*editado*
Martina's POV.
Dylan hablaba con Cedric. Ambos estaban serios. Parecía que el amigo lo estaba retando. Me miró.
Mis piernas volvieron a temblar. El valor del impulso de la valentía se me había esfumado cuando comencé a ir hacia él.
« ¿Qué carajo estoy haciendo?»
Y aunque me preguntaba por qué lo hacía, no podía parar de caminar.
Dylan sabía que me dirigía hacia él. La mirada de confusión y terror me lo rebeló. Bueno, al menos no era la única asustada.
Mis manos se movían a los costados de mi cuerpo. No recuerdo la última vez que me sentí así de nerviosa. Tomé una gran bocanada de aire antes de llegar a mi destino:
— ¿Podemos hablar o me vas a seguir evitando?
Su mirada le pidió ayuda a Cedric. Él no dijo nada. Volvió a mí y me asintió con la cabeza.
Dylan's POV.
Escuché sus pasos entre el eco de la música. La seguí hasta el pasillo que conectaba los baños y el resto del boliche. Vi de reojo que vaciló entre quedarse o no. Ella tampoco sabía qué iba a pasar.
Me apoyé en la pared fría. Todo ese pasillo refrescaba mi aire en comparación a la pista de baile. Mi piel se erizó. Sentía frío.
Abrió la boca para hablar pero la cerró antes. Miré hacia otro lado, sin saber qué hacer. Suspiró.
—Yo... Mierda, Dylan —su mirada quebrada se clavó en mí—, ¿por qué me haces esto?
Juntando todo mi valor, pregunté — ¿Qué es lo que hago?
—Esto. Me pones nerviosa. Me haces preguntarme cosas que no quiero, y dudar sobre pensamientos en los que antes estaba decidida —guardó silencio—. Es la primera vez que me siento segura y vulnerable al mismo tiempo con una persona. ¿Sabes cuánto significa eso para mí? —Miró al suelo— ¿Sabes cuánto significas vos para mí?
Mi corazón latía con fuerza. La respiración era extraña, como si ningún suspiro fuese suficiente.
Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla rosada. Mi pecho se apretó con fuerza mientras ella se limpiaba la gota rápidamente. Jugó con sus dedos y se mantuvo cabizbaja.
—Solía pensar que me querías. Ahora simplemente no lo sé.
—Sí, te quiero —solté.
Sus pupilas enormes brillaron al observarme. La tensión se escapó de su cuerpo por un segundo, y luego volvió.
—Si vos me querés y yo te quiero... ¿Por qué complicamos tanto las cosas?
Suspiré. Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.
—No quiero complicar las cosas —le dije.
— ¿Entonces? —Cuestionó impaciente.
—Quiero que te quieras.
Frunció el ceño, confundida. Noté su sorpresa.
—No entiendo —confesó.
—Quiero que te quieras, Martina. Y te quiero, pero no creo que un novio sea lo que necesites ahora. Estás buscando a alguien a quien querer, alguien a quien necesitar, cuando tenés que quererte a vos misma.
— ¿Qué te hizo pensar eso?
—Aún no superaste lo de Agustín. Lo sé. Quizás lo superaste a él, pero no todo lo que te hizo. Y seguramente otras personas también te lastimaron, pero nunca te dice tiempo para sanar sola. Estás buscando a otra persona que puede dañarte cuando ya estás herida desde antes.
— ¿Qué tiene que ver eso con nosotros?
—Que quiero que te quieras primero a vos misma, y después a mí o a cualquier otro novio que podes llegar a tener —nos quedamos en silencio unos segundos—. Si nosotros estamos juntos, no lo vas a hacer.
—No vamos a saber eso hasta que salgamos.
—Puede ser, pero no puedo arriesgarme a que salgas herida de vuelta.
Sus ojos se habían cristalizado. Estaba llorando enfrente de mí, de nuevo. El nudo en mi garganta me dolía y ahogaba.
—No entiendo. Me querés, ¿pero no querés estar conmigo? —le sonreí con tristeza.
—Perdón. Ahora no lo entendés, pero capaz algún día lo hagas.
En un impulso que no pude notar, Martina se abalanzó sobre mí y abrazó mi pecho. Le respondí el gesto.
—Si yo me quiero, ¿vamos a estar juntos? —preguntó.
—Si vos te querés, no vas a necesitar estar con nadie.
—Necesitar no es lo mismo que querer.
—Por eso mismo. No quiero que te hundas en un ciclo, Martina —le besé la cabeza.
Me soltó. Se limpió las lágrimas negras que tenía. Asintió, sonrió de lado y me dijo:
—Vos también quiérete.
Me depósito un cálido beso en la mejilla para luego huir hacia el baño.
Te voy a extrañar, chica de mirada intimidante.
Martina's POV.
No sé qué fue lo que me dolió más, si el rechazo de Dylan o la verdad en él.
Luego de llorar, lavé mi rostro y resto de maquillaje. Me miré en el espejo y sonreí. Esa vez fue una sonrisa de verdad.
Después de estar media hora más en la fiesta, el boliche cerró. Me despedí de mis amistades y me encaminé con Valentín hacia el auto de mamá. Me senté en el copiloto.
— ¿Cómo estuvo todo? ¿La pasaron bien? —preguntó. Asentí.
—Qué raro que nos vengas a buscar —expresé—, mañana tenés que trabajar temprano.
—Mañana es mi día de descanso, Marti —me respondió con una sonrisa. Uní las cejas.
— ¿Día de descanso? Vos nunca tenés día de descanso, mamá. Hasta los domingos que traes trabajo a casa.
—Ahora las cosas van a ser un poco más diferentes.
Sonreí. Era raro que mamá esté tan amable y tranquila. Debía disfrutarlo y aprovecharlo. Antes de que pudiera arrancar el auto, la abracé.
—Te quiero —confesé.
—Yo también te quiero, hija.
—No te olvides de quién es el hijo favorito acá, eh —se quejó Valentín desde el asiento trasero. Reí.
—Vení, grandote tonto —lo agarró mamá del cuello y lo unió al abrazo.
Solté aire. A pesar de las malas sensaciones, despedidas y llantos, aquél fue un día. Me sentía tranquila. Y esa noche, al fin y al cabo, fue de las más importantes en mi vida.
N/A: Genteeeeeeeeeeeeee, éste fue el último capítulo de la primera parte. Voy a llorar ahre.
Quizás me tome un pequeño descanso antes de seguir con la segunda parte o capaz no. Depende mi ánimo. Igual el descanso no va a pasar del mes, así que tranquilxs todxs.
También voy a estar editando algunos capítulos como el capítulo 1, el 2, el 17 y algunos más. Eso va ayudar a profundizar más a los personajes, tener más continuidad y a ayudar a la secuela (esperen, ¿dije secuela?).
Espero que hayan estado atentos a los detalles, porque se van a explicar en la segunda parte. Estoy re ansiosa.
Jajajaja, mejor me voy. Hasta la vista, mis malos y malas.
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Mi mala.
Fiksi RemajaSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...