Presentaciones y confesiones

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—Eres muy vengativa, mi serpiente —dijo cuando empecé a sonreír con alegría.

—Eso lo sabes bien —dije con los brazos cruzados, mirando hacia la puerta, levantando el mentón—, quisiera ir y ver la cara de ambos cuando les digan que los recibirás hasta mañana.

George y Charlie Weasley se habían retirado hace apenas unos segundos y Harry había enviado un mensaje para sus dos mejores amigos: no quería verlos hasta mañana, que ahora descansaría solamente. Y yo deseaba ir y ver sus caras, porque a como lo había dicho antes de regresar a la habitación, ya no era decisión mía el que ellos no lo vieran, sino de su amigo Harry, él era quien había decidido verlos hasta mañana, alegando que tenía mucho sueño como para batallar con ellos ahora. No pude evitar mostrarme feliz con eso y aunque sabía que realmente no era una total mentira su excusa, una parte de mi quería pensar que se trataba de venganza o al menos un poco de orgullo de mi siempre noble león.

—Puedes tomarte esa libertad, si quieres —dijo y yo giré a verlo, viendo una sonrisa igual en su rostro.

—Luego. Por ahora quiero que vuelvas a dormir y espero que sea hasta mañana, porque, aunque quisiera quedarme...

—Tienes que ir con Lizzie, Pansy. La niña te tiene que tener cerca, mi amor —dijo y yo asentí.

—Sí, igual no quisiera dejarte solo.

—Estare bien, no necesito que nadie se quedé a cuidarme, ¿de acuerdo? Además de que ahora sí tendría que ser Hermione o Ron, y es verdad cuando digo que aun no quiero hablar con ellos de lo que pasó ayer —aseguró y lo comprendí, pues la conversación que le esperaba al trio dorado sería algo largo y tedioso para él.

—Está bien. Sólo esperare a que te duermas —me senté en la cama y lo besé en los labios, viendo la suave sonrisa.

Tomé su mano izquierda y empecé a jugar con sus dedos lentamente, acariciando de igual manera la palma y la muñeca, intentando relajarlo. Era un pequeño truco que hacía con Lizzie cuando era obvio que estaba cansada, pero no querían dormir, aunque a Lizzie también le acariciaba el cabello y las mejillas, de manera suave y rápida, logrando así que entraran en sopor. Quité sus anteojos unos minutos después y luego vi como lentamente caía en el sueño, aunque al parecer se esforzaba por tener los ojos abiertos. Moví mis dedos, suave y casi imperceptiblemente por su antebrazo, hasta que por fin pude escuchar su respiración acompasada, indicándome que había caído totalmente.

Solté su mano y luego besé su mejilla, sonriendo al verlo tan relajado y tranquilo, sobre todo cuando ayer había tenido tanto miedo, y ahora estaba segura de que dormía, simplemente eso, sólo dormía, sin riesgo de morir, sin tantos hechizos para mantenerlo con vida. Quería quedarme más tiempo, pero tenía que ir por mi hija, tenía que ir con ella y llevarla a casa para darle a entender que todo había vuelto a la normalidad, darle esa tranquilidad también.

Cuando llegué a la sala de espera, ya no estaba nadie. Imaginaba que Grace había regresado a casa, quizá cansada de haberse hecho cargo de los daños del museo al cual todavía dudaba en presentarme al día siguiente o quizá sólo pasara a ver como estaban las cosas temprano en la mañana. Suspiré tranquila al ver que ninguno de los Wealey estaba ahí, aunque igual me hubiera gustado ver la cara de Ronald y Hermione al recibir el mensaje de Harry, pero era claro que mañana los vería.

Me dirigí hacia la salida y a la entrada del hospital me encontré con Millicent y Blaise, recordando que me dijo que la vería en la tarde, aunque ya pasaba casi una hora de la hora que dijo.

—Hola, Pansy —saludó ella, antes de darme un corto abrazo.

—Hola, creí que ya no vendrían —reclamé, aunque la verdad lo había olvidado, pero siempre disfrutaba molestando.

La promesa | HansyWhere stories live. Discover now