Capítulo 23

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Fiesta en casa de Sol, viernes 31 de enero, 10:47 p.m.

Estoy realmente en un abismo de soledad, sentado en la calle. Puedo sentir el escalofriante pavimento donde me encuentro sentado mientras observo a la persona que amo alejarse de mí una vez más, parte de mí quiere levantarse e ir detrás de él y decirle lo mucho que lo extraño, pero otra parte me dice que es mejor dejarlo ir. Aun así me levanto y camino rápido para alcanzarlo, piso algunas hojas secas que crujen fuertemente, lo tomo del hombro y digo su nombre, mi voz no es tan clara y puedo escucharme algo ronco. Aun así él me ve fijamente, su rostro no sonríe como en ocasiones pasadas, al contrario refleja un cansancio inmenso sobre todo, sobre mí.

- Raúl. –Menciona y hace una pausa-.

- Hola. –Me detengo antes de decir otra cosa-.

- ¿Qué quieres? –Pregunta como si le incomodara mi presencia-.

- Quería decirte lo mucho que lo siento Marco, perdóname.

- ¿Estas bromeando?, ni siquiera fuiste lo suficientemente maduro como para decirme algo antes de que te marcharas. Y ahora me vienes con un "lo siento". Raúl, prefiero hablar en otro momento.

- Marco, espera. Termine con mi novia.

- Que bien, te felicito.

- Oye, espera.

Se detiene, está dispuesto a escuchar lo que tengo que decirle.

- Sé que en este momento sales con Abel, pero quiero decirte que desde que ya no estamos juntos, no he dejado de pensar en ti, ni un solo día.

- ¿Desde que dejamos de estar juntos? No querrás decir desde que te marchaste... En verdad me hiciste mucho daño Raúl, yo me había enamorado de ti. Pero creo que para ti solo fui un experimento para saber lo que querías. –Menciona y se marcha sin que pueda detenerlo-.

Siento algo extraño dentro de mí, un dolor tan fuerte que me derrumba de nuevo en la banqueta. Sé que me lo merezco, él siempre estuvo para mí, me brindó toda su confianza y yo lo arruine por dudar de mí y por tratar de fingir ser alguien más. Olvide lo que verdaderamente importa: ser uno mismo. Pero si de algo estoy seguro es de que quiero una vida con él, lo amo. No me importa lo que él dice sentir en este momento, yo sé que también sigue amándome; pero su corazón está decepcionado, está hecho pedazos como el mío por vivir en una mentira de la cual tarde en darme cuenta.

Camino a casa a altas horas de la noche. Las luces de las calles alumbran mi camino al igual que la luz de la luna y estrellas iluminan el cielo sobre mí. Estoy solo y no quiero estarlo, pero me percato de que todo lo que he estado haciendo es escapar de lo que quiero y de quien soy. Estoy decidido a remendarlo. Estos últimos días estuve saliendo con esta chica, pero no sentí lo mismo que al estar con Marco y estoy harto de lo que las personas digan o piensen, pero estoy profundamente enamorado de él.

Llego a casa y la calle se encuentra muy sola, tan pacifica, sin los problemas de la gente cargando sobre ella. La mayoría de las luces de las casas están apagadas, a excepción de unas pocas que brillan por el televisor encendido o por un foco que los dueños han olvidado apagar al irse a dormir. Entro a casa sigilosamente para no despertar a nadie, paso a la cocina por un poco de agua y después a mí habitación, me siento en la cama y estoy tan frustrado conmigo por el poco valor que he tenido hasta el día de hoy para aceptarme a mí mismo. Me desvisto y en bóxer salgo al baño, cepillo mis dientes lo más despacio que puedo para no despertar a nadie y después voy a la cama. No puedo dormir, temo sobre muchas cosas, estoy decidido a contarles a mis padres sobre mi orientación sexual, pero no dejo de preocuparme por cómo reaccionarán con ello. A pesar de todo el valor que tengo ahora, no dejo de ser el mismo.

LAS ESTRELLAS QUE CONTAMOS JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora