— Hermoso nombre...—dije brindándole una sonrisa.
— gracias—contestó un poco insegura y evitando mis ojos.
— No eres de aquí ¿cierto?—pregunté de nuevo, quería estar seguro. Pues no quería que vava se enterará de mis salidas.
— Amm... en realidad soy de Latinoamérica, vine por una competencia de baile—contesto rápidamente
— Interesante... Una mujer intrépida, con una inmensa curiosidad—digo— ¿qué tal si te enseño la ciudad?—propuse.
— ¿Y quién me dice a mí de que no eres un acosador o violador?—cuestiona.
— Estoy seguro de que no soy nada de eso, soy un hombre muy honrado a decir verdad—reí. Pero ella aun seguía un poco desconfiada.
— confiare en ti—aceptó ella
Empecé a caminar junto con ella, mientras un suave silencio nos envolvía, solo se escuchaba el murmullo de la ciudad, pero no molestaba. Ella observaba y analizaba todo lo que la rodeaba, mientras que yo solo me dedicaba a contemplar su belleza a través de los ojos, que era lo único que podía ver, pero sin embargo con solo eso me bastaba.
Después de caminar por unos cuantos minutos llegamos hasta mi lugar favorito: Las ruinas de la ciudad. Un lugar esplendido, donde podías apreciar una bella vista. El lugar no es secreto, pero es visitado por pocas personas, así que cuando quiero meditar o reflexionar acerca de alguna circunstancia en mi vida, lo mejor que puedo hacer es venir aquí.
— Es hermoso—dijo maravillada mientras se paseaba de un lado a otro por el lugar.
— Sí, acá suelo venir para escapar un rato—conté y luego di un suspiro, pues es tanta la presión que tengo que a veces, siento que no podre con todo.
— ¿Escapar?—preguntó
— Si, en casa tengo muchas obligaciones, pero ese no es tema—respondí y aclare.
— mmm interesante. ¿Qué otra cosa tiene tu ciudad?—preguntó emocionada
— Bares, restaurantes, entre otras cosas, tendrías que verlo con tus propios ojos—contesté
— vamos a uno, quiero ver como son—gritó emocionada.
— Pero antes me podrías mostrar algo—pedí.
— ¿Mostrar?—preguntó confundida y asustada.
— no lo mal pienses, pues tu me has dicho que eres una excelente bailarina, y me gustaría ver una muestra de tan precioso talento.
— Si...—dudó
— ¿Podrías bailar para mí?—pedí de nuevo.
— Claro—se acomodo el vestido y me miro fijamente, como si estuviera esperando una respuesta.
— Puedo tocar las palmas para hacer un poco de ritmo—comené
— está bien, perfecto
Con suaves movimientos ella empezó a mover sus caderas, se acoplaba tan perfectamente que casi parecía irreal. Un movimiento tras otro mis ojos iban y venían, se podría decir que estaba hechizado. Nuestras miradas se mantenían fijas y era lo mejor que podía pasar. Mis manos dejan de hacer ruido y mi cuerpo impulsado por un deseo se acerca hasta ella. Su turbante cae al piso cuando ella da una vuelta. He ahí cuando toda mi alma se siente completa, pues he visto a la mujer que se ha robado mi suspiro y mi atención en un par de horas. SI mi padre quiere que haga una elección, pues ya la he hecho.
— yo amm...—farfullo un poco tímida.
— Eres perfecta—susurré
— ¡No lo soy!—se quejó y parecía un poco molesta.
— Pues para mis ojos lo eres, no había visto esto en ninguna otra mujer—insistí.
— gracias—contesta un poco dudosa.
— querías saber más de aquí... deberíamos ir a unos de los bares—comentó.
— Claro. Supongo—contestó sin mucha importancia.
Lauren
Este chico me asustaba un poco pero me atraía, sus ojos cafés, sus perfectas cejas, la forma en la que habla. Acepte salir con él porque quería conocer la ciudad, no pensé que fuera un violador o algo por el estilo, solo quería jugar un poco con él, y aun no se qué piensa realmente del baile. Llegue con él hasta un bar donde tomamos unas copas, todo era risa y diversión, pero por el cambio de horario no tome el tiempo y era la una de la mañana.
— me tengo que ir—informé de repente.
— vamos quédate un poco mas—pidió con ternura.
— No puedo, tengo que estar relajada para la competencia—expliqué.
— Está bien—se resignó.
— ¿Irías a verme?—pregunté emocionada.
— Si, estaré encantado de ir, pues ahora he encontrado un bello motivo por el cual asistir—dice y su acento resalta. Es hermoso.
— es en el hotel jadis. Te espero ahí. No falles—sonreí. Y él también lo hizo
— ahí estaré, no te preocupes, no te defraudare—aseguró.
— ¿Cómo haré para saber que eres tú sin el turbante?—pregunté.
— Pronto lo descubrirás, las miradas pueden decir más que mil palabras—dijo con un tono bastante misterioso, este chico sí que era raro.
El bar no quedaba lejos del hotel, así que Ali me acompaño, me despedí de él y se marcho. Entre al hotel y empecé a caminar por los pasillo, saco el celular del bolsillo de mi pantalón y encuentro varias llamadas perdidas de Dahara.
Llegue hasta el cuarto de ella y abrí la puerta con mucho cuidado, ahí estaba plácidamente dormida, hasta que yo tropecé e hice ruido.
— ¿Lauren?—se escuchó una voz adormilada. Claramente la de Dahara
— si soy yo—contesté.
— ¿Dónde estabas?—preguntó.
—en mi cuarto—respondí con tranquilidad.
— no mientas—regañó.
—bueno ok salí, y conocí a un chico—reí con emoción.
— ¡Lauren! ¿Qué hiciste qué?—gritó molesta.
— Se llama Alí— conté con aires de grandeza, era una buena conquista, no lo podía dejar pasar así como así.
— ¿Alí? ¿Cómo es?—inquirió.
— no lo sé tenía la cara cubierta y era encantador—respondí.
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El príncipe árabe
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