Temor...

447 19 7
                                    

Levanté la mano lentamente, sintiendo como las barreras me detenían. Había un pequeño zumbido y cosquilleo en la palma de mi mano al tocarlas, igual que una corriente eléctrica, al intentar traspasar aquella capa transparente. No podía forzar esas barreras, era por su propio bien que estaban puestas. Pero quería estar más cerca, quería poner mis manos y mis oídos en su pecho, escuchar y sentir que su corazón latía, quería tocarlo, confirmar que el calor seguía en él, que la vida seguía en él.

Que estaba aquí conmigo todavía. Que luchaba para estarlo.

Había más hechizos a su alrededor, algunos sólo producían un pequeño sonido de vibración, y otros pequeños pitidos como un latido lento pero constante. También podía ver algunos, como aquel halo de color plateado que lo envolvía, así como una pequeña neblina que estaban sobre las cicatrices de su espalda desnuda, manteniéndolo de un solo lado para que la cicatrización fuera más rápida y efectiva. Tenía que forzar la vista para ver como subía y bajaba su pecho, era lento y casi imperceptible, pero existía y eso era todo lo que me importaba.

Tomé lugar nuevamente en la silla que estaba a su lado y bajé la mirada a mi regazo, donde mis manos descansaban, intentando no temblar. Puse las manos en puños, apretando mis uñas en la carne y luego las abrí, percatándome de lo sucias que estaban, cubiertas por una sangre que no era la mía pero que en este momento daría todo porque lo fuera. Asentí con firmeza, daría mi sangre, cada hueso de mi cuerpo, cada nervio, cada órganos, pulmones y corazón, para que lo fuera. Pero no podía retroceder el tiempo y que las cosas fueran como yo quisiera. Intenté limpiarlas, al menos sacando la sangre seca de debajo de las uñas. No había tenido cabeza para lavar mis manos y ni siquiera sabía donde estaba mi varita como para lanzar un hechizo de limpieza.

Intenté respirar nuevamente, profunda y controladamente. Sentía las lágrimas acoplarse atrás de mis parpados, y apreté los ojos con fuerzas para no dejarlas caer nuevamente. Cuando las sentí totalmente resguardadas, abrí de nuevo los ojos, encontrándome con el techo blanco y liso del hospital. Casi pude reír sin ganas al saberme en este lugar y más todavía que me permitieran estar adentro de está habitación. De algo tenía que servir que Harry Potter fuera muy insistente en sus intenciones y sentimientos, dejándole claro a todo el mundo lo que quería y lo que amaba, y claro, decir amarme parecía que había abierto una puerta para que toda la sociedad mágica inglesa fuera amable y hasta considerada conmigo, aceptando que su héroe había elegido ya a una mujer. Eso, y que todo mundo supiera ya lo que había pasado en el museo.

No podía explicar completamente lo había pasado esta tarde, estaba segura que nadie podría predecir lo que sucedió. Me reproché con molesta el hecho de estar más preparada, más atenta, no debí bajar tanto la guardia con esa mujer y sus amenazas, amenazas que para ser sincera no había tomado en serio, más enfocada a pasar el tiempo con Lizzie y Harry, haber disfrutado la fiesta de Halloween y la aparente aceptación de mis amigos a la relación que mantenía con cierto héroe que no era de su agrado, y me enfoqué después en el próximo evento de Navidad que se llevaría a cabo en el museo.

Era en parte mi culpa, yo lo sabía, sabía que ella no era una leona normal, no era tan honorable, leal o justa como aparentó en el colegio o como lo fue alguna vez, ya nadie sabría decirlo. Ahora ya nadie podría decir algo de ella, aludiendo a como era o a como fue, sin temor a equivocarse, sin pensar si eso era verdad o no.

Ginevra era una discordancia entre su familia debía admitir, pues sacando mis propias conclusiones de las platicas de Harry y por los comentarios de las personas que la conocían o la vieron alguna vez, o las palabras de personas que pensaban que así demostraban su apoyo a mi relación con Harry, apoyo que no necesitaba o me interesaba; pude darme cuenta que Ginevra era un mal eslabón de su familia, era una pieza que no encajaba totalmente en aquella guarida de honorables leones, porque los Weasley se jactaban de ser una familia unida y encantadora, y quizás muchos podrían poner la mano al fuego para decir que eso era verdad.

La promesa | HansyWhere stories live. Discover now