-Sonríe LXVI-

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8 de agosto...

JungKook había dejado esa mañana a Jin durmiendo tranquilo en el cuarto, con una nota al lado de que volvería en unas horas a casa. Le hubiera gustado quedarse con él más tiempo, mimarlo cuando despertara y molestarlo un rato. Pero necesitaba ir a ver la casa que había mandado a construir en Daegu, esa que había planificado con cuidado. Aunque su pareja había dicho que debía ser construida en Seúl, él sabía que quería quedarse en Daegu así que la mandó a construir en un terreno que había comprado hacía poco.

Su pareja lo consentía y él quería consentirlo también.

Al llegar habló con Park, el encargado de llevar a cabo toda su obra. Le contaba sobre unos pequeños problemas que se habían presentado y que habían retrasado algunas cosas (pequeñeces) pero que la casa estaría terminada para finales de septiembre tal y como él quería. Bien, hacer una casa en un par de meses no era para nada barato, JungKook tuvo que invertir demasiado dinero en eso, pero por Seok Jin haría cualquier cosa. Además no era como si fuera a quedarse pobre por unos cuantos pesos gastados.

Todo iba tal cual lo había imaginado, nada estaba fuera de lugar y eso era bueno. Incluso había planeado la posición de los muebles (algo que habló con Jin) pero eso sería después. Cuando la casa estuviera completamente terminada en ese lindo y tranquilo barrio de Daegu.

Su madre lo había llamado el día anterior para saber qué tal estaban pasando su luna de miel ahí. Le contó todo, incluyendo el tratamiento. También preguntó por ellos, por Aoi, Joseph, Elizabeth y Sook. Todos estaban bien esperando por ellos, aunque sabían que, de volver, solamente volvería JungKook.

Él odiaba pensar en eso, pero esos últimos días parecía no poder pensar en otra cosa. Su mente era una jodida mierda que le jugaba en contra incluso en los buenos momentos. Odiaba que Jin lo notara y lo mimara para calmarlo. Lo estaba volviendo más dependiente de él y eso era malo, ser dependiente de alguien era malo. Cuando esa persona faltaba era casi imposible continuar. Cuando Jin ya no estuviera y él recordara los malos tiempos no estarían los brazos que lo sostendrían ni la dulce voz que le susurraría. No habría más que silencio y soledad, una asfixiante soledad aplastante. Y oscuridad, oscuridad envolvente y atrapante que no lo dejaría ir.

JungKook sacudió suavemente su cabeza. Tenía que confiar en el deseo a las grullas.

~Sonríe~

Jin terminó su desayuno y salió a tomar un taxi. Había leído la nota de JungKook y pensó que era bueno. No le había dicho que ese día tenía cita con el médico, sabía que eso traía malos sentimientos y quería evitárselos en esa luna de miel. Por eso le pareció bueno no decir nada e inventar una excusa, aunque no fue necesario.

Al llegar al hospital se sentó en una de las sillas de la sala de espera. Su médico de casi toda su vida era el único que podía decirle cuánto más le quedaba exactamente o si había alguna posibilidad de sobrevivir. No es que desconfiara del diagnóstico de su médico en Seúl, sino que no era la misma confianza con el de Daegu. Complicado quizás, pero era lo que le pasaba.

Dos mujeres fueron antes que él, quien se distrajo hablando con YoonGi enterándose de los problemas que tenía. Sus padres habían regresado buscándolo y habían amenazado a JiMin. Aunque se hizo cargo de que no volvieran a molestarlos nunca más, saber los negocios sucios de los Min había sido útil por primera vez.

El doctor lo sacó de su conversación con su mejor amigo para que entrara a la consulta. Esperaba buenas noticias.

~Sonríe~

24 de agosto...

Habían pasado unos dieciséis días. JungKook seguía con el tratamiento en Daegu y Seok Jin continuaba apoyándolo para que no se desalentara y decidiera dejarlo todo.

Sonríe [KookJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora