El príncipe árabe

Capitulo 4

Lauren

El chico era hermoso, sentí como mi respiración se tornaba pesada, y cuando me miro su silencio decía más que mil palabras, sus perfectos rasgos, su nariz tan fina y su varonil mentón. Sus suaves manos atraparon las mías, me sentía como en un sueño.

— ¿Quieres seguir conociendo la ciudad?—preguntó.

— Claro—contesté—pero... ¿no me mentiras más?

— no, eso es todo sobre mi—respondió.

— Está bien—le brinde una cálida sonrisa.

Acomode mi traje de fantasía y este quedo como un perfecto vestido de noche. Acomode un poco mi cabello y ahora si estaba lista. Salimos de la terraza y caminamos hasta la salida sin que nadie lo notara. En la parte de afuera había una camioneta negra. Zayn hablo con el hombre que la conducía... no entendí nada, ya que este hablo en su idioma natal. El abrió la puerta del auto y yo entre, me acomode en el asiento, después de unos segundos entro él.

Al cabo de quince minutos más o menos llegamos y Zayn se bajo para abrirme la puerta, era una especie de risco pero a diferencia de otros se podría apreciar la ciudad, caminamos unos metros más y detrás de unos arbustos estaba una mesa con una carpa, la cual tenía una tela transparente dorada, había comida, vino, entre otras cosas.

— ¿Tú hiciste todo esto?—pregunté asombrada, pues todo estaba perfectamente hermoso

— digamos que si—contestó.

— es hermoso, esto debe ser carísimo, son telas árabes reales, son finas. No debiste molestarte—insistí. Era demasiado.

— Solo es un pequeño detalle, para una bella mujer—alagó.

— Gracias por la flor... pero aun no sabes si soy una latina traumada—reí.

— ¿Qué me hará creer eso?—preguntó, tenía una sonrisa en su rostro que lo hacía realmente encantador.

— No lo sé—dije mientras me acercaba a él. Sus ojos seguían todos mis movimientos, eran dominantes, pero no me molestaba que lo hiciera.

— Eres muy bella mujer latina—murmuró.

— ¿Por qué cubrías tu rostro?—pregunté.

— no me gusta ser visto entre la sociedad, quiero pasar un poco desapercibido. Es mejor para mí—respondió un tanto incómodo.

— Creí que solo era para las mujeres, bueno en una antigua época... ahora es opcional—comenté.

— Si...

— ¿Por qué lo haces?—inquirí. El me intrigaba como ningún otro hombre lo había hecho.

— No puedo decirte—contestó frio y algo cortante. Parecía incomodo con mis preguntas.

— ¿Por qué?—cuestioné.

— No me verías con los mismos ojos, la mayoría de las personas no lo hacen—contestó y me miro como si ocultara algo grande.

— me mientes de nuevo—reproché.

— claro que no, no lo haría—dijo en un tono suave.

— Si lo haces—gruñí.

— No, no te miento mujer latina—me tomó de la cintura y lentamente me apego a él. Solo con sentir su piel, mi cuerpo sentía una llamarada por dentro.

— ¿Cómo sé eso?—insistí.

Me apego hacia él y me beso atrapando mis labios con los suyos los cuales estaban muy suaves, encajaban a la perfección con los míos, sus manos recorrían toda mi espalda haciendo que mi piel se erizara. Me aleje de él y lo mire fijamente.