Capítulo seis: Escapar.

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       En el momento en el que cerré mis ojos sabía que había alguien en la habitación. Podía sentir su respiración cerca mío, podía sentir sus ojos que fijamente me miraban con desprecio.
        En el momento en que los abrí sabía que se había ido.
        Ya no estaba en la habitación anterior. Había vuelto al bosque. Había pasado, no era imaginación mía. Era una advertencia de que no podía desafiarlos, y me habían dado otra oportunidad. No debía desaprovecharla, pero la posibilidad de sacarlos fuera de mi destino era tentadora.

      Me estaban esperando, claro. La chica corrió a abrazarme. Supuse que era muy emocional. Empezó a formular preguntas que yo vagamente respondí. Estaba demasiado cansada, un poco aliviada, pero necesitaba descansar. Me pareció ver un brillo en los ojos del chico cuando vino a recibirme.
        La noche no había terminado. Todo seguía oscuro, frío y aterrorizante como antes. Les pregunté si había pasado algo nuevo durante mi ausencia, y resultó ser que a ellos también los habían mandado a otros lugares. Cuando los soltaron, yo todavía no había aparecido. Y habían pasado muchas horas.
        ¿Por qué los habían liberado a ellos antes que a mi?

        Nos sentamos en el suelo, luego de haber pasado un tiempo tratando de armar un fuego para no pasar frío. Comenzamos a hablar: la chica se llamaba Jessica. Venía del otro lado del país, su tonada era distinta a la de nosotros. El chico se llamaba Sebastian. Venía de mi misma ciudad; me sorprendió no haberlo conocido nunca antes. Sus ojos eran terriblemente atrapantes. Era imposible no mirarlos.
        Pasamos horas y horas hablando. Sentía la sensación de que alguien nos miraba, el mismo sentimiento que tuve en la habitación invertida. Pero traté de no asustarme, debía mostrarme fuerte.
        Luego tomamos el tema del reality. No sabíamos en qué consistía, solo que si los hacíamos enojar nos encerraban. Era la única pista que teníamos. Y oh, claro, que la noche al parecer nunca terminaba. El ambiente oscuro me hizo acordar a aquel campamento que había tenido años atrás en un bosque parecido. Sólo que era con amigos, teníamos linternas, estábamos comunicados con la sociedad mediante celulares, no había cámaras, no había terror. Todo era distinto ahora.
        Tuve una punzada de golpe de frío, pero traté de disimularlo. No era común, ya que teníamos frente a nosotros una gran fogata y estábamos cálidos. Ninguno de ellos pareció notarlo, y seguimos hablando. Nos llevamos muy bien.
        Horas después, cuando nos habíamos decidido ir a dormir para descansar bien, escuché susurros. Provenían de detrás mio. Levanté la mirada y contemplé ver a mis dos compañeros durmiendo plácidamente cada uno en su lugar de su suelo. Me pareció algo extraño, por lo que traté mantener la calma y no entrar en pánico.

        Sonaba como yo, pero un poco más distorsionado, hablando con mi madre.

        Sonaba como mi reemplazo hablando con mi madre.

        " - Marianela. Te noto algo distinta.

        - No, madre. Estoy bien.

        - Hija. Yo sé que te pasa algo. Deberías contármelo. Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que sea."

          Escuché algunos ruidos luego de eso. Ni pude identificarlos, pero sonaban como algo no humano rompiendo cosas. Perfecto, mi reemplazo me reemplazaba de lo peor. Causó miedo. Mucho miedo.
        Luego, una charla de aparentemente mi reemplazo tratando de hablar con Laura. Le contaba cosas, hablaba de todo, pero mi amiga no contestaba. Si llegaba a responder algo era un "sí" o un "no", pero nada más que eso. Fue así hasta que mi "yo" se enojó, y luego escuché ruidos de vajillas rompiéndose, y un grito asustado por parte de Laura. Unos pasos corriendo. Una puerta cerrándose de golpe.
        Mis manos temblaban; si Laura, mi madre o cualquiera que amaba seguía así, lo más probable era que los mataran. Miré otra vez a mi alrededor: no había nadie más además de nosotros, de nuevo. Estaba a salvo. Me quedé con esa idea, y cerré los ojos para evadir las voces que tanto me cofundían.

Sobreviviendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora