Capítulo 16

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Martes 23 de Enero (Segundo día de clases).

Estoy decidido en contarle todo a Daniel, después de todo es mi mejor amigo y quiero tener una amistad más sincera con él, pero temo que deje de hablarme o me insulte.

Entonces espero hasta que terminan las clases. Estoy en la cafetería cuando veo que está por marcharse, lo alcanzo y le convenzo de ir a las canchas de baloncesto para jugar una reta, aunque él no parece bastante animado, acepta.

Boto un poco el balón y le digo:

—¿Crees que puedes ganarme?

—No. Últimamente has jugado como loco y te has hecho bastante bueno —dice.

Le lanzo el balón y lo atrapa sin ningún problema. La seguridad que Daniel ha conseguido en los últimos años es asombrosa, en la secundaria era bastante tímido.

—Tú empiezas —le indico mientras sonríe.

—Ahora me estás diciendo que soy bastante malo.

—No, claro que no, solo que no quiero tener ventaja.

—Ni yo —declara, seguro de sí mismo.

Se acerca al centro de la cancha y lanza el balón, ambos saltamos, pero él logra tomarlo. Lo bota un par de veces y corre hasta la canasta, lanza, pero no logra encestar. Tomo el balón y lo boto un par de veces, lo lanzo y encesto. Él se asombra de ello.

—Creído —menciona, mientras que yo sonrío.

Toma el balón nuevamente y lo bota un par de veces, se mueve hacia mí y pasa el balón a través de sus piernas, después se da media vuelta y corre hacia la canasta, yo corro detrás de él alcanzándolo, pero él tira y esta vez sí encesta.

Tomo el balón y digo:

—Eres rápido. —Sigo botando el balón—. Quería decirte algo importante.

—¿Qué?

—No has mencionado la muerte de Aarón desde que pasó.

—¡Ah! Es sobre eso, en realidad no lo conocía bastante como tú, pero si fue algo lamentable. ¿Por qué me preguntas sobre eso ahora?

—Porque Ana y yo fuimos a su funeral. Creo que Ana te marcó para que fueras, pero no recibió respuesta alguna.

—Sí, lo sé. En verdad no me gustan los funerales. Y sabes algo, lo envidiaba por ser tu mejor amigo. Por pasar juntos tanto tiempo, como tú y yo lo hacíamos en el pasado. Sé que es tonto. —Se revuelve el pelo con su mano izquierda.

—¿Entonces por eso no fuiste?

—Suena estúpido, ¿verdad?, soy un tarado. Después de verlos cuando llegaron me arrepentí de no acompañarlos y no es que quisiera ir por quedar bien, sino que quería estar con mis amigos. Quería despedirlo. Después de todo él me consideraba un amigo también.

Sus ojos brillan como si estuviera reteniendo lágrimas, pero estás no se derraman por su rostro. A veces quiero ser más fuerte como lo es él, si tan solo tuviera esa fuerza no pasaría este sufrimiento constante.

—Bueno, ahora que tocamos todo este tema, lo que en realidad te voy a decir es algo sobre mí, no sé si es algo que vaya afectar nuestra amistad, pero quiero decírtelo.

—Vaya, pendejo, me estas asustando.

—¿Recuerdas cuando íbamos en secundaria y me preguntabas cual niña me gustaba y nunca te decía?

Asiente. Mi pecho martillea con fuerza.

—Pues nunca hubo una chica que me gustará en realidad. No me gustan las chicas.

LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora