Un sueño puede durar un minuto y sentirse como una eternidad...Sí, es así como lo sentía justo ahora. Como si el tiempo nos hubiera dado una tregua, alargando cada segundo para que durara más tiempo. Todo se volvió más tibio, más dulce, más lento. El movimiento se fue pausando y la caricia empezó a remitir, roces que indicaban la ausencia de ganas de separarnos, hasta terminar en un suspiro.
¿Cuánto tiempo llevaba besándolo? No lo sabía, pero se sentía como toda una vida y al mismo tiempo como si no fuera suficiente.
Tomé una gran bocanada de aire, sintiendo que mis pulmones agradecían enormemente hacerlo. Acaricié con mi nariz la de él, apretando de nuevo los ojos y besándolo apenas, castamente. Solo un poco, un poco más, un poco más del beso, un poco más del tiempo. Eso era todo lo que quería. Deseaba quedarme para siempre justo aquí y en este momento. Pero la noche empezaba hacerse más helada y vivir eternamente en esta posición jamás se podría, aunque su magia se sintiera tan tibia y su piel y aliento tan cálido, no podría, aunque me bastaba.
-Creo que es hora de irnos -dijo apenas separando sus labios de mi boca.
Asentí a sus palabras, sin querer abrir los ojos del todo y tragando saliva con fuerza, sintiendo el sabor del beso y aquel cosquilleo tibio en los labios. Mi corazón latía demasiado fuerte y estaba segura de que tenía las mejillas rojas como manzanas. La situación en si me sobrepasaba y toda la seguridad que tuve al besarlo, se iba yendo poco a poco. Me sentía descubierta, como si hubiera confesado algo que no quería confesar aun, como si hubiera gritado un secreto.
Levanté la mirada y me concentré en sus ojos, en aquella joyas dilatadas y brillantes. Acaricié una vez más su cabello y la piel de su cuello, lamentando con creces tener los guantes puestos, pues lo que más deseaba era sentir la textura de su cabello y la tibieza de su piel. Bajé mis manos lentamente y las coloqué sobre sus hombros, relamiendo mis labios, sin querer alejarme, aunque él tampoco parecía muy dispuesto, pues aún se abrazaba a mi cintura con fiereza.
-¿Ahora sí es una propuesta indecorosa? -pregunté en voz baja, intentando relajarme con aquella broma, mirándolo a los ojos, pero al instante me arrepentí, pues su mirada estaba encendida, ardiente, como jamás lo había visto.
-Sólo si así lo quieres -contestó. No supe que contestar y él sonrió, negando con la cabeza.
-No -dije golpeando su hombro con el puño- Nuevamente, si no me sueltas no podremos irnos, Potter.
-Esto es tan difícil -masculló y poco a poco sus brazos me fueron soltando.
-¿Qué cosa?
-Soltarte. Dejarte ir es tan difícil.
-Sólo no lo hagas de nuevo, no definitivamente -dije, sabiendo que no hablaba solo de dejarme de abrazar.
-Te juro no volver hacerlo.
Asentí y sentí su mano tomando la mía.
Nos alejamos para poder aparecernos, caminando hacia la zona de los árboles, donde nuevamente hizo un despliegue de su poder para poder llegar rápido a un callejón oscuro cerca del hotel, cosa que burlé y él solo se reía de mis intentos por hacerlo enojar. Definitivamente era más divertido cuando realmente se enojaba y luego tenía que contentarlo, aunque igual era bueno saber que por fin había entendido mi forma de ser tan sarcástica y cruel para algunas cosas y, sobre todo, que le gustara. Parecía gustarle todo de mí, como tanto decía. Y a mí me gustaba todo de él, como nunca se lo diría.
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La promesa | Hansy
RomanceLas promesas son valiosas, aunque existen algunas que no se pueden cumplir, simplemente porque no sería correcto hacerlo. Pero existen otras qué a pesar del tiempo transcurrido y las circunstancias, merecen una oportunidad de hacerse realidad.