*editado*
Me desperté más temprano ese día, algo así como media hora antes de que el sonido de mi celular me avise que eran las seis de la mañana. No sentía sueño. lo cual era bastante raro si tomábamos en cuenta que la noche anterior me acosté tarde, y que solamente dormí un poco menos de cuatro horas.
Agarré el celular para mandarle un mensaje a Ámber, mi mejor amiga, y me sorprendió verla conectada. La llamé.
— ¿Hola? —me dijo con una voz chillona forzada desde la otra línea.
—Hola —contesté y me reí.
— ¿Qué haces despierto a esta hora?
—No sé. Me levanté y no me pude volver a dormir. ¿Y vos?
—Yo directamente no dormí en toda la noche. Bah, lo hice pero cada cuarenta minutos me despertaba. Tenía pesadillas raras.
— ¿Qué soñabas? —me interesé.
—Un monstruo me perseguía. Intentaba correr pero no podía. Y siempre que estaba cerca de alcanzarme, me despertaba.
—Qué extraño.
—Emoción del primer día, seguramente.
— ¿Ese monstruo era la profesora de química del año pasado, no? —bromeé— ¿Tenés miedo de volvértela a encontrar? —rió y bostezó.
—Ésa sí que era un monstruo. No, si hubiera soñado con ella me hubiese meado encima —solté una risa—. No es por nada pero, ¿intentamos volver a dormir? Aún tengo sueño y voy a quedar con tremendas ojeras en el colegio, y no vas a querer tener una compañera zombie. ¿O sí? —carcajeé.
—Intentemos.
—Te veo después. ¡Chau, tonto!
Mi intento de dormir falló.
De todas formas, y aunque sabía que estaba bastante bien con el horario, me sentía apurado. Me cambié de ropa de forma veloz, como si me corrieran. Aún no sé por qué tenía esa inquietud de que debía llegar al colegio cuanto antes.
Me senté para desayunar y me hablé intentado calmarme: "ni siquiera son las seis y cuarto. Vos entras a las siete y veinte. Tranquilízate", pero mi corazón seguía acelerado, golpeando mi pecho con bastante fuerza, desesperado.
Vi a mi madre refregarse el ojo mientras aparecía por la puerta de la cocina.
— ¿Qué haces desayunando tan temprano, Dylan? —me preguntó en el medio de un suspiro.
—No sé —le respondí después de beber del jugo exprimido la noche anterior.
—Bueno, no hagas tanto ruido que tu papá todavía está durmiendo y sabes que él no se levanta hasta las siete —asentí mientras ella ponía a calentar la taza que le dejé sobre la mesa. Me miró—. Estás raro. ¿Estás nervioso? Vos nunca estás nervioso el primer día de clases —indagó con curiosidad.
—Sí, no sé. Me siento apurado.
— ¿Ansioso?
—También.
Sacó la bebida del microondas cuando éste hizo ruido — ¿Ansioso por ver a tus amigos, o a alguien más? —habló con picardía.
—Mamá, ¿qué decís? —Rió— ¿A quién más voy a querer ver?
— ¿Ámber?
—Mamá, ella es una amiga no más. Supéralo.
—Pero sí que le tiene ganas a tu primo, eh.
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Mi mala.
Teen FictionSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...