Mi matrimonio había sido como lo hablamos. Terminé dos años después graduándome con honores y con varias ofertas de trabajo. Trabajé en el ministerio de Cambridge por los dos primeros meses, antes de Anthony me dijera que había encontrado una espectacular mansión en las afueras de Reims para nosotros. Él juró que me encantaría el lugar y el entorno, y que por fin podríamos instalarnos con permanencia. Reims era un paraíso en la tierra, tanto el lado muggle como el mágico, gustándome más el primero en realidad, por sus calles de piedra y casas de otras épocas, con excelentes lugares para comer y tomar café y una fascinante biblioteca, que casi competía con la que Anthony había instalado para nosotros en casa. Y lo mejor de todo es que estaba lo suficientemente lejos de su familia.
La casa era igual preciosa, de tres pisos, con paredes blancas y muchas ventanas al estilo francés con cortinas de suave tela blanca y un pequeño balcón en medio de la fachada, donde se podía ver una mesa y sillas de hierro galvanizado; con un pequeño jardín delantero, pero con un enorme campo de pasto verde y flores a los laterales como en la parte de atrás, con una enorme piscina y mesas con sombrillas. El interior era más espectacular, si es que lo de afuera no me había impactado, con un recibidor angosto, con un sofá largo y blanco, con mesitas de color oro viejo y jarrones con rosas rojas, al igual que un espejo de montura gruesa. Cada piso estaba bien acondicionado: el primero contaba con una gran sala, un comedor, un salón de música, uno de té y uno más de fiesta; el segundo estaba mi despacho y las cuatro habitaciones con un baño propio cada uno y aparte un medio baño; y en el tercero la biblioteca y otras dos habitaciones, así como uno de juegos; y en el sótano un laboratorio de posiones.
Todo era perfecto y no evité decírselo a Anthony, pues sabía que este sitio sería de ahora en adelante nuestro hogar. Y más ahora, ahora más que nunca.
—Es toda tuya, Pansy —dijo Anthony, cuando volvimos al segundo piso, después de recorrerla toda y nos sentamos en la terraza que daba hacia la calle— La he comprado para ti —dijo con una gran sonrisa.
—¿Por qué has hecho eso? —cuestionó un poco escandalizada.
—Porque has sido una gran amiga en estos dos años que llevamos de casados, porque eres la mejor abogada de tu promoción y porque... —lo vi inclinarse hacia a mí y tomó mi mano. Anthony sonreía muy grande, como nunca lo vi hacerlo y sus ojos brillaban ilusionados— porque, aunque hayas querido mantenerlo en secreto, sé que estás esperando un bebé. Y la madre de mi hijo merece esto y más.
Eso me paralizó.
—¿Cómo te enteraste? —pregunté con la voz queda. No es que hubiera pensado mantenerlo en secreto para siempre, pero si prefería esperar un poco más pues prácticamente me había enterado en mismo día de mi graduación y tenía tanto por hacer, que no había querido que Anthony me prohibiera hacer algo de ello.
—Primero, porque prácticamente vomitas todos los días al despertar y aunque habrás la regadera, igual te escuchó —dijo con una sonrisa de lado— Segundo, por los residuos de pociones que dejaste sin etiqueta en el baño, no me fue tan difícil de reconocer y una estaba en positivo, así que...
—Por los nervios no fui más cuidadosa —murmuré.
—Lo que quiero saber es porque no me lo dijiste.
—Es que, con todo esto de la graduación, las propuestas y el trabajo, pensé que te negarías, adjudicándolo todo a que debería cuidarme, no estresarme y esas cosas —dije con sinceridad.
—Me preocupa que eso pueda afectar tu salud y la del bebé, pero te prometí no reprimirte, Pansy, dejarte hacer tus sueños y cumplir tus metas, y sé que tal vez los dos tenemos la culpa de que sea tan pronto, hay que aceptar que no siempre nos cuidamos porque cuando te vuelves una gatita muy sexy no hay quien nos detenga —bromeó él y yo me solté de sus manos para cruzarme de brazos, un poco mosqueada por sus palabras.
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La promesa | Hansy
RomanceLas promesas son valiosas, aunque existen algunas que no se pueden cumplir, simplemente porque no sería correcto hacerlo. Pero existen otras qué a pesar del tiempo transcurrido y las circunstancias, merecen una oportunidad de hacerse realidad.