Capítulo 8: Papá.

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—Necesito que esa hija de puta tenga su merecido —sentencié con odio.

Cada día que pasaba estaba más segura de que necesitaba que Ámber sufriera lo mismo que yo para que me sintiera mejor. Cuando más me aferraba a esa idea, menos vulnerable me percibía. De alguna forma lograba mostrarme poderosa y sin duda en cumplir mi objetivo.

—Dios, al fin te diste cuenta —habló Nicole y se sentó en indio sobre su cama, prestándome más atención—. ¿Cómo lo vas a hacer?

—No sé. Me tengo que meter con algo que quiera mucho. Tomar sus miedos y hacerlos realidad.

— ¿Valentín?

—Sí, pero eso es otra cosa aparte. Sí o sí los tengo que separar. Por el bien de mi hermano y por herirla a ella. Pero es poco. Falta algo más.

—Si Melody te escuchara... —dijo con humor.

—Por algo no le dije que venga. Ni a Julián. Me iban a querer discutir y no tengo tiempo que perder.

—La verdad. Pero bueno, no nos desenfoquemos. Piensa, ¿cómo podemos estar más cerca de ella para dañarla?

Fruncí el ceño, reflexionando.

— ¿A qué colegio va? —cuestioné.

—No hagas idioteces, Martina —habló prediciendo mi idea.

—No es ninguna idiotez. Una vez que convenza a Valentín de cortarle a Ámber, no habrá forma de que me la vuelva a cruzar para hacerle más daño. En cambio, si estoy en su mismo colegio sí. Mira, hasta podría conocer a sus amigos.

—Si es que tiene.

—Si los tiene, seguro son iguales con ella —espeté con asco.

—Pero igual, nena. ¿Vas a dejar de venir con nosotros por esa? Es nuestro último año.

—Mejor. La veo un año y nunca más. Hago mi trabajo y desaparezco. Además ya me quería cambiar de colegio desde el año pasado. De última vente conmigo.

— ¿Y los otros dos?

—No me van a ayudar con esto y lo sabes. Hasta creo que podrían llegarme a convencer de que no lo haga —contesté sin pudor—. Y no lo puedo permitir, Nicole.

—Sí, no sé. Me parece demasiado igual —elevé una ceja.

—Vos quería que me vengue. Si lo voy a hacer, lo voy a hacer bien —me crucé de brazos, a la defensiva.

—Deberías hacer algo con Agustín también, ¿no?

— ¿Algo como qué? —pregunté cuidadosa.

—No lo sé. Él también las tiene que pagar.

Dudé —Pero si me acerco mucho a él quizás termine ilusionada yo. Y se puede cagar todo por eso. Lo tengo que pensar. En fin, ¿mañana salís con Julián, no? —cambié te tema. Asintió con una sonrisa eufórica— ¿Qué onda con él? —elevó los hombros.

—Nos llevamos bien. Me escucha. Nos entendemos. La pasamos bien juntos.

—Si sabes que siente cosas por vos, ¿no? —Volvió a asentir, mordiéndose los labios— ¿Y vos? —suspiró y comenzó a jugar con sus uñas.

—Es complicado —arrugué mi frente, molesta por su respuesta.

— ¿Por qué es complicado? Es una pregunta clara. La contestación también debería serlo.

—Los sentimientos no son fórmulas matemáticas, Martina. No sé si siento cosas por él.

— ¿Qué carajo, Nicole? ¿Quién sos? ¿Alan 2.0?

Mi mala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora