Un baile y más declaraciones

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La invitación había llegado a mi casa el lunes en la tarde, después de que llegara al cuartel, ya no dándome tiempo para ir al museo. Normalmente las recibía, pero ni siquiera hacia el intento de abrirlas, las dejaba por ahí y luego terminaban en la basura junto a un montón de papeles cuando decidía limpiar el escritorio de mi habitación. Pero ahora tenía toda la intención de usar la invitación y motivado más por aquella firma que se mostraba abajo. Pansy Parkinson, no Goldstein, sino Parkinson, una mujer de nuevo libre y que yo no permitiría que siguiera así para que cualquier otro viniera a aprovecharse.

Tenía que asistir aquel evento si o si, no importaba si se desataba una fuga de Azkaban o un escape de dementores. Debía ir a como diera lugar y nadie me lo impediría. Sería raro verme aparecer por allá, pero ya la mayoría en ese museo sabían que estaba rondando como animal de caza aquel lugar, ya todos ahí habían notado mi insistencia para permanecer ahí por horas, pero no había escuchado rumores de nada y lo agradecía, pues ya hubiera tenido un desfile de personas tanto en mi departamento como oficina, preguntando qué era lo que pretendía.

Yo sólo quería verla y hablarle, decirle que de verdad quería estar a su lado. Nuevamente mi confesión fue sincera aquella tarde que la encontré con Lizzie hablando sobre aquellos cuadros del Rey Arturo. Aquello no me parecía incorrecto como hace años, si no perfecto. Ella era lo perfecto, lo fue antes, lo era ahora y así sería para siempre. Quería estar con ella definitivamente, pero sabía que, y más por aquellas duras palabras, no sería fácil convencerla. No sería fácil desmentir lo que mis palabras provocaron cuando terminé con ella en el colegio, cuando le dije que debía hacer lo correcto en mi horrible vida. Ella no me creería, y más con el hecho de que terminé casándome con otra mujer a la que no amaba, pero había decidido que si era lo suficientemente buena para mí.

Hermione se comunicó conmigo la misma noche que llegó la invitación, diciéndome que Ron estaba de guardia, pero que era bueno porque así podíamos platicar. Sonreí ante aquella fase de mi amiga, dispuesta a ayudarme con lo de conquistar a Pansy, aun sentía un poquito de rencor, pues eso me hubiera servido de mucho antes, durante el colegio, pero no dejaba de agradecerlo, pues sabía que posiblemente me quedaría más solo que antes si lograba conquistarla. Pero teniendo a Pansy, qué importaba ya lo demás.

—Vas a ir, ¿verdad? —preguntó.

—Claro que iré. No me lo pierdo por nada.

—A nosotros igual nos llegó la invitación, y le dije a Ron que quería ir, ya sabes, no le pareció bien, alegando que nunca hemos acudido a eventos donde un montón de pomposos presumidos se reúnen —rodó los ojos y luego sonrió, haciéndome reír, imaginándome la cara de Ron al escuchar a su esposa pedir ir.

—¿Al final que dijo?

—Que lo pensaría.

—Yo si iré, pero necesito ropa para ello —me rasqué el cuello al pensarlo, pues no sabía qué clase de túnica se usaban para esa ocasión.

—Pues tendrás que ir a la boutique de Madame Malkin para pedirle consejo.

—Sí, eso tendré que hacer, no quiero desentonar con aquel lugar.

—Más bien quieres que Parkinson no te miré mal. Quieres gustarle a ella, Harry —burló Hermione divertida.

—Cállate, Granger —ella rió más fuerte y yo negué con la cabeza— Nos vemos luego, porque no creo que este bien que estés ahí hincada.

—Adiós, Harry —se despidió con un movimiento de mano.

Hice lo Hermione me aconsejó, fui a aquella boutique y le pedí a Madame Malkin que me aconsejara sobre lo que podía llevar, sintiéndome avergonzado de hacerlo, pero por ver a Pansy bien valía las vergüenzas que tuviera que pasar.

La promesa | HansyWhere stories live. Discover now