Llego al parque, creo que desde este momento comienzo a odiarlos. En realidad no soy alguien que va por todos lados odiando cualquier cosa, pero quiero odiar algo, opto por los parques. Estúpidos lugares donde la gente suele salir a caminar y convivir un momento con su familia, amigos o con la persona que ama.
Veo llegar a Ana después de unos segundos, luce fatal. Parece como si no hubiera dormido en un par de días. Me saluda y nos damos un enorme abrazo, quiero preguntarle cosas, pero comienza a hablar.
—Gracias por venir.
—Lo que sea por ti. ¿A dónde vamos entonces?
—Vamos a la clínica, abortare —menciona.
No sé qué decirle, no estoy en una posición que favorezca o vaya en contra del aborto, además no soy yo quien está en sus zapatos. Me limito a escuchar y asiento. Ella me abraza nuevamente enseguida, yo no le suelto. Creo que a veces un abrazo es mejor que mil palabras.
Mientras nos dirigimos a la clínica no toco el tema, no quiero ser imprudente. Al llegar una recepcionista nos invita a tomar asiento mientras esperamos nuestro turno. Ella se recuesta en mi hombro, el cual no parece ser cómodo. No puedo imaginar lo que pasa por su cabeza mientras estamos aquí esperando, la sala está fría. Pienso que no solo es debido a la calefacción. Vuelvo a mirar su rostro, aun refleja confusión con su decisión. Sé que ella tiene miedo, igual que yo. Además de mí, nadie sabe que ella está aquí. Me acerco un poco y puedo notar el olor de su cabello, a fresa. Mis labios casi tocan sus orejas cuando le digo:
—Todo va a estar bien.
—Marco, ¿Crees que soy mala persona? —pregunta.
—Claro que no eres mala persona, porque me preguntas algo así. Eres una persona increíble, con todo el sentido de la palabra.
—No creo serlo —admite.
—¿En realidad quieres hacerlo?, aun puedes cambiar tu decisión.
—Debo hacerlo, si mi padre sabe que estoy embarazada me correrá de la casa.
—Ana, si no quieres hacerlo puedes optar por otra opción.
Me toma fuerte del brazo y dice:
—Tengo miedo. Estuve viendo algunos comentarios de personas acerca del aborto, ¿No es como si estuviera matándolo o sí? Digo, no puedo hacerme cargo de él, ni mis padres. Y si lo doy en adopción, ¿te imaginas en donde puede caer? Además todos juzgan y tachan de asesinos a los que abortan, pero cuando se trata de adoptar nadie es el primero en hacerlo.
—En realidad pienso que no sabemos si el bebé saldría vivo aunque lo tuvieras.
—¿Bebé? —Guarda silencio por unos largos segundos—. Marco, no quiero que muera, no quiero matarlo.
—Hay muchas opiniones sobre el aborto Ana, no es que lo vayas a matar. Y no puedo decirte que está bien o no, porque yo nunca me encontrare en la situación de decidir un aborto y no sé me parece justo que tú lo tengas que hacer y que alguien más te juzgue por ello.
Me mira a los ojos, da un fuerte suspiro y dice:
—No quiero hacerlo. —Su voz es cálida y frágil.
Me levanto y la ayudo para que ella también lo haga. Entonces tomo las cosas que trae y la saco del lugar. Ella no reacciona de forma defensiva, ella quiere que la saque de ese lugar. Caminamos por la calle, yo no digo nada ni ella dice algo, solo sé que ella quiere tener ese bebé, no sabemos qué pasará después pero ella no quiere tener un aborto.
—Gracias, por estar ahí —dice antes de subir a un taxi.
—No tengo mucho que ofrecerte, pero cualquier cosa en la que te pueda ayudarte lo haré.
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LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOS
Roman d'amourMarco es un joven bastante responsable y comprometido que acaba de entrar a la universidad, él tiene un enorme lío con sus sentimientos e identidad. Pero no es hasta conocer a Aarón, otro estudiante que llama su atención desde el primer día de clase...