Capítulo 7: Pez gordo.

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N/A: Las letras que están en cursiva cuando narra Martina son flashbacks/recuerdos, en ESTE CAPÍTULO.

Excepto el mensaje de Alan. Esa es una notificación.

Martina's POV.

Trabajos en grupo de matemáticas. Odio eso, en especial los de esta materia. Siento que es más fácil hacerlo individual o al menos en pareja. Si es en grupo, algo siempre va a terminar saliendo mal, y necesito buenas notas para poder salvarme en un futuro.

Mi pensamiento en esto es simple y me ha funcionado por años: encargarme de las primeras pruebas y sobre todo en los primeros dos trimestres, así en el último, junto con las últimas evaluaciones de cada uno, puedo estar más relajada de que no me voy a llevar nada a no ser que me saque un uno, lo cual no es la idea ni creo que pase si releo un poco.

Si bien estamos en abril, con todo el tema del ganado se me complicó un poco en la última evaluación de matemáticas, y eso que yo soy bastante buena en eso. Y tampoco quiero aprobar raspando, al menos quiero un ocho y eso ya es una decepción para el primer trimestre. Pero cuando me quiero esforzar, me mandan a hacer un trabajo práctico en grupo.

Qué maravilla.

¿Pueden notar el sarcasmo?

Cerré el chat con Alan y miré los asientos delante del mío. Máximo estaba sentando allí.

—A ver, Martina, tienes que pensar bien en lo que vas a hacer —dijo mi abuelo y atacó mi alfil.

Me paré de mi asiento y le agradecí su invitación para unirme a su grupo, negándome.

—Si yo muevo esta ficha —dijo apuntando su torre— es por algo. Incluso si muevo este peón —lo apuntó— es por algo. Mirá, ya tu rey no puede salir por este lado, ni por éste —señaló otro peón que me interrumpía el paso por la derecha.

Caminé por el pequeño pasillo entre las mesas que se corrían, cruzándome con Francisco en el camino. Cruzamos miradas y le sonreí.

—Si yo comí tu alfil, no fue porque tenía hambre. O pudo ser por una estrategia al intercambiar lugares o porque te estoy dejando sin defensas. Acá no es comer por comer —dijo después de quitar del tablero a la reina que yo había movido.

Seguí mi camino mientras observaba a mí alrededor. Me detuve al sentir la vibración de mi teléfono en mi bolsillo trasero. Lo saqué y revisé la notificación:

Alan: No sabía que te gustaba jugar. Creí que t...

Guardé de nuevo el celular sin contestarle y continué mi camino.

—Acuérdate, cada movimiento que se hace es por algo. Nada es aleatorio —dijo señalándome la primera pieza que movió en la partida, peón dos rey. Al moverla le había dejado el paso libre a la reina y el alfil—. Piensa en esto, ¿de qué te sirvió comerte mi caballo? ¿De qué me sirve comerme todas tus fichas si yo quiero al pez gordo?

Me acerqué al banco donde estaban sentados Ámber y Dylan.

—Por cierto, jaque mate, Martina.

Dylan's POV.

— ¿Puedo hacer grupo con ustedes? —nos preguntó una muy sonriente Martina.

Esa sonrisa era rara en ella. Sus sonrisas casi siempre estaban acompañadas de un pequeño veneno. O eran unas típicas sonrisas de perra. En cambio esa vez era más dulce, más amable.

Lo cuál era bastante extraño y me hacía preguntarme por qué ese buen humor. Por qué esa amabilidad.

¿Será porque la llevé a ver a su artista favorita?

Mi mala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora