Capítulo 3

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Viernes, 25 de agosto.

Han sido unos días difíciles, siento que me desconozco. Necesito saber que está sucediendo conmigo, ¿por qué no puedo dejar de pensar en Aarón si solo hace cinco días que le conozco? Decido llamarlo, aunque me pregunto si es buena idea hacerlo.

—Hola —contesta.

Se escucha sorprendido pues nos habíamos visto hace unas dos horas aproximadamente en el instituto.

—Hola, estoy aburrido en mi casa, tenía planes con una amiga, pero me cancelo, ¿Qué harás hoy?

—Planeo salir con una chica, ¿recuerdas a Julia?, voy a salir con ella.

—¡Ah ya veo!... Pensé que podíamos salir a beber unos tragos, pero está bien, podemos ir otro día.

—Espera, ¡podemos ir los tres a un bar que está cerca de mi casa!

—La verdad no quiero incomodar viejo, pero gracias.

—¿Te espero a las siete en punto?

—En verdad no quiero incomodarlos.

—No te preocupes por eso, ¿Te veo a las siete en mi casa?

—Bueno.

Me pregunto porque sigo accediendo con tanta facilidad. Llego a la casa de Aarón a las 7:04 PM. Pero no veo afuera a Julia ni a él, así que decido tocar. Para mi sorpresa abre Aarón, viste unos pantaloncillos negros y una playera roja. Creo que su color favorito es el rojo, sostiene su teléfono móvil en la mano derecha mientras abre, el cual aún refleja luz de que estaba siendo utilizado.

—¿Listo viejo? Acabo de recibir una llamada de Julia, su mamá está enferma así que no podrá acompañarnos.

—¿Qué tiene su mamá?

—La operaron de un accidente que tuvo hace unos días y al parecer no ha mejorado, cuidará de ella.

—Bueno, podemos salir después.

—Que te parece si vamos nosotros dos al bar que te comenté.

—Ok. —Una vez más accedo sin cuestionármelo.

Mientras caminamos, el cielo cambia continuamente sus colores, indicando su anochecer. No hablamos de mucho en el camino, solo damos nuestras opiniones de cómo nos ha parecido la universidad, cuando entramos al bar vemos a varias personas reunidas tomando bebidas alcohólicas y fumando. Las mesas en su mayoría son cuadradas, los bancos están muy altos y el piso es de madera, ordenamos hamburguesas junto con papas fritas.

—Luce bien, ¿no crees? —menciona Aarón ansioso por probar la comida.

—Por supuesto.

No solo se ven increíbles, sino que saben delicioso. La mesera se acerca a nosotros para preguntar si necesitamos algo más, Aarón la ve fijamente mientras ordena un par de cervezas, en seguida ve a unas chicas de la mesa de enfrente que nos observan. Cuando la mesera se va, una de estas chicas se levanta de su mesa y se dirige a nosotros.

—Estamos de suerte —menciona Aarón.

La chica que se acerca a nuestra mesa nos saluda, mirando fijamente a Aarón en especial y haciéndonos mención de sus amigas, que son dos más: una morena muy hermosa y otra de cabello castaño que también es hermosa. La chica que está frente a nosotros es rubia y alta, Aarón le sonríe, al parecer es su tipo. Entonces las chicas se cambian de mesa, la chica morena se acerca a mí mencionando algo sobre la música del lugar. La otra chica nos observa a ambos tratando de calificarnos con su mirada. Unos minutos más tarde Aarón está besando a la chica rubia, después de conversar un poco y beber unos tragos, la chica morena comienza a tocarme la pierna, mientras me alimenta con algunas papas fritas. Después de unas bebidas más, Aarón desaparece junto con la chica rubia y la chica morena comienza a besarme, mientras que su amiga se va del lugar. Nos besamos por un prolongado tiempo, pero después ella de tanto tomar se ve muy mal y se dirige al baño. Yo en cambio salgo del bar y veo a Aarón con la chica rubia besándose en una camioneta azul que está frente al bar, así que decido irme del lugar.

Camino un par de cuadras hasta pasar la casa de Aarón, pero no me detengo, al contrario camino más rápido hasta casi trotar. Es algo tarde, pero no me preocupa en absoluto. Al fin, cuando llego a casa ya es demasiado tarde, así que únicamente subo a mi habitación a dormir, por suerte mis padres ya están durmiendo. Siento punzadas en mi pecho, un dolor difícil de describir, no consigo dejar de pensar en él. Yeso duele, realmente duele.    

LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora