A la mañana siguiente desperté sintiéndome mucho más relajada de lo que esperaría. Miré hacia la ventana y me di cuenta que apenas empezaba a filtrarse los rayos del sol por las cortinas. Me restregué los ojos con ambas manos y estiré los brazos sin hacer mucho movimiento para no despertar a la niña que dormía a mi lado, pero grande fue mi sorpresa que, al voltear a verla, ella ya tenía los ojos bien abiertos y me regaló la primera sonrisa del día.
—Buenos días, mami —dijo con voz alegre.
—Buenos días, mi amor, ¿Por qué despertaste tan temprano? ¿Tuviste pesadillas? —pregunté y acaricié su mejilla derecha.
—No —dijo moviendo igual la mano—, sólo desperté —contestó como si nada—. Y quiero desayunar.
—De acuerdo —dije con una sonrisa por verla más animada. En realidad, pensé que seguiría alterada por lo de ayer, que estaría asustada, que un par de pesadillas aparecerían por la noche o que lloraría un poco más, pero parecía tan tranquila y relajada—. Mi amor, lo que pasó ayer, ¿te sientes bien con eso? —tenía la necesidad de preguntarle, aun así.
—Sí. Bueno, me asusté y mucho —dijo en voz baja—. Tuve miedo, pero sabía que tú ibas a cuidarme. Y tía Astrid, tío Draco y abuela Cissy dijeron que tú eras muy fuerte y valiente y que papi Harry había aparecido para ayudarte y todos mis tíos también. Así que nada malo podía pasar —suspiró tranquilamente.
—Yo siempre te protegere, cuidare de ti y te ayudare. Y tienes razón, nada malo podría pasarte —le sonreí para reforzar su confianza en mí, para alentar la seguridad que sentía conmigo, pues eso haría toda mi vida, nada malo podría pasarle mientras yo estuviera y usara toda mi fuerza y poder para protegerla.
Unos minutos después de eso, de un par de abrazos y besos que llenaron su rostro y, sobre todo, de explicarle que iría al hospital a ver a Harry para relevar a su tía Millicent, prometiéndole que luego la llevaría, los toques en nuestra puerta nos hicieron levantar. Era Narcissa avisándonos del desayuno que tomarían en la terraza, por si queríamos unirnos a ellos. Aceptamos de inmediato y le dije que saldríamos después de arreglarnos. Bueno, esa era la intención, pero a un lado de Narcissa, apareció Scorpius todavía en pijama y pantuflas, y Lizzie corrió a su lado, haciendo sonreír a su abuela, diciendo que sólo esperarían a que yo me arreglara y que ya ellas se harían cargo de arreglar a Lizzie cuando me fuera.
Era sorprendente lo mucho que habían cambiado las cosas desde que Draco y yo éramos unos niños. A nosotros jamás se nos hubiera permitido tomar el desayuno en pijama, al menos que estuviéramos enfermos y permaneciéramos en nuestra habitación, pero aun asi, tan pronto como fuera posible, debíamos estar presentables. Pero Scorpius y Lizzie corrían por los pasillos en pijama, siendo atrapados por un Draco ya vestido de manera formal, dando a entender que saldría a hacer algunas cosas fuera de casa, aun así, eso quizá no era tan urgente, pues tomó a cada niño con un brazo para llevarlos de esa manera a la terraza donde tomaríamos el desayuno todos juntos.
Cerré la puerta cuando Narcissa se fue y me metí al baño inmediatamente, tomando una ducha rápida. Me arreglé lo más rápido que pude con una de las tres opciones que un elfo dejó para mí traídos directamente desde mi casa. Fui a la terraza donde los Malfoy ya estaban desayunando y Lizzie y Scorpius daban bocados a un plato con panqueques de arandanos y miel al parecer, mientras hablaban de lo que harían durante el día después de tomar sus clases.
Procuré no tardarme en ello y mientras comía un plato de fruta y tomaba una taza de té, pedí dos desayunos completos para Blaise y Millicent para llevar, pensando que estarían hambrientos y la comida del hosital no solía ser muy buena, ni siquiera para los visitantes. No pude evitar preguntar a Draco a donde iría y me contó que le había llegado una carta muy temprano del ministerio, diciendo que lo esperarían en el departamento de aurores para tomar sus declaraciones.
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La promesa | Hansy
RomanceLas promesas son valiosas, aunque existen algunas que no se pueden cumplir, simplemente porque no sería correcto hacerlo. Pero existen otras qué a pesar del tiempo transcurrido y las circunstancias, merecen una oportunidad de hacerse realidad.