«No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando.» -Terry Pratchett.
• Histora ganadora de los premios WATTY 2019 en la categoría de misterio & suspenso.
• Primer libro de la trio...
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Mercy
Acostarme con alguien no estaba abierto a discusión. Ni en esta, ni en otra vida si la hubiera, estaría con alguien por motivos tan siniestros como lo son los del trato de Devonne.
Sabía que Nisha iba a negarse en incluso más idiomas de los que conocía, pero eso hacía incluso más real la farsa ante los ojos de la señorita L'Amour. Cuando en su mirada gris nació la comprensión, en el momento en que le di la espalda a la dueña del negocio de prostitución y tomé las manos de la chica, ella aflojó su agarre y me cedió uno de los puños de acero que terminé escondiendo en la parte delantera de mis pantalones y sacando cuando Devonne me dejó sola frente a la puerta de la habitación antes de marchar.
—Complácelo y tendrás incluso más información de la que crees querer —susurró a mi oído parada tras de mí, apretándome los hombros.
Sin embargo, los cimientos de nuestro trato temblaron cuando entré. Pareció una trampa al segundo en que lo vi, aún lo parece, así que no me abstengo de abrir la boca. Nunca lo hago, y según Enora es mi don y mi maldición hacerme oír; esas palabras a veces, depende de quién las escuche, se vuelven en mi contra.
—Demasiado fácil —señalo guardando el fajo de dinero en el bolsillo trasero de mis jeans—. Escúpelo todo, ahora.
Él cuenta los pasos que doy, lo sé por la forma en que fija por un segundo sus ojos en mis botas. Me sorprende que mientras trazo un medio círculo a su alrededor no gire su torso ni su rostro. No parece preocuparle darle la espalda a la chica cuya mano se abriga en acero.
—Tú ofreciste el trato, yo evalué mis posibilidades y acepté. —Mira al frente y en su voz no se divisa más que tranquilidad cuando expone los hechos.
—Sin hacer preguntas, demasiado rápido —insisto—. Hay gato encerrado, ¿sabes por qué?
Estudio su postura: pies ligeramente separados, con el peso de su cuerpo distribuido en ambos lados por igual. Indica que está alerta a pesar de su falta de reacción. Siguiéndole se encuentra con el torso erguido, y a pesar de que los músculos de su espalda y sus hombros no están tensos no se permite relajar ni bajar el mentón. Está atento, tampoco es tan idiota como uno podría creer.
—Parece que estás tan expuesta y acostumbrada a las complicaciones que piensas que todo es un potencial problema listo para estudiar y poner en duda. —Hay confianza en su voz.
No solo la tiene respecto a él, sino también en lo que respecta a mí. Eso me incomoda.
—Hay gato encerrado porque no hay hombre, mujer o niño, que pague por algo y no se queje o, en casos extremos, amenace con volar toda la mierda del Globo si terminan negándole lo que quería. Así funciona el mundo.
Mis botas hacen crepitar las tablas de madera mientras sigo rodeándolo. No veo armas de fuego en su cinturón y tampoco una navaja o algo por el estilo. Siempre está la posibilidad de que tenga algo escondido, pero a simple vista no oculta nada. Hay algo en el bolsillo trasero de su pantalón, pero parece un papel doblado. Si no es un potencial objeto causante de muerte no le presto mucha atención.