Capítulo 19

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~POV Anaís

Aquella noche tras todo lo que mi cuerpo había sufrido la pasé durmiendo en los brazos del hombre que causó aquel dolor. No comprendía porque todo aquello había pasado pero sabía que tenía que ver con mi madre y mi familia.

- ¿Has dormido bien? ¿Te he incomodando? - Me preguntó Dante al notar que me había despertado. Había dormido muy bien a su lado. Yo asentí con la cabeza. Ambos nos levantamos y yo fui hacia una ventana con un banco acolchado delante. Fuera hacía sol, cosa que eché de menos los días anteriores. Dante se acercó a mi y se sentó en el banco y tiró de mi para que me sentara también.

- Me siento mucho mejor. - Levanté la camisa que Dante me había dejado anoche tras romper mi camisón y miré mis heridas. La cara de Dante parecía sorprendida. Habían desaparecido. - No lo entiendo. ¿Cómo es posible que ya no estén?

- La magia es muy caprichosa. Actúa del modo que quiere. Por eso siempre la he odiado. - Dijo Dante bajando mi camisa para tapar mi vientre. Tal vez aquello solo pasó anoche. Tal vez ya no vuelva a afectarme.

- Besame. - Tiré de Dante para acercarlo a mis labios. - Hazlo. - Él no parecía muy seguro. Alargó su mano y cogió la mía para acercarla a sus labios y posó un ligero beso sobre mi piel que una vez más comenzó a arder. - Duele.

- Olvídalo. Buscaremos la solución. - Pretendía que olvidase el echo de que no podía volver a besarlo. Que insensible.

Ambos nos vestimos y nos dirigimos a la biblioteca donde Dante poseía incontables libros del mundo de lo sobrenatural, entre ellos de brujería. Rebuscó entre ellos y llegó a uno cuya portada parecía de una piel de algún animal. Era asqueroso. Él vio mi cara de disgusto.

- Habla con tus ancestros. A mi tampoco me parece una forma muy bonita de acabar un libro de hechizos. - Sacó el libro de la estantería y lo colocó sobre su mesa apartando el papeleo que había encima. Abrió aquel libro que me dio un escalofrío. En la primera página había algo que parecía ser un índice. Dante pasó su dedo por la página y llegó a la palabra que buscaba. Amor. 

Pasaba las páginas y múltiples sentimientos me inundaron. Era una sensación conocida pero a la vez jamás lo había sentido antes.

- Aquí esta. "Hechizos Amor" - Comenzó a leer en voz alta para que le escuchara. Yo me acerqué a su lado para ver lo que decía aquel libro. No entendía nada, parecía alguna lengua muerta. Nunca había visto algo así. - Advertencia. Todo hechizo creado por una bruja debe ser destruido también por una.

Leyó acerca de varios tipos de hechizos. Como enamorar a un vampiro. Como tener un hijo medio humano medio brujo. Como comunicarse con el amor de tu otra vida. Pero nada acerca de demonios y mucho menos del anticristo o el diablo. Era un tema que parecía que no se había tratado hasta ahora.

- Parece que esto no puede darnos las respuestas que estamos buscando. - Le dije tocando su brazo. Parecía tenso. Sabía que tenía muchas cosas en la cabeza aparte de esto y no quería molestarlo.

-Y aunque las encontráramos necesitaríamos una bruja. Hace décadas que no doy con ninguna. Sus hechizos las ayudan a esconderse. - Me dijo cerrando aquel libro. Volvió a colocarlo en su sitio.

-¿Te das cuenta que hasta ahora no hay ningún caso registrado de esto? ¿Soy la primera persona tan insensata de enamorarme de algo tan oscuro y poderoso como tú? - No sabía que pensar. Dante se acercó a mí y quiso besarme pero se frenó. Odiaba esto.

Volvimos a la habitación, pero Dante salió del castillo aquella noche dejándome sola. Yo bajé en busca de Merediz para hablar con ella.

-¿Me buscabas? - La chica se acercó a mí y ambas nos sentamos en unos sillones de una pequeña sala de música. Yo asentí.

- Quería hablar con alguien y como tú has estado a mi lado en momentos complicados quería que fueras tú. - Ella sonrió. Yo le conté todo el problema mientras ella me escuchaba atentamente.

- Pero, tú eres la hija de una bruja, y por lo que he oído de las más poderosas, estoy segura que la magia te escuchará si tratas de entenderla. - Tenía razón, jamás pensé en usar la magia. No me veía capaz de algo así. - Cada bruja tiene que tener su propio grimorio. Seguro que tu madre tenía el suyo. Busca entre sus cosas, de seguro que encontraras algo interesante.

- Tienes razón pero ¿cómo salgo de aquí para llegar a mi casa? Estoy segura que Dante no me dejará salir de aquí.

- Anaís, Dante lo que quiere es estar contigo. Estoy segura que es el primero que quiere acabar con esto. - Tenía razón pero a la vez había algo que me decía que no estaría de acuerdo.

Volví a mi habitación y sorprendentemente Dante estaba allí.

- Pensé que habías salido. - Le dije acercándome a un tocador donde había puesto mis cosas. Cogí una bonita horquilla de oro que me regaló y recogí mi pelo. Él estaba sentado en la cama sin decir nada. - ¿Todo bien? 

- He oído tu conversación con Merediz. Sé que quieres arreglar esto, pero no estoy de acuerdo que empieces en el mundo de la brujería. Será demasiado peligroso para ti. Prefiero no volver a tocarte a obligarte a esto. - Me dijo. Sus codos estaban apoyados en sus piernas y miraba hacia el suelo.

- Pero eso es lo que prefieres tu. Yo quiero tomar mi decisión, y mi decisión es que quiero hacer todo lo posible para estar junto a ti. Si eso supone aprender sobre las prácticas de mi familia lo haré. Te guste o no. - Por fin me miró, pero aquella mirada no era la que quería, la mirada de apoyo que necesitaba, más bien era una preocupada y de desaprobación.

 - Por fin me miró, pero aquella mirada no era la que quería, la mirada de apoyo que necesitaba, más bien era una preocupada y de desaprobación

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