No sabía lo que me pasaba, lo que mi mente y mi cuerpo pretendía, me reusaba por completo a dejarme a merced aquellas emociones que no podría controlar si los desbordaba. Ellos no sabían lo que era mejor, y estaba a punto de volverme contra ellos, contra aquel acelerado movimiento de mi corazón, con la agitación de mi pecho, con el ritmo caótico de mi mente que no dejaba de repetir aquellas palabras dichas por Potter en plena noche del evento más importante de mi vida, haciendo que todo mundo lo escuchara y hablara sobre eso.
Ni siquiera una semana después podía dejar de pensarlo. Era un idiota, un estúpido, un inconsciente al declarar algo como eso enfrente de todos, en pleno acto público, como si no hubiera sido terriblemente raro que me invitara a bailar, cómo para sumarle las palabras de su supuesto amor y su declaración a conquistarme a como diera lugar. ¿Acaso no se daba cuenta que eso sería un chisme de aquí hasta que terminara el siglo? Que Harry Potter hablándole de amor a Pansy Parkinson, hija y amiga de mortífagos, la viuda de Anthony Goldstein no sería algo de lo que no dejaría hablar todo el mundo. Y para joderla más, enfrente de mis amigos y de mi propia hija, quien sólo me había mirado raro al volver con ella, como si no entendiera y luego empezó a reír mientras las mejillas se le ponían rosadas, se tapaba la boca y se movía de un lado a otro, y por más que le pregunté si estaba bien, y ella sólo había sonreído más grande.
—Fue bonito, mami —fue todo lo que dijo.
—¿Bonito qué, Lizzie? —pregunté con urgencia, colocándome a su altura para hablar con ella, pues mi hija era lo más importante para mí y todo lo que pasara a nuestro alrededor me preocupaba por si le afectaba negativamente.
—No lo sé, lo que dijo y su cara —contestó y luego salió corriendo a donde Scorpius le hablaba sentando en la mesa, sacando juguetes que Astoria había traído para él por si se aburría.
Evité a mis amigos cuando volví con ellos, diciéndoles apenas llegando a su lado que no estaba para hablar de eso y menos ahí. Astoria había detenido a Draco, Daphne no hizo nada pues Theo como siempre era el más comprensivo y Millicent le dio un para nada discreto codazo a Blaise para que no abriera la boca y mi amigo la había mirado con resentimiento, pero se quedó callado, algo que me sorprendió por la facilidad con la que accedió a eso. Narcissa sólo negó con la cabeza y dijo que eso era una completa sorpresa, pero que tal vez por eso el matrimonio más sonado de la historia no funcionó en su tiempo. Respetaba tanto a la madre de mi amigo y por eso no dije nada, sólo encogiéndome de hombros y ella sonrió, ofreciéndome una copa de vino, sin comentar más.
Al día siguiente del evento, temí ver en los diarios un barullo sobre lo que dijo Potter y no sobre la fiesta del museo, pero no, dieron excelentes opiniones del evento, alabando la organización, los cuadros, la comida, la decoración, la música, la puesta en escena y, por supuesto, fotos de todo ello, así como igual encontré fotos mías y más de Lizzie, donde decían que era una preciosidad de niña, con una personalidad relajada y divertida. Sonreí por ello y respiré tranquila, hasta que, al girar la página, había una nota de lo dicho por Potter, así como de una foto de cuando lo hizo, cuando aún sostenía mi mano y yo giraba a ver a todos lados y él sonreía después. Los comentarios del autor de aquella columna, diciendo que la declaración pública del héroe del mundo mágico era una sorpresa para todos, pero que haberlo hecho público no podía ser tomada de otro modo sino por sinceridad en su máximo esplendor, haciendo también especulaciones de lo que pensaría Ginevra Weasley ahora, pues su divorcio apenas había sucedido casi un año atrás.
¿Será que es por esto por lo que el matrimonio entre el Salvador del Mundo Mágico y la heroína de guerra no funcionó, por el amor de Harry Potter a la heredera de los Parkinson, viuda de Goldstein?
Era como terminaba el artículo y yo no pude evitar arrugar el diario entre mis manos, maldiciendo que ahora me embaucaran en el hecho de que aquel matrimonio no hubiera funcionado, como si fuera culpable de ello cuando era claro que yo ya tenía una vida hecha lejos de todo eso. Quise gritar llena de rabia, pero me contuve solo porque Lizzie estaba a mi lado tomando su desayuno y ya me miraba con curiosidad y timidez.
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La promesa | Hansy
RomanceLas promesas son valiosas, aunque existen algunas que no se pueden cumplir, simplemente porque no sería correcto hacerlo. Pero existen otras qué a pesar del tiempo transcurrido y las circunstancias, merecen una oportunidad de hacerse realidad.