«No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando.» -Terry Pratchett.
• Histora ganadora de los premios WATTY 2019 en la categoría de misterio & suspenso.
• Primer libro de la trio...
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Mercy
—Quédate donde pueda salvarte el trasero —advierto a Karsten.
Su plan es sólido y el único que tenemos, pero no estoy de acuerdo con la idea de él metido en combate. Dejó bastante claro que no tiene intención de lastimar a nadie, ni siquiera cuando le están dando una paliza o lo tienen arrinconado entre su último suspiro y la muerte.
Nos retrasa, porque al final hay que salvarlo, pero teniendo en cuenta que nos salvó a todos matando accidentalmente a Edipo, se lo debemos. El problema es que me está empezando a preocupar la cantidad de golpes que recibe. Es nuestro boleto para llegar a Enora y sacarla de donde sea que Henning la tiene, así que no puedo permitir que le ocurra nada.
—¿Ustedes son novios o algo así? —inquiere Escaballán mientras avanzamos por el vagón, apartando con su bota el brazo inerte de alguien, con disgusto.
Ya hemos pasado tres con nada más que tripas en el suelo y ojos vacíos de gente inocente que se encontraba en el lugar y momento equivocado.
—¿Por qué no te metes en tus asuntos? —espeto cuando veo que Karsten abre la boca para responder—. Y no, no lo somos, ¿me veo como alguien que tiene tiempo o interés en trivialidades amorosas? —continúo—. Pensé que me conocías mejor, Pablo.
—Tú necesitas desestresarte un poco, cariño —aconseja apuntando con su pistola a la puerta que conecta con el siguiente tramo del tren—. El pelirrojo podría ayudarte. No sería la primera vez que usas a alguien como mero objeto de placer.
—¿Ustedes dos...? —empieza el chico a nuestras espaldas, y lo oído tragar incómodo.
No contesto.
Una sonrisa se desliza en el rostro de Escaballán cuando me mira de reojo, y luego pasa a echarle una mirada sobre su hombre y guiñárselo a él.
Dos pisadas se oyen desde arriba y nos tensamos. Karsten dijo que debíamos dividirnos: un grupo por dentro y otro por fuera del tren, para tener más ojos, oídos y el factor sorpresa. El techo destartalado se abolla un poco cuando Nisha pisa sobre nuestras cabezas, enviándonos una señal. Tiene a Myko y a los hombres de Pablo chequeando los vagones siguientes por sonidos y preparándolos para ser usados de refuerzo cuando entremos en ellos.
—Lo dije en serio —susurro con una mano en la puerta, girándome para fijar mis ojos en los del pelirrojo—. Quédate cerca.
Estas, al ser donde viajaban los pasajes legítimos, no son como las otras viejas puertas de cristal. Son más seguras, de metal y con solo una ventanilla que nos permite espiar y anticiparnos a quién podría ser nuestro próximo contrincante.
Un grupo está revisando si hay supervivientes. Veo a una mujer rubia retorcerse en el piso por ayuda, pero deja de hacerlo cuando un sujeto deja caer una barra de metal sobre su cabeza con la fuerza suficiente como para aplastar el cráneo, cruda y rápidamente. Sin piedad. Sudor me recorre la espalda y me agacho para ver a Pablo y a Karsten imitarme en un acto reflejo.