Capítulo 12

147 11 1
                                    


~POV Dante

Aquella chica. Aquella humana. Era tan rara. Todo lo que me había obligado sentir hasta ahora nunca había pasado. Me hacía sentir bien, cada beso que le había dado era como una sobredosis de afrodisíaco que me pedía más, pero sabía que ella no era como las demás. Yo tampoco era como antes.

Pasaban los días y como si me tratase de su mayor admirador la veía todos los días en aquel invernadero cuidando de las plantas, leyendo y hasta cantando y bailando. Tenía la personalidad ingenua y alegre de una niña pero a la vez el cuerpo y el carácter de una mujer. Cada paso que daba desprendía sensualidad, que me quitaba el aire.
Aire que solo me devolvía cuando me besaba.

~POV Anaís

Aquella mañana me había levantando antes para regar todas las plantas y poder después pasar la tarde más tranquila. Era tan temprano que una leve niebla cubría toda la montaña en la que nos encontramos. El agua caía en la tierra, llegando a las raíces e hidratando las plantas. Todo era tranquilo en aquel lugar hasta que el crujido de la puerta se hizo notable. Me giré sorprendida para encontrarme con un hombre de mediana edad frente a mi.

- Hola joven. Parece que tú eres la pequeña Anaís. Un placer conocer a una amiguita de Dante, no he tenido el  gusto de conocer a ninguna hasta ahora.- Daba pasos rápidos hacia mí. Yo solo retrocedí rápidamente, sabía que aquel hombre no era nada bueno. - Vaya veo que te vas a resistir. Bueno así será más interesante. - Y de repente se abalanzó hacia mí.

Yo lancé una maceta hacia el hombre que sin problema la cogió y la tiró, rompiendo uno de los cristales del sitio. En cuestión de segundos el hombre colocó un pañuelo al rededor de mi boca y lo último que sentí fue cómo me subió a su hombro.

.............

Desperté al cabo de unos minutos me imagino, en un sitio en ruinas. Todo estaba destrozado y yo me encontraba en medio de aquel desastre atada de manos y piernas.

- Vaya, al parecer la señorita se ha despertado. No eres tan dura como pensé que sería alguien cercano a Dante. Aún que también eres hija de una bruja, no entiendo cómo estás aquí. - Aquel hombre solo soltaba tonterías por la boca. Yo solo trataba en ver dónde estaba. - No pareces creerme. Pues será mejor que se lo preguntes a Dante, al parecer confías más en el demonio que en uno de los buenos.

- Cállate. Mi madre y Dante son dos cosas que no tienen nada que ver con esto. Deja de decir locuras y dime porque estoy aquí. - Le grité ya con enfado.

- No tienes ni idea niña. Estás aquí precisamente porque pareces ser bastante cercana a Dante. Por ello te usaré para destruirlo. Cuando venga no tendrá más opción que no hacer nada, si realmente le importas, si no es así, morirás. - Decía aquel loco con cara seria.

- No tiene razón para venir. No soy lo que piensas que soy. Simplemente trabajo en su castillo como sirvienta. - Solo esperaba que no llegara. Si fuese así, uno de nosotros iba a morir. Justo cuando eso pasaba por mi mente una puerta salió volando muy cerca de nosotros y Dante apareció por el marco que quedó. El hombre se colocó al lado mío con un cuchillo en mi cuello y Dante no dió ni un paso más.

-¡Ni se te ocurra acercarte! Un paso o algún movimiento y la chica morirá desangrada y con toda la garganta al aire. Y haré que sea lento.

- Kith, bastardo, aléjate de ella ahora que te dejo opción. - Dijo Dante acercándose a nosotros con los ojos llenos de furia. Noté un dolor en el cuello que ardía. Fue un corte.

- Te lo he advertido. La próxima será la última. - Y Dante retrocedió. Nunca me imaginé que lo vería así, tan obediente. - Ahora te quedarás quieto. Si haces algún movimiento o te defiendes la chica morirá. Tenlo por seguro. Chicos. - De repente de la nada salió un gran número de hombres con palos y cargados de ira que salía por sus poros. - Adelante.

Y todos aquellos hombres se abalanzaron hacia Dante y comenzaron a golpearle. Él se mantenía quieto, pero podía notar como se contenía. La sangre no tardó en aparecer, y Dante se encontraba en el suelo, mirándome.

- ¡Defiendete! Sé que eres capaz de acabar con todos. Dante por favor. ¡Hazlo! - Nunca me imaginé que vería de aquella manera a Dante, el mismo anticristo, siendo golpeado por unos tristes humanos. Tenía miedo de lo que le pasará. Mis lágrimas se asomaron. Sufría viéndolo de aquella manera. - ¡Dante haz algo! ¡Muévete por favor!

Pero los golpes siguieron y siguieron hasta que de repente otro grupo mayor de hombres entró abatiendo a los hombre que atacaba a Dante. Todos comenzaron a correr, al igual que el hombre que me sostenía. Una vez todos desaparecieron conseguí ver un rostro familiar. Byron.

Pero en aquel momento no me importaba nada. Byron me desató y rápidamente me acerqué a Dante.

- ¡Dante! ¿Me oyes? - Le decía histérica. - Dante, levántate. ¿Cómo has podido hacer eso? - Traté de no llorar pero fallé.

- Eres tan ruidosa. Te prometí que no te harían daño y he fallado. - Intentó sentarse a duras penas. Acercó sus dedos a mi cuello pero comenzó a toser sangre. Yo asustada lo sujeté. - No es nada, me lo merezco por no cumplir mi promesa. Me curaré rápidamente en el castillo.

- Estúpido ¿Acaso quieres morir? - Y sin importar los restos de sangre que tenía en los labios, le di un beso con cuidado.

AnticristoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora