"Laura."
"Nella. ¿Cómo andas?"
"Rara. Difícil de explicar. ¿Tu?"
"Yo bien, y con hambre. ¿Rara?"
"Larga historia. Si quieres vamos a desayunar a algún lugar y te explico."
"Perfecto, muero de hambre. Nos vemos en la calle central en diez minutos."
"Bien. Adiós."Laura era parte del grupo de amigos al que yo pertenecía. De hecho, éramos tres. Era una persona honesta, amable, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Podíamos pasar mucho tiempo o bien hablando de libros o bien hablando de música, temas principales. Su personalidad era estable, la mayor parte del tiempo. Su nivel de madurez y personalidad variaba con el tiempo: un día podías estar hablando con una persona de mentalidad de 9 años estudiante del primario, y al otro con una mentalidad de 23 y con alguna profesión. Era extraño, sí, y asustaba,pero con el paso del tiempo te llegabas a acostumbrar. Su mente era algo fascinante a pesar de sus cambios. La madre de Laura siempre nos advirtió que podía pasar, pero que ya se estaba haciendo un tratamiento especial. A mi no me molestaba, y para que no entre en pánico tenías que seguirle el rollo. De lo contrario, se asustaría demasiado, como ya había pasado un par de veces antes.
Me puse mis jeans gastados y una remera. Abrí la ventana para verificar el clima; estaba un poco frío y nublado. Me puse un sweater abrigado y un gorro, luego de peinarme el pelo. Me lavé los dientes, agarré mi celular y dinero poniéndolos dentro de mi mochila, y salí de casa. Mamá se había ido a trabajar y desayunar sola hubiese sido aburrido.Llegué caminando a la parada de colectivos, que quedaba a una cuadra de mi casa. Me senté, no había nadie a mi alrededor. Me extrañó, ya que era día de semana. de vacaciones; todos necesitaban un colectivo a estas horas.
Me puse mis auriculares y puse música en mi celular. La espera no sería tan corta pero necesitaba algo que me entretenga. Estaba en la mitad de una canción que había comprado en itunes la semana pasada, cuando se detuvo. Miré la pantalla, la batería estaba al 97%. Verifiqué el volumen, pero seguía en silencio. La pista seguía su recorrido en la barra, sin pronunciar sonido alguno. Al terminar pasó a la siguiente canción, pero esta tampoco sonaba. Detuve la música y guardé el celular. "Debe estar roto", pensé, antes de que mirara a mi derecha y viera a una persona encapuchada mirando fijamente a su celular, sentada al lado mío. Miré su pantalla, estaba escuchando la misma canción que cuando detuve mi celular, pausada en la misma forma en la que la había dejado. "¿Qué...?" pensé mientras agarraba mi dispositivo móvil de nuevo y ponía la música otra vez. Mientras veía que la música iba de la misma forma que el teléfono de la persona a mi costado, traté de no entrar en pánico. Cambiaba y cambiaba las canciones, pero siempre pasaba lo mismo. Apagué mi celular. El suyo se apagó.Me extrañó ver al sujeto vestido de la misma forma en la que yo estaba.
Corrí hacia el colectivo que estaba llegando vacío, pagué y me senté en una de las ventanas. La persona encapuchada seguía mirando fijamente a su celular, hasta que el colectivo cerró sus puertas. Lo último que vi fue su cara sin expresión alguna, sin rasgos faciales, y caí dormida en el asiento.
- "Señorita, usted debe bajarse aquí."
Me desperté bruscamente y miré confundida a mi alrededor. Recordaba todo lo que había pasado minutos atrás, recordaba a la persona sin cara, recordaba su celular que imitaba al mío. Me levanté rápidamente y agradecí al conductor, bajándome del colectivo.
Fui hasta la cafetería donde siempre nos encontrábamos con Laura. Miré mi reloj, habían pasado once minutos desde que salí de casa, y mi amiga me estaba esperando en la puerta. Nos saludamos, pedimos ambas un capucchino con un muffin, pagamos, y nos sentamos en una mesa con nuestro desayuno.
- Estás un poco pálida. - Dijo, mientras daba un sorbo a su café, asintiendo preocupada.
- No es nada. - Negué con la cabeza, tratando de olvidarme de todos mis problemas. Los acontecimientos que me habían sucedido ayer y hoy no eran para nada agradables. - Imagino cosas. Veo cosas que en realidad no existen.
- Sabes, yo fui psicóloga en un momento. - Asintió mirando hacia arriba algo nostálgica. Cambio de personalidad, ya se los había contado. - Y muchos pacientes vinieron a verme con ese problema. Pero tranquila, no es nada de qué preocupa...
- No, no, es distinto. - Negué interrumpiéndola mientras dejaba de nuevo el muffin en su plato. - Hoy vi a alguien sin cara, aye - me interrumpí, no podía contarle directamente. -, ayer fui a un lugar donde había gente que luego ni existía, no sé qué hacer.
Se quedó pensando unos segundos. - ¿No estarás borracha?
- No, no. - Reí, negando. Nunca había tomado una gota de alcohol en mi vida, y al parecer todos creían que sí. - Pero no importa, déjalo, cuéntame ahora algo tu, de tus andanzas como psicóloga. - Reí.
- ¿Psicóloga? Yo nunca fui psicóloga. - Rió conmigo. Asentí, como si hubiese bromeado, y seguimos desayunando.
Estábamos hablando del final de una película que había finalmente llegado al cine, cuando miro para mi derecha y veo a la persona encapuchada de la parada de colectivos. Me sobresalté, y le dije a Laura que mirara. Ella también lo veía. Estaba desayunando exactamente lo mismo que estaba desayunando yo.
- Esto es lo que te decía. - Dije, mientras un escalofrío recorrió mi espalda.
- Pareces tu.
- Parec, espera, ¿Qué? - La miré confundida, no me esperaba esa respuesta.
- Pareces tu - repitió, convencida de sus palabras. -, con una capucha.
Pensé que era uno de sus cambios de mente, por lo que asentí y seguí desayunando. La posición de la figura era la misma, agarrando la taza de capucchino y mirando hacia abajo. Su capucha me impedía saber si su expresión seguía sin rostro, si podía sonreír, si podía ver las cosas que los demás podemos ver.Terminamos de desayunar y nos despedimos. La figura siguió sentada en la mesa, e iba a pedir un colectivo a casa, pero preferí caminar. Debía mantener mi cabeza despejada, ordenar las cosas que había visto, tratar de no entrar en pánico.
Sentí el viento golpear mi cara mientras cerraba mis ojos, tratando de olvidar todo. Debía enfocarme en las cosas que sí eran importantes. ¿Pero si eso era importante? ¿Acaso estaba loca? ¿Acaso debía ir al doctor? ¿A un manicomio? "Doctor, veo cosas que no existen." No, no explica mucho. "Doctor, estoy viendo cosas que me vuelven l o c a y no sé qué hacer porque me persiguen, además contando el hecho de que no existen y que algunas ni siquiera son aparentemente humanas." No, no, no. Ni siquiera era una explicación coherente. Tenía que pensar en otr... Ah, no, cierto, no tenía que ocupar mi mente en eso.
Perfecto, no podía pensar en otra cosa.---
Llegué a mi casa a eso del mediodía. Por supuesto, no había nadie. Seguramente mamá debía estar tapada de trabajo. Fui pensando ideas para la cena de ese día, porque supuse que volvería tarde, y luego fui a mi habitación con una caja de pizza que había quedado de dos días atrás. La dejé en mi cama y me senté al frente, abriendo el pequeño papel que me habían dado el día anterior.
"¿Ya conociste a tu reemplazo? Supongo que en casa no te extrañarán."
Me asusté. Eso no era lo que decía el día anterior. ¿Por qué? ¿Eso era posible? Necesitaba respuestas. Y trataría de conseguirlas por más imposible que fuese.
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Sobreviviendo.
ParanormalUn descubrimiento. Una carta. Un reality que se vuelve una pesadilla. 3 lugares. 3 personas. Un fraude. Una investigación. Marianela se encuentra en graves problemas al encontrarse con un grupo de gente que tratará de hacer su vida imposible. Deberá...