Capítulo 2

5 4 0
                                    

Despierto con el ruido de la alarma y comienzo a vestirme. Desayuno un poco de cereal y enseguida me apresuro a tomar el autobús. Aunque es un poco tarde entro a mi primera clase que es álgebra, enseguida lo veo ahí sentado junto a una chica pelirroja que se llama Sandy, muy bonita, con curvas definidas y una gran sonrisa. Me siento junto a un chico de lentes llamado Andrés, viste normal, pero sus gafas lo hacen parecer un sabelotodo; escribe algo en su cuaderno cuadriculado, al parecer son ejercicios que no ha podido terminar un día anterior. El profesor nos explica un nuevo tema y lo hace bastante bien. Observo que Aarón no entiende nada y sonrío al ver sus muecas. Por otro lado, Daniel está más confundido que nunca, no tiene la más mínima idea de lo que dice el profesor, me pide que le explique, pero no es tan sencillo enseñar a alguien que se distrae fácilmente.

Al finalizar el día, Aarón nos alcanza y hace un poco de plática. Daniel comienza a observar unos mensajes en su teléfono móvil, debe estar hablando con alguna chica y Aarón menciona en voz muy baja, casi susurrando:

—¿Qué tal otro partido?

—¡Mmmm!... ¿Cuándo?

—Que te parece hoy por la tarde.

—¿Hoy?, lo siento, hoy no puedo. Podría mañana, hoy debo recoger a mi hermana de la primaria, pero lo dejamos pendiente para la próxima.

—Ok, ¡si quieres podemos pasar por tu hermana en mi auto!

—No, gracias, pero...

—Vamos, anda —menciona interrumpiendo antes de que termine de hablar.

—De acuerdo. —No sé porque accedo con tanta facilidad.

Me despido de Daniel y nos marchamos rumbo al estacionamiento, mientras caminamos observo sus zapatos, incluso observo como va vestido: lleva un par de jeans y una playera roja, luce bastante bien.

Rápido vamos camino a la escuela de Nancy, mi hermana menor de once años. Aarón pone algo de música en inglés mientras me cuenta que el profesor de matemáticas lo ha fastidiado por casi dos horas y no ha entendido nada de lo que hemos visto el día de hoy.

—Yo te puedo ayudar —le sugiero.

—¡En verdad!, eres bastante bueno por lo que veo. Primero me sorprendes en baloncesto y ahora resulta que eres bastante inteligente.

—¡Tienes que tener un buen asesor para pasar la clase! —sonrío y él también lo hace.

—Este es el momento donde deberías ser más modesto, ¿no crees?

—De vez en cuando es bueno echarse ánimos.

—Vaya, vaya, el modesto Marco se ha vuelto bastante presumido.

Llegamos a la primaria y ahí está ella esperándome en la entrada principal, come una paleta de dulce mientras carga su mochila roja. Bajo por ella y tomo su mochila para subirla al auto.

—¿Quién es él? —pregunta Nancy.

—Él es un amigo de la universidad, se llama Aarón.

—Hola —saluda él.

—Hola —responde Nancy mientras sonríe en el asiento trasero.

Nos dirigimos a casa para dejar a Nancy, al llegar comemos unos emparedados que preparamos en la cocina Aarón y yo. No hay nadie en casa más que nosotros tres y nuestra cachorra de nombre Coral. Mientras que Nancy ve televisión, nosotros estudiamos en mi cuarto. Tengo un escritorio en la esquina de la habitación que tiene demasiadas cosas encima: un porta lápices, una laptop al lado derecho, varias hojas y cuadernos. Ahí nos encontramos estudiando el tema de hoy y resolviendo ejercicios de nuestro libro. Mientras le explico el tema de productos notables me siento extraño. Me pongo nervioso si él se acerca bastante a mí, es algo difícil de describir. Él parece entender demasiado rápido, observo sus manos cuando raya sobre el cuaderno, verle pensar y no hallar la respuesta correcta me hace sonreír, en especial por la cara que suele poner. Tras algunas horas de estudio y aburrirlo por un rato, bajo por un poco de agua fresca a la cocina para no morir deshidratados por el inmenso calor. Tomo una jarra de agua de limón con dos vasos de cristal que llevo a un lado, parezco mamá cuando nos prepara de comer. Cuando subo a mi habitación Aarón está indagando en mi estantería de libros, entonces menciona:

—Sí que lees, ¿los has leído todos?

—La mayoría.

—¿Incluso este? —pregunta sosteniendo un libro de poesía en sus manos.

—Por supuesto.

De pronto va a mi escritorio y comienza a hojear un cuaderno de apuntes que tengo sobre éste, en realidad no me importa que lo haga.

—¿Qué tu nunca has leído poesía? —le cuestiono.

—En realidad no he leído nada.

—¿Ningún libro clásico?

—No.

—Deberías leer algo alguna vez.

—Lo voy a considerar.

Nuestras miradas se encuentran por un momento y ninguno la aparta por unos segundos, unos cuantos que se vuelven fugaces. Soy yo el primero en mirar hacia la ventana y observo un ave que está en el tejado del vecino. Siento que no puedo controlar lo que siento, eso provoca un nudo en mi garganta.

Cuando se marcha después de estudiar por un par de horas, entro a mi habitación y me acuesto sobre mi cama tratando de conocerme un poco a mí mismo, ¿Qué está sucediendo conmigo?, ¡Sentir lo que estoy sintiendo por él no es normal!, por más que lo pienso no puedo aclarar mis ideas. Ni siquiera estoy seguro de lo que siento, pero no puedo dejar de pensar en él.

Necesito hablar con alguien sobre ello que rápido tomo el teléfono y llamo a Ana, tarda en contestar, cuando lo hace su voz suena un poco baja, como si no pudiera hablar.

—Hola, ¿Cómo estás? —le saludo.

—Muy bien, ¿y tú? —pregunta.

—No muy bien, bueno si estoy bien, pero necesito hablar contigo. ¿Podemos vernos?

—No lo sé, estoy un poco ocupada, pero si es muy importante puedo dejar lo que hago y nos podemos ver inmediatamente.

—No, no te preocupes, no es para tanto, podemos hablar mañana, ¿vale?

—¿Seguro?

—Sí, nos vemos mañana en la escuela, cuídate.

—Si necesitas algo puedes hablarme sin ningún problema.

—Ok. Buen día, bye —cuelgo la llamada.

Eso dice, pero en el momento que la necesito no está para mí. Tal vez soy un poco egoísta, no sé si ella tiene problemas o si necesita hablar con alguien. Solo me preocupo por mí mismo, tal vez yo soy el mal amigo por no sugerir lo mismo que ella.

LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora