposa y él vio que tenía unas llamadas perdidas de alguien llamado Ángel.
Él comenzó a pensar mal de su esposa y la miró como si nada sintiese por ella.
El teléfono móvil comenzó a sonar de nuevo y cuando vio en la pantalla el mismo nombre, lo cogió diciéndole:
―¿Quién eres para llamar a mi esposa a estas horas de la mañana?
―Soy su hermano mayor. No sabía que Clare estuviese casada.
―Ni yo que tuviera familia. Y más a un hermano.
―Podrías pasármela.
―¿Ha pasado algo malo?
―Más o menos.
―Vale. Dame un minuto.
Allan fue ante su esposa y la estuvo despertando sigilosamente.
Cuando Clare abrió los ojos, vio que su esposo tenía cara de muy pocos amigos y él le dijo:
―Tu hermano Ángel está al teléfono. Quiere hablar contigo.
Allan le entrego el móvil a su esposa y ella se puso el teléfono en la oreja en muy pocos segundos.
―¿Qué ocurre Ángel? Pensé que dijisteis mis hermanos y tú qué no queríais volver a verme
―Lo dijimos. Pero papá se está muriendo. Quiere que estés con él en estos momentos.
―El mismo padre que renegó de mí hace años, cuando se enteró de la vida que llevaba en Nueva York.
―Sí. Te necesitamos aquí hermana.
―Pues lo siento hermano. Vosotros me echasteis de aquella casa a la fuerza. No pienso volver si ahora tenéis problemas con la herencia que mi padre me ha dejado a mí.
―¿Cómo sabes eso?
―Me he enterado por mi abogado. Hablo con el vuestro hace un par de días y lo supe. Ahora os jodéis. Porque yo no pienso renunciar a una herencia que puedo quedar.
―Entonces reclamaremos ese derecho de la herencia.
―Hacerlo. Pero la decisión de papá es única e irrevocable.
Clare colgó su teléfono móvil y miró a su esposo. Que parecía sorprendido por lo que había escuchado.
―Lo siento amor. No quería que escucharas nada de esto.
―Tranquila.
Hicieron una pequeña pausa:
―¿Eres rica y no me lo habías dicho?
―Soy rica pero nunca me ha hecho falta el dinero para poder ser feliz. Y no te he dicho nada porque es algo de mi vida que deje atrás.
―Ya veo. Pero deberías de ir a ver por última vez a tu padre.
―No lo haré Allan. Si él renegó de mí, ¿porque iría yo a verle ahora?
―Porque es tu padre y porque te dio la vida.
Hicieron una pausa y Allan le cogió la mano a su esposa:
―Clare, ve a ver a tu padre y llévale a nuestros hijos para que lo conozcan. Haz que su última voluntad sea posible. Y creo que es justo que conozca a sus nietos antes de marcharse de este mundo.
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Cuarenta Días de Liberación (Una Noche En Verona IV)
Novela JuvenilTras marcharse sin dar una respuesta a sus sentimientos, Taylor regresa mientras que su hermano celebra su matrimonio con Clare. Y sabe que la respuesta que da en esos momentos, va en contra de su felicidad. Tras algunos años de matrimonio, las cosa...