Terminé de ajustar el vestido demasiado colorido y ligero que había mandado Astoria para mí. Bufé cuando me vi en el espejo, terminando de detallar aquel maquillaje de colores pasteles e iluminado a más no poder. Solté mi cabello, el cual le había colocado piedras preciosas para que brillaran cada vez que lo moviera.
Alcancé mi varita y terminé de hechizar las alas que había llegado junto al vestido. Las probé y no pude evitar reír al verlas moverse a través del espejo. Era una ilusión muy bonita. Pero lo que no era nada bonito era este juego de disfraces que las señoras Malfoy habían propuesto para complacer a Lizzie y a Scorpius. Bueno, no es que no fuera bonito, sino que simplemente no me gustaba verme como... un jodido arcoíris andantes. Pero todo fuera por ella, por ellos, tenía que repetirme una y otra vez.
Halloween era una fecha especial para todos los magos, no había nadie en el mundo, tanto mágico como muggle que no lo celebrara. Los disfraces, las fiestas, los dulces, los colores, todo era diversión, y aunque los dulces no fueran mis cosas favoritas, ciertamente disfrutaba las fiestas y en Hogwarts el poder disfrazarme, pero llevaba tanto tiempo sin hacerlo, desde que salí del colegio, así que verme vestida de esta manera era extraño. Pero no pude haber negado, no cuando aquel rostro me lo pidió.
Antes de que Lizzie creciera tanto, era más fácil este asunto de Halloween, yo simplemente compraba o mandaba a elaborar el disfraz que más me gustara y se lo colocaba ese día sin escuchar protestas de nada, Anthony tomaba un montón de fotografías, un par de chocolates para nosotros y eso era todo. Cuando ella empezó a entenderlo, seguí eligiendo el vestuario yo, y Anthony la llevaba a pedir dulces a los pocos vecinos que teníamos en ese entonces, dulces que racionaba para que no se los acabaran esa misma noche entre los dos. El año pasado ella no quiso hacer nada, no quiso disfrazarse o pedir dulces, y lo entendí, lo de Anthony aun estaba muy reciente para ella para que deseara hacer algo más que no fuera simplemente tomar un chocolate y dormir.
Pero ahora mi princesa, había deseado ser eso precisamente: una princesa. Y por supuesto que en la mansión Malfoy habían tomado sus deseos como una orden, mandando a confeccionar un vestido especial para ella con todos los detalles que había pedido.
—¿Cómo Blancanieves entonces? —había preguntado Astoria mientras intentaba entenderla.
—No, yo no quiero disfrazarme de una princesa, quiero ser una princesa única —había contestado ella y Narcissa y Astoria sonrieron complacidas. Yo elevé una ceja ante esa actitud tan caprichosa.
—Creo que cada día se parece más a ti —me dijo Draco al sentarse a mi lado riendo al ver a los niños mientras le pedían a su madre y esposa lo que querían para la noche de Halloween.
—Y contigo cumpliendo cada uno de sus caprichos peor se pondrá —le reclamé, pero no dejé de sonreír.
—Sólo quiero que vea que todos la queremos. Además, mírala, es completamente adorable.
—Lo es, tú mismo lo has dicho, se parece a mí —dije con suficiencia, sonriéndole de medio lado.
—Claro, Parkinson —bufó él.
Fue así como Lizzie había conseguido el vestido perfecto para ella, en colores morados y plata, y una tiara de piedras brillantes tornasol. Pero Astoria no sólo conformé con vestirlos de princesa y príncipe, decidió que todos deberíamos ir con disfraces acorde. Ella y Draco serían los reyes, padres del príncipe, pero como ya iban a ser muchas reinas, Lizzie dijo que yo podría ser el hada madrina como la tuvo Cenicienta. Casi me dio un tic nervioso en el ojo al escucharla y más al ver la cara de Astoria diciendo que era una maravillosa idea. Así terminé con este disfraz, porque sería el hada madrina de mi hija princesa.
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La promesa | Hansy
RomanceLas promesas son valiosas, aunque existen algunas que no se pueden cumplir, simplemente porque no sería correcto hacerlo. Pero existen otras qué a pesar del tiempo transcurrido y las circunstancias, merecen una oportunidad de hacerse realidad.