Martina's POV.
— ¿A ti también te tocan el culo? —le pregunté a mi mejor amiga, Nicole, que estaba sentada en una silla mientras que yo acostada en mi cama.
—A ver —dijo acomodándose en su lugar—, perra o no te lo van a terminar tocando. Lo que tenés que hacer es aprender a alejarlos de ti.
—Entiendo — asentí—. Un chico se peleó con Máximo por eso —comenté recordando.
— ¿Enserio? —Dijo elevando una ceja— Supongo que ese chico es como tu amigo, ¿no?
—En realidad no. Es como el mejor amigo de Ámber.
—Uhg, está en todos lados esa —despeinó su pelirrojo cabello—. ¿Crees que ella le habrá contado lo que pasó?
—No creo, ¿por qué lo haría? No le conviene.
—Sí, tienes razón. Pero, entonces, ¿por qué se metió en la pelea? Espera, ¿él te vio besándote con el novio de Ámber?
—Sí —contesté ignorando que lo haya llamado novio.
—Hum... —apretó sus labios, pensando— ¿Dices que saltó porque no le gustaba que hagan eso, o porque no le gustaba que te lo hagan a ti?
—No tengo idea, la verdad.
—Dices que es el mejor amigo de Ámber, ¿no?
— ¿Qué tiene?
—Bueno, si ella dañó a tu hermano supongo que pueden estar a mano.
— ¿Qué estás insinuando? —me animé a preguntar.
—Supongo que tienes tu primera víctima —sonrió con complicidad.
—No lo sé, se ve como un buen chico.
—Igual que tu ex, igual que Alan, ¿quieres que siga? No es muy difícil crear una mascarita, Martina. Ahora, se supone que vos querías esto, ¿no? Tienes la oportunidad, aprovéchala. Matarás dos pájaros de un tiro.
Dudé. Todos estos meses quise hacer esto, estar del otro lado del juego, pero era extraño volverse eso que odias. No es como si fuese lo más fácil.
Pero, ¿qué más podía perder?
Ni siquiera te puedes perder a ti misma porque al parecer ya lo hiciste, ¿no, Martina?
Ámber se lo merece. Quizás Dylan no, pero solo quizás. No lo conozco lo suficiente como para decir si es esa clase de persona o no.
Y si no lo es, al menos entenderá que no debe confiar tanto.
¿Como tú lo hiciste?
—Lo haré —aseguré. Nicole sonrió orgullosa, se acercó y chocamos los cinco.
— ¿Quieres que te dé algunos concejos o ya te los sabes? —ofreció volviendo a sentarse en la silla, entusiasmada.
—Bueno, digamos que lo puse en práctica con un chico llamado Francisco. Dicen que es el más mujeriego del curso y engañó a todas sus parejas que duraron más de tres semanas.
—Buena elección —asintió con la cabeza, algo sorprendida y orgullosa de mí.
—Ya sabemos cómo es esto. A ver, sí, tengo más cosas que aprender, pero estoy bastante bien encaminada. Además, tengo a la mejor profesora —dije refiriéndome a ella y rió.
—Eso es cierto. Tienes a la mejor profesora, ¿cómo vas a ser una mala alumna? Recuerda, siempre haciéndote la difícil para que te deseen...
—Pero no tanto como para que pierdan el interés en ti por ser una vueltera —terminé su frase.
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Mi mala.
Teen FictionSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...