En un mundo lleno de brujas, fantasmas y todo tipo de criaturas imaginables vive Anaís, una chica ingenua al margen de todo ese inexistente mundo para muchos. Hasta que un día el destino hace que se tope con Dante, el mismísimo hijo del anticristo...
Aquel maldito demonio había hablado con Anaís. ¿Quién más podría haberle contado algo así? Byron era el único que lo sabía y jamás me traicionaría. Furioso bajé donde Kith estaba preso para encontrarme con un deshidratado hombre tirado en el suelo. Pretendía que le diese sangre. Demonios carnívoros como él se alimentaban de personas.
- Dime quién está detrás de todo y te dejaré elegir la forma que quieras para que te mate. - Agarré una antigua espada que tenía allí y apunté hacia su cabeza con ella. - ¡Dímelo!
- Parece que has tenido una discusión de pareja. Que penoso. El gran anticristo llorando por una simple humana que no puedes no proteger. Si cualquiera te viera te arrebataría el poder.
- Que lo intenten entonces. ¡Pueden venir 1000 hombres a por Anaís que los mataré a todos sin pestañear! ¡Ahora dime quién te ha mandado! - Corté una de sus manos. Sus gritos sonaban por todo el lugar y estaba seguro que arriba también. Su cara tenía una sonrisa malévola. Su otra mano también cayó al suelo.
- Prefiero morir en tus manos, que al lado de esa persona parecen las manos de un santo. - Seguía riéndose de la situación. La terminación de sus brazos sangraba abundantemente debido a la falta de manos.
- ¿Que le has dicho a Anaís? ¿Te has atrevido a tocarla? - Otro corte se deslizó por su pierna. Éste no apartaba la mirada de mí.
- ¿Eso es lo que realmente te preocupa? Solo le he contado la verdad que tú le ocultas. Quién era su madre, quién eres tú... - Intentó acercarse a mi pero debido a la falta de manos no tuvo un apoyo y cayó al suelo. Aquella escena era patética.
- ¿Quieres saber realmente quién quiere librarse de tí y de tu pequeña humana medio bruja? La respuesta esta en tu sangre. Los tuyos son quienes te quieren muerto. Tu padre fue salvado hace mucho tiempo y tu aún sigues intentadolo. Que incompetente. No quiero obedecer a alguien tan débil como tú. - Aquel moribundo escupió cerca de mi pie. Cómo castigo mi espada pasó por su cara haciendo un profundo corte.
- Byron. Preparalo para el desmembramiento. - Byron bajó a mi lado y agarró al hombre del suelo. - Quiero que mis mejores caballos lo hagan. También trae al suyo. - Ambos salieron en dirección al bosque donde se encontraban ya mis caballos y todo lo necesario. Este tipo de torturas las había descubierto hace mucho tiempo y era una forma efectiva de morir en sufrimiento, como se merecía.
Tras la horrible escena que disfruté cada segundo, el bosque quedó marcado con su sangre para siempre.
~POV Anaís
Aquella noche dormí sola en aquella enorme cama. Gritos sonaban por todo el castillo y sabía quién era el culpable. Extrañamente no sentí pena alguna por el hombre que trató de asesinarme. ¿Que clase de persona normal pensaba así?
En ese momento recordé a mis amigas, las que no pude volver a ver y que seguro que estarían preocupadas por mí. Mientras tanto yo me enamoré del anticristo. Quién iba a decirme eso a mí unos meses atrás. Mi madre una bruja y el hombre al que amaba una persona que no le importa matar a nadie que se interpusiese en su camino. De repente la puerta sonó en señal de que alguien quería entrar. Yo con mi esperanza de que fuera Dante me levanté rápidamente después de aquella larga noche en la que apenas dormí.
- Te traigo el desayuno. Me imagino que no tienes muchas ganas de salir. - Merediz estaba en la puerta con una bandeja en sus manos. Me fijé que al final acabó cortando su pelo a un estilo Bob muy corto que le favorecía mucho.
Me levanté de la cama y me acerqué a ella. Me ofreció la bandeja pero yo no la cogí.
- ¿Quieres desayunar conmigo? - Le pregunté a Merediz, que se quedó con los ojos abiertos. Ella asintió levemente y ambas bajamos a la cocina, donde a aquella hora no había nadie debido a otras tareas que había.
- No quería desayunar sola. - Le dije dando un mordisco a una tostada de pan con mermelada. Agarré la otra y se la ofrecí. Ya había pasado demasiado tiempo sola y no lo disfrutaba.
- Puedo ver qué has discutido con Dante. ¿Estás bien? - Preguntó ella agradeciendo la tostada que le ofrecí. Parecíamos dos amigas que nunca se habían odiado. Era curioso pero confortable al mismo tiempo.
- Si, solo acabo de enterarme que el hombre al que amo, a parte de ser el anticristo, mató a mi madre, la única persona que amaba en esta tierra. Ah y que soy hija de una bruja que están en confrontación con los demonios. Nada, un día normal. - Dije irónica. Intenté sonar graciosa pero la situación era real.
Merediz solo se quedó en silencio. Sabía que era imposible tratar de calmar aquella situación.
- La única cosa que sé seguro es que a Dante le importas. Nunca antes había hecho tanto por alguien, y mucho menos una humana normal. - Merediz agarró mis dos manos con las suyas. - Después de toda mi vida sirviéndole puedo ver que no todo en su corazón es maldad, y que tú has podido meterte en él. Así que no lo juzgues por algo que hizo en el pasado cuando en el presente daría su vida por ti. La vida del anticristo por una vida humana.
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