Capítulo 14

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~POV Anaís

Desperté por la mañana tumbada al lado de Dante en aquella enorme cama roja. Su brazo abrazaba mi cuerpo atrayéndolo hacia él.
Fuera podía oír el sonido de la lluvia. A aquella hora, el sol ya tendría que haber salido pero debido a las grandes nubes que cubrían el cielo, todo se veía gris.

Yo me encontraba tan cómoda que no quería moverme de aquella posición pero en un momento Dante se despertó. Yo sin pensarlo me levanté de golpe por si le molestaba que hubiese dormido allí.

- Tranquila, yo te he puesto a mi lado. Precisamente quería tenerte cerca, pero ya el dormir con la cabeza encima de mi pecho ha sido decisión tuya. - Dijo sentándose en la cama y mirándome con una sonrisa pícara en la cara.

- Lo siento, no quería hacerte sentir incómodo. - Me levanté de la cama y me puse de pie frente a él. Su cuerpo parecía estar en perfectas condiciones y viéndolo sin su camisa más aún. - ¿Cómo es que estás completamente sanado? Es imposible.

- Recuerda que no soy un débil humano normal con el que saldrías, soy el anticristo. Eso tiene algunas ventajas. Y veo que te has asegurado con la mirada de que esté bien. - Mi cara se puso roja. Era inevitable mirar su torso por lo que me di la vuelta.

Dante se levantó de la cama y se dirigió a un gran armario de dónde sacó ropa para cambiarse.

- Por ser tu de dejo mirar. - Decía con la intención de quitarse la ropa llena de sangre que llevaba. Tapé mis ojos con las manos y solté un grito agudo. Después de lo que pasó ayer actúa como si nada.

- ¿Estás loco? No quiero ver nada. - Mentí descaradamente.

- Mentirosa. Puedo leer tu mente. - Me dijo acercándose a mi. Sujetó mis manos para mirarme a los ojos. Unos segundos de silencio pasaron donde solo intercambiabamos miradas. Yo estaba de los nervios. ¿Realmente podía leer mi mente? De repente soltó una risa al ver mi cara de confusión.

- ¿Realmente te lo has creído? Anaís por favor, soy uno de los demonios más antiguos y poderosos pero no soy mago. - No podía creerme que se estuviera burlando de mí. Enfadada intenté irme pero Dante no me dejó. Sus labios se pegaron a los míos para que ninguna queja salieran de ellos.

- ¿Cómo quieres que yo lo sepa? Realmente no sé nada de ti. - Le dije una vez me liberó.

- Tenemos tiempo para que averigües más cosas. - Me dijo pero Byron nos interrumpió. Siempre tan oportuno.

- Dante, nuestros hombres han interceptado a Kith cerca de un claro próximo al pueblo. Creo que solo tú puedes traerlo es demasiado fuerte. - Nos comentó Byron. Al verme me sonrió.

- De acuerdo, Anaís volveré pronto. Puedes quedarte aquí en mi habitación leyendo algo. - Un beso en mi frente en forma de adiós fue lo último que me dió. Al abandonar la habitación me quede sola en aquel castillo que era frío sin compañía.

Al pasar algunos minutos sentada en uno de los sillones de Dante con uno de sus libros la puerta comenzó a darme la señal de que alguien la tocaba. Ésta se abrió al yo decir que podían pasar. Era Merediz. Ella se quedó en la puerta.

- Quería hablar contigo. ¿Podríamos ir a otro sitio? Dante no me perdonaría si entrara aquí. - Yo dejé mi libro en una pequeña mesa de madera y asentí. Cogí una pequeña manta cerca de la cama de Dante y salí con aquella joven camino al gran salón.

~POV Dante

Con una gran ira nos dirigíamos a aquel claro donde mi víctima me esperaba. A lo lejos pude ver cómo se encontraba en el suelo con varios de mis hombres encima. Llovía y el suelo estaba húmedo, al igual que todos en aquella escena.

- Estúpido. ¿Realmente pensaste que matarme así te serviría? No has aprendido nada entonces. Solo eres un demonio débil y penoso que ha matado a toda su familia. - Pisaba su cara que estaba aplastada al suelo lleno de piedras y barro formado por la lluvia. Cada vez ejercía más presión.

- Confiaba en ti y tu te aprovechaste de ello. Muere. - Sus gritos hacían eco en todo el bosque con la presión de mi pie en su cabeza.

- ¡Me mandaron hacerlo! ¡Yo no soy el que está detrás de todo esto! - Gritó por fin al filo de la muerte. - ¡Dante nunca te habría defraudado! ¡Me obligaron! - Aquellas palabras me hicieron parar.

-¿Quién te mando ir en contra mía? - Lo levanté del suelo con una sola mano. Su cuerpo estaba débil debido al daño que le ejercí. Aquel estúpido demonio no tenía mi capacidad de regeneración. Él solo se desmayó delante de mí. - Llevarlo al castillo. Encerrarlo en las viejas mazmorras.

Solté aquel cuerpo casi sin vida y junto a Byron fuimos al castillo protegiéndonos de aquella potente lluvia que se intensificó. Rayos aparecieron dando la bienvenida a la oscuridad de la noche.
Una vez dentro del castillo y ya habiendo encerrado a Kith, una bella joven vestida de blanco y con una fina tela por encima de los hombros me esperaba al terminar la escalera que me dirigía a mi habitación. Anaís me abrazó sin importarle el echo de que mi ropa estuviese completamente empapada, mojando así la suya también.

 Anaís me abrazó sin importarle el echo de que mi ropa estuviese completamente empapada, mojando así la suya también

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