Capitulo 10

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— veo que no eres de aquí—afirmo.

— Si tienes razón no soy de aquí—corrobore y para tratar de evadir su mirada acomode el aniño del dedo índice de mi mano derecha.

— Tu acento te delata y eres linda además—alago.

— gracias...—conteste insegura.

— mucho gusto, soy Mohamed—extendió su mano derecha y yo la estreche.

— amm soy Lauren—me presente.

— ¿Te invito una copa?—pregunto.

— No gracias—respondí amablemente.

— he una mujer sana, y por lo que veo reservada—rio.

— Normal—espete.

— entonces una bebida refrescante—insistió.

— Hmm—dude un poco.

— ¿me dirás que no?—cuestiono haciéndose el ofendido.

— Ammm...

— No te quitare mucho tiempo—ojala su insistencia valga la pena, quizás sea buen tipo para Dahara.

— Ok que no pase de diez minutos—acepte.

— Perfecto—sonrío.

Me senté en la mesa con aquel joven el cual tenía un aire misterioso. Pero no tanto como para salir corriendo.

— bueno, cuéntame sobre ti—pedí.

— Pues soy hijo de un político de la ciudad vecina y pues me llamaste la atención, es poco común ver latinos aquí en estas tierras — confeso.

— Mmm bien, es algo lejos—reí.

— ahora cuéntame tu un poco sobre ti—pidió el.

— pues soy latina amm, vine a una competencia de baile amm algo poco interesante—me exprese un poco nerviosa, era mucha confianza. O eso creo yo.

— bien... sabes, daré una fiesta hoy en la noche en mi mansión, queda al lado de la ruinas, tal vez quieras venir—comunico.

— No lo sé, esta noche quizás... tenga noche de chicas—le evadí.

— Vamos, todo el mundo me conoce, no soy un asesino o, si quieres puede traer amigas—explico.

— Lo pensare—me levante de la mesa, alise las arrugas de mi pantalón y acomode mi cabello. Era hora de irse.

— un gusto conocerte—se levanto de la mesa extendió su mano y la estreche. Nuevamente.

— El gusto es mío—respondí.

(...)

Regrese a mi habitación donde se encontraba Dahara durmiendo, la estremecí y esta despertó.

— ¿Qué pasa?—pregunto, tenía la cara hinchada.

— me invitaron a una fiesta—conté. Tenía una gran sonrisa en mi rostro.

— ¿Fiesta?—se noto confundida.

— Sí, un tal Mohamed, hijo de un político—dije.

— Eres demasiado sociable—burlo.

— un poco, pero creo que no iré—hice una mueca y no di importancia al asunto.

— ¿por?

El príncipe árabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora