~POV AnaísHorror. Inconscientemente solté un pequeño grito que pensé que fue imperceptible pero pude ver cómo Dante, Byron y otro hombre que había allí giraron la cabeza hacia mí dirección. Salí corriendo hacia mi habitación y la bloqueé con una silla. ¿Que acababa de pasar en ese sitio? De repente unos pasos apresurados subieron las escaleras y se pararon en frente de mi puerta.
- Anaís, abre la puerta ahora mismo. Es una orden. - Gritó Dante a través de la puerta. Un golpe seco de lo que imagino que era su puño, chocó con la puerta de madera haciendo un gran ruido, lo que realmente me asustó. - ¡Ya!
Yo no respondí nada. Un silencio de pocos segundos se rompió junto con la puerta que nos separaba, que calló delante de mi cama. Dante pasó a mí habitación con una cara muy seria. Lo miré y lo primero que vi fue su mano y rostro llenos de sangre. La sangre de aquel hombre que hacía segundos su cabeza que hallaba en las manos del chico que se acercaba a mi.
- No te acerques a mí por favor. - Le dije tapando mi cara. Tenía miedo de lo que podría pasar. Pero él hizo caso omiso de mis palabras y estaba tan cerca que su mano me tocó la mejilla.
- Eso es lo que quería que supieras. No soy un simple humano normal. Ni siquiera soy humano. Soy el anticristo, está en mi sangre ser así. - No sabía cómo tomarme las palabras que salían de su boca. Le miré a la cara un momento para ver sus ojos inyectados en sangre de los nervios. - Soy el anticristo, y nunca cambiaré. - Le miré con temor. ¿Me haría daño? Una lágrima calló a lo largo de mi mejilla topándose con su dedo que aún se encontraba en mi cara.
-¿Me temes verdad? ¡Me temes! - Se levantó y lanzó una lámpara hacia la pared. - Esperaba más de ti. - Su respiración volvió a la normalidad tras aquel momento de ira. - No pongas esa cara. No te haré daño.
Y Dante salió de mi habitación dejando todo aquel desastre tras él. Creía sus palabras. Tras lo que había visto, realmente creí haber conocido al anticristo. Sus ojos, su ira, todo desprendía terror. ¿Qué sería de mi ahora?
~POV Dante
- Byron ayuda a Merediz a limpiar el desastre de abajo. Rápido. No quiero que queden restos de nada. - Byron pudo ver lo enfadado que estaba y no dijo nada, solo obedeció. Antes que se fuera lo pensé mejor. - Byron. Antes de nada, cambia la puerta de la habitación de Anaís.
Aquella noche me sentía agotado. Todo lo que había pasado me enfadó. ¿Porque por culpa de Anaís me había puesto así? Mi ira se estaba calmando, pero tal vez ese lado no quería mostrarlo así. Aquellos ojos claros llenos de agua. Aquella estúpida lágrima que tocó mis dedos. Ni siquiera la primera vez que mate a alguien sentí pena, ¿porqué en esta ocasión si?
.................
Aquella noche maté a uno de los hombres que ayudó a Kith a escapar. Kith fue un hombre que me sirvió lealmente mucho tiempo, pero que me traicionó vilmente. Pero se las ingenió para huir, así que solo me queda matar a las personas cercanas a él y atraerlo. No le quedaba familia, y su amigo había muerto aquella noche por lo que no tardaría mucho en aparecer ante mí. Pero por culpa de esa niña, no había disfrutado del todo ese momento. Tenía remordimientos, no de haber matado a ese hombre si no de haber permitido que Anaís fuese testigo de mi venganza. ¿Cómo iba a dirigirme a ella ahora, si estaba aterrorizada?
Por el momento iba a darle tiempo. No comprendía a los humanos, pero algo que había aprendido de ellos fue un dicho. El tiempo lo cura todo.
...…........
~POV Anaís
P
asaron unos días de aquella noche de pesadilla. Desde entonces mi vida se ha vuelto una rutina. Me despierto temprano, limpio cristales, quito el polvo, preparo la comida, vuelvo a limpiar y me voy a la cama. A Dante no le había ni vuelto a ver, cosa que agradecía, no sabía cómo lidiar con aquel chico. El anticristo.
- Anaís, necesito que vayas a recoger unas rosas del jardín que hay a pocos metros del castillo. - Se acercó a mí Merediz con una cesta. - Ah, y otra cosa, ni se te ocurra intentar escapar. Los alrededores del castillo están vigilados por gente, y si por algún casual lo consiguieras, morirías en el bosque. Así que más te vale volver pronto con lo que te he pedido.
Sin decir ninguna palabra, bajé las largas escaleras del castillo y salí fuera. Hacía tiempo que no respiraba aire puro. El viento movía mi pelo y acariciaba mi cara. Era una sensación magnífica. Seguí las indicaciones que me dio Merediz y llegué a un precioso invernadero de cristal con un jardín por fuera. Entré a aquel sitio y me encontré con varios tipos de rosas, cada una con un color diferente. Todo olía a verde y a fresco, podría quedarme allí para siempre.
Saqué mis tijeras de la cesta y comencé a cortar rosas para llevármelas. Yo trataba de cortar pero los tallos eran tan fuertes que no había manera.
- Ya sé que no os queréis ir de este sitio. Yo tampoco querría, pero necesito que no me pongáis tanta resistencia. - Le decía tontamente a las flores cuando de repente sentí una sombra detrás de mí y una ráfaga de viento alejarse.
Me di la vuelta para encontrar toda mi cesta llena de rosas. Todas perfectamente colocadas y mezcladas con otras flores que armonizaban a la perfección.
Busqué por todos sitios a mi ayudante, pero él simplemente desapareció.
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Anticristo
RomanceEn un mundo lleno de brujas, fantasmas y todo tipo de criaturas imaginables vive Anaís, una chica ingenua al margen de todo ese inexistente mundo para muchos. Hasta que un día el destino hace que se tope con Dante, el mismísimo hijo del anticristo...