— veo que no eres de aquí—afirmo.
— Si tienes razón no soy de aquí—corrobore y para tratar de evadir su mirada acomode el aniño del dedo índice de mi mano derecha.
— Tu acento te delata y eres linda además—alago.
— gracias...—conteste insegura.
— mucho gusto, soy Mohamed—extendió su mano derecha y yo la estreche.
— amm soy Lauren—me presente.
— ¿Te invito una copa?—pregunto.
— No gracias—respondí amablemente.
— he una mujer sana, y por lo que veo reservada—rio.
— Normal—espete.
— entonces una bebida refrescante—insistió.
— Hmm—dude un poco.
— ¿me dirás que no?—cuestiono haciéndose el ofendido.
— Ammm...
— No te quitare mucho tiempo—ojala su insistencia valga la pena, quizás sea buen tipo para Dahara.
— Ok que no pase de diez minutos—acepte.
— Perfecto—sonrío.
Me senté en la mesa con aquel joven el cual tenía un aire misterioso. Pero no tanto como para salir corriendo.
— bueno, cuéntame sobre ti—pedí.
— Pues soy hijo de un político de la ciudad vecina y pues me llamaste la atención, es poco común ver latinos aquí en estas tierras — confeso.
— Mmm bien, es algo lejos—reí.
— ahora cuéntame tu un poco sobre ti—pidió el.
— pues soy latina amm, vine a una competencia de baile amm algo poco interesante—me exprese un poco nerviosa, era mucha confianza. O eso creo yo.
— bien... sabes, daré una fiesta hoy en la noche en mi mansión, queda al lado de la ruinas, tal vez quieras venir—comunico.
— No lo sé, esta noche quizás... tenga noche de chicas—le evadí.
— Vamos, todo el mundo me conoce, no soy un asesino o, si quieres puede traer amigas—explico.
— Lo pensare—me levante de la mesa, alise las arrugas de mi pantalón y acomode mi cabello. Era hora de irse.
— un gusto conocerte—se levanto de la mesa extendió su mano y la estreche. Nuevamente.
— El gusto es mío—respondí.
(...)
Regrese a mi habitación donde se encontraba Dahara durmiendo, la estremecí y esta despertó.
— ¿Qué pasa?—pregunto, tenía la cara hinchada.
— me invitaron a una fiesta—conté. Tenía una gran sonrisa en mi rostro.
— ¿Fiesta?—se noto confundida.
— Sí, un tal Mohamed, hijo de un político—dije.
— Eres demasiado sociable—burlo.
— un poco, pero creo que no iré—hice una mueca y no di importancia al asunto.
— ¿por?
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El príncipe árabe
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