Llego a casa y no hay nadie, así que solo me siento en el sofá y pierdo el tiempo viendo el televisor. Jamás creí que doliera tanto una despedida, comienzo a llorar. Es como si el destino estuviera en mí contra que en ese instante llega mamá, me ve y rápido se sienta a mí lado, me abraza y me susurra al oído:
—¿Qué pasa?
No digo nada, quizá porque no puedo o quizá porque me avergüenzo por ser débil. Si las personas ven lo vulnerable que eres te pisotean, simplemente crear corazas, máscaras y barreras que nos protegen es parte de nuestra supervivencia.
—Debes ser fuerte hijo. Yo estoy aquí para ti, tienes una familia que te quiere, unos amigos que te apoyan. No estás solo y nunca lo estarás, no tienes por qué enfrentar todo esto solo.
Asiento y siento un ardor en el pecho. Las palabras de mamá son confortantes, pero no era el origen de mis problemas. En realidad, solo quiero que Aarón se quede.
—¿Es por ese chico? —dice de pronto como si pudiera leer mi mente.
Asiento.
—Mamá, él se va a ir hoy y ya no lo veré —digo tratando de que la presión en mi pecho desaparezca.
—¿Y ya te despediste? —pregunta mientras acaricia mi cabeza.
—Se podría decir que sí.
—¿A qué hora se va?
—En tres horas, creo.
—Entonces vamos.
—¿A dónde? —pregunto confundido.
—Vamos a despedirlo de una manera decente —indica.
Subimos al auto y vamos a toda velocidad a su casa, mamá está decidida en que yo me despida apropiadamente de él. Mientras vamos en camino veo a Daniel muy formal llevando un ramo de flores, entonces pienso: "Soy el único que sufre por amor. Ni Ana, ni Daniel, solo yo estoy roto y es increíble que ninguno de mis amigos sepa lo doloroso que es esto para mí. Es tan patético que mi madre sea la que me lleve a la casa de mi novio".
—¡Llegamos! —menciona mamá muy feliz.
Bajamos del auto y lo veo subiendo algunas cosas a la camioneta de su padre, mientras que otros sujetos suben cajas en un gran camión. Me ve y sonrío, él me devuelve la sonrisa. Agacha la cabeza, por un momento dudo sí fue buena idea venir. Pero creo que es la mejor decisión que mamá ha tomado, porque nuestra expresión dice más que mil palabras. Se acerca al auto, su cabello luce más claro debido al sol, sus ojos no dejan de maravillarme cuando echa una mirada hacia nosotros.
—Hola. —Saluda con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola —contesto.
Ve a mi madre y dice:
—Buenas tardes señora.
Mi madre saluda, se acerca a nosotros y dice:
—Bueno chicos, los dejo, creo que tienen mucho de qué hablar. Por cierto Marco, se me olvido darte esto.
Saca de su bolso una pequeña cantidad de dinero y me la entrega.
—Aquí cerca hay una cafetería, pueden comprar algo ahí. Aún les quedan dos horas y media. Yo regresare más tarde —sugiere.
Entonces nos marchamos. Volteo a verlo, estoy algo apenado. Él sonríe, me toma la mano y lo beso.
—¿Tu mamá nos está invitando a comer? —pregunta algo sorprendido.
—Sí —contesto—. Aunque ella no sabe que comimos hace un par de horas.
—Ella es asombrosa... —continúa— mi mamá no se atreve ni a verme a los ojos y mi padre aún no puede creerlo.
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LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOS
RomanceMarco es un joven bastante responsable y comprometido que acaba de entrar a la universidad, él tiene un enorme lío con sus sentimientos e identidad. Pero no es hasta conocer a Aarón, otro estudiante que llama su atención desde el primer día de clase...