~POV AnaísUna vez de vuelta a mi habitación tras dejar la cesta a Merediz, me quité aquel vestido que llevaba para ponerme cómoda. Decidí darme una ducha en un pequeño baño que tenía en la habitación.
El agua recorría mi cuerpo, dándome un masaje relajante tras un día más. Salí de la ducha y coloqué una toalla alrededor de mi busto, que llegaba hasta mis rodillas. Ya una vez en la habitación me puse mi pijama y me metí en la cama.
...............
A la mañana siguiente me desperté por los rayos de sol que atravesaban mi ventana y llegaban a los pies de mi cama. Era aún muy temprano pero ya me había acostumbrado a madrugar sin que nadie me obligara. Aún así seguía dando vueltas en mi cama para quitar la pereza que aún tenía cuando me fijé en que en mi mesilla había una flor que no había visto allí hasta ahora.
Estaba segura de que esa flor no estaba allí anoche.
~POV Dante
Estos días habían sido extraños. No hice nada de lo que tenía que hacer, solo he estado jugando con flores y vigilando cada paso que daba esa niña. Estaba cansado de ser así, nunca me había comportado de esta manera y menos para nada.
- Dante, Victoria ha llegado. Está esperando abajo. ¿Quieres bajar o prefieras que suba ella? - Me informó Byron.
- Dile que venga aquí. No tengo ganas de salir. - Dicho eso Byron abandonó el despacho donde me encontraba. No tenía ganas ni de leer, no era yo.
A lo lejos se oían los tacones de la que suponía que sería Victoria. Ella es una vieja conocida con la que he tenido algún encuentro en momentos de aburrimiento, a pesar de que ninguno sienta nada por el otro. La pelirroja entró a mi despacho con un sexy vestido rojo.
- Dante, cuánto tiempo sin verte. Pensé que ya te habías olvidado de mí. - Se acercó la pelirroja a mí contoneando su cuerpo. Cuando se posicionó delante de mí trató de abrazarme, cosa que no le permití. - Vaya, veo que hay cosas que no cambian. Eso es lo que me gusta de ti. Ya sé porque he sido llamada. - Y comenzó a bajar los tirantes de aquel vestido que calló al suelo de mi despacho en cuestión de segundos.
Y en esos momentos lo único que quería era relajarme en aquel sofá que había allí y que pasase lo que tenía que pasar. Los días anteriores había estado muy estresado sin razón aparente. Pero ni de aquellos momentos de gemidos podía disfrutar plenamente porque solo había un rostro que rondaba mi cabeza.
~POV Anaís
Ya por la tarde prácticamente terminé con las tareas que tenía. Subí un momento a mi habitación y cuando salí me encontré con una joven con un vestido rojo muy provocador que marcaba todo su perfecto cuerpo. La chica salía de una habitación que sabía que era el despacho de Dante.
- Oh, una sirvienta. Tengo una orden de parte de Dante. No le molesteis ahora que está cansado. Claro, después de la tarde que ha pasado conmigo, normal. - La joven se reía con superioridad y siguió su camino hacia la puerta, obligando a toda la casa a escuchar el horrible sonido de sus altos tacones.
Una rabia me consumió. No sabía si el tema de las flores era él, pero si tras eso iba a traer aquí a una chica, era repugnante. ¿Porque me molestaba? Eso no es de mi incumbencia. Bajé enfadada las escaleras para seguir con mi trabajo.
...........
A poco menos de las 9:00 de la noche todas nos dirigimos a comer en la cocina. Dante no había bajado a comer y Byron al parecer decidió que no quería que prepararamos nada, así que hoy acabamos antes.
Nos encontrábamos comiendo cuando aquel chico que llevaba días sin ver apareció delante de nosotras. No solía pisar mucho la cocina, era más un sitio al que nunca había venido, todo lo que necesitaba se lo llevaban.
- Anaís, necesito que subas ahora. Terminarás luego. - Y sin decir nada más abandonó la cocina dejando a todas con la boca abierta. Yo solo esperaba no estar en problemas. Sin pensarlo dos veces me levanté de la mesa y le seguí desde unos pasos más atrás. Solo podía ver su espalda a través de la camisa que llevaba toda mal colocada y el pelo despeinado. Intuía lo que había hecho por la tarde y rápidamente mi sangre empezó a hervir. Llegamos a su despacho donde se paró delante de la mesa.
- ¿Quién eres tu? ¿Quién te a enviado a mi? ¿Qué clase de magia usas para estar siempre en mi cabeza? - Me preguntaba pasando la mano por su pelo. ¿Quién era yo para estar en su cabeza? ¿En la cabeza del anticristo? No sabía si eso era malo o no pero algo tiraba de mí hacia él y no podía evitar acercarme a él después de todo.
- Soy Anaís, una simple humana que ahora trabaja aquí para tí. ¿Cuál es la respuesta que esperas? - Le pregunté mirándole a los ojos. No le temía, había algo en sus ojos que era vulnerabilidad. Parecía un niño asustado.
- Espero algo más que una humana. Si no, no tengo escusa. - Alzó la voz dándose la vuelta para darme la espalda. - Prepárame un baño. Te doy permiso de entrar a mi habitación. Ve.
Y si esperar más salí al pasillo para respirar agitadamente. ¿Qué me estaba pasando? Había algo que me hacía sentir mal, o extrañamente bien.
Pasé con cuidado a su habitación. Era una enorme habitación decorada con muebles rojos y negros. La cama era enorme, con sábanas de seda roja y grandes ventanas al rededor de toda la pared. Intenté no distraerme y pasé directamente al baño donde abrí el grifo para llenar aquella larga bañera. Una vez llena cerré el grifo para que unas últimas gotas callesen y a su vez Dante se encontrase frente a mí.
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Anticristo
عاطفيةEn un mundo lleno de brujas, fantasmas y todo tipo de criaturas imaginables vive Anaís, una chica ingenua al margen de todo ese inexistente mundo para muchos. Hasta que un día el destino hace que se tope con Dante, el mismísimo hijo del anticristo...