~POV AnaísInstintivamente nos separamos ante la situación. Un silencio quedó entre nosotros por lo que decidí levantarme de su cama para irme.
- Gracias. - Agarré el hunguento y salí de su habitación sin volver la vista. No por ello no pude darme cuenta de que sus ojos me seguían hasta que me perdieron de vista.
Una vez en mi habitación mi corazón bombeaba sangre velozmente. Aquellos sentimientos eran inrefrenables, no sabía si me podría controlar. Aquello estaba mal, pero a la vez, no sentía que estuviese haciendo algo malo. Tal vez su destino no es ser realmente malo. Espero que mis pensamientos no se equivoquen.
...........
A la mañana siguiente me levanté y me preparé en mi baño. Salí a desayunar algo a la cocina ya que anoche no pude cenar y mi estómago gritaba por ser alimentado. Una vez en la gran cocina me encontré con Merediz, que tenía todo el cabello cortado de mala manera. Era realmente corto por unos lados, hasta el punto de ver su cuero cabelludo, y largo por otros, de forma nada uniforme. Sabía que eso no era obra suya, con lo presumida que era ella siempre, dudo mucho que ese destrozo lo haya hecho ella.
- El señor Dante me ha dicho que te de esta nota. - Decidió decir después de varios segundos mirándome con rabia. Estiró su mano hacia mí y yo cogí un pequeño pedazo de papel doblado. Merediz desapareció de la cocina dando pasos sonoros en forma de enfado.
Querida Anaís:
Nos vemos a media mañana
en el invernadero del jardín.
Espero verte pronto.
DanteAl leer el papel me dirigí a mi habitación apresuradamente y traté de ver si podía estar más presentable. No tenía nada de ropa que hubiese elegido yo, pero por lo menos tenía más variedad de la que tenía en un principio, y me imagino que el motivo de eso es Dante. Me puse un vestido con un pequeño jersey por encima y una botas. A pesar de que parezca que vivimos en el siglo pasado en este castillo, algunas prendas que tenía no estaban mal del todo.
Salí del castillo y el sol atacó directamente a mis ojos sin piedad. Aquel sol travieso que echaba de menos en mi piel. En pocos minutos llegue a mi punto de encuentro con el dueño de la nota de papel que sostenía en mi mano. Sin pensarlo seguía agarrándola con fuerza sin razón aparente.
Lentamente empujé la puerta de cristal con fuerza, debido a su peso, y entré a aquel sitio lleno de flores que tanto me enamoro la última vez que lo vi. Caminé observando cada una de las plantas que había, disfrutando a su vez de los distintos olores que desprendían. Iba tan inmersa en disfrutar de aquel momento que no me di cuenta de que Dante estaba detrás mío.
- Parece que disfrutas. - Me dijo acercándose a mí. Soltó una risa. - Sinceramente las plantas nunca han sido de mis mayores pasiones, mueren tan rápido y son tan delicadas que no les encuentro placer, pero si tanto te gustan, ¿porque no te encargas de este sitio? Realmente iba a deshacerme de él nada más llegar aquí, pero he cambiado de parecer. - Decía arrancando uno de los pétalos de una flor cercana a mí. - ¿Estás dispuesta?
- Por supuesto. - Dije sin pensarlo dos veces. Ahora que no tenía mi sitio en el castillo, podría tenerlo aquí. Además aquí solo estaré yo, no hay nadie que me moleste mientras disfruto de lo que hago. - Estaré encantada de encargarme de este lugar Dante. Intentaré hacer lo mejor que pueda todo. - Mi cara no podía quitar aquella tonta sonrisa de mi cara. Realmente estaba agradecida.
Dante rara vez sonríe. Pues está vez fue una de esas veces. Era algo tan natural, parecía libre y buena persona. Pero no podía ser tan ingenua.
- Por cierto, ¿sabes que la he pasado a Merediz? Parece haber sufrido algún ataque o algo. Además tampoco a hablado tanto como de costumbre. ¿Sucede algo? - Le pregunté con curiosidad. No estaba preocupada por ella, si no por mí. Si algo pasaba en el castillo prefería saberlo.
- Si, he sido yo. No volveré a dejar que te toque un pelo, por ello le he cortado el suyo. Sé cómo es de superficial, y esto le dolerá más que otras cosas que puedo hacer. Además, sé que no estarías feliz si hubiera ido más allá. - Dijo sin mirarme a la cara. ¿Por mi hizo eso? - Pero la próxima vez que pase algo, no pararé hasta que esa persona desaparezca, te guste o no. - Aquel tono ya era más serio. Y le creí totalmente, yo solo esperaba que nada de eso fuese necesario.
Dante se acercó a mí, y lentamente pasó su pulgar por la pequeña herida que aún curaba. Cerré mis ojos disfrutado del momento, cuando de repente sentí unos labios en el mismo sitio donde se encontraba mi arañazo. Eran cálidos y sentía la respiración caliente en mi cara. Abrí los ojos para ya encontrarme a Dante delante de mí, mirándome a los ojos.
- ¿Me vas a permitir encargarme de que nadie te haga daño? - Preguntó con su voz sería una vez más.
No quise responder a aquella pregunta y lo único que hice fue agarrar su cara con mis manos y juntar nuestros labios para comenzar un intenso beso.
En el punto en el que me encontraba ya no diferenciaba entre lo que estaba bien y lo que estaba mal, así que me dejé llevar por mis instintos.
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Anticristo
RomanceEn un mundo lleno de brujas, fantasmas y todo tipo de criaturas imaginables vive Anaís, una chica ingenua al margen de todo ese inexistente mundo para muchos. Hasta que un día el destino hace que se tope con Dante, el mismísimo hijo del anticristo...