Esa semana estuve bastante apagada. En realidad toda la casa se sentía muerta. No sé qué había pasado entre mis padres pero ya tenía demasiados problemas como para preocuparme por los suyos. Aunque la tensión y angustia se sentía. Ellos comían en habitaciones separadas mientras que yo me alimentaba en distintos lugares: el patio y mi habitación. A veces hasta almorzaba afuera de mi domicilio por lo horrible que era estar ahí.
Ni siquiera tenía a Valentín que me acompañe porque estaba en el instituto de policías toda la semana. Sí, el también estudiaba eso, aunque lo hacía en capital. Estudiaba eso aunque le gusta la cocina. Sé que lo hacía para complacer a papá, pero me molesta que le importe más la aprobación de otros que su propia felicidad.
Agustín intentó llamarme tantas veces que tuve que bloquearlo. Ámber no me dijo nada. Sólo habló con mi hermano para seguir saliendo con él. Me enojó que la haya perdonado. Yo ya pasé por eso: los perdonas la primera vez porque dicen que te quieren, que fue solo un error del momento, pero en cuando te descuidas lo vuelven a hacer. Y no quiero que a él le pase lo mismo que me pasó a mí.
Porque sí, porque Agustín me había engañado dos veces –o al menos eso sé- y lo había perdonado la primera vez. Por eso temía por mi hermano y su piedad a Ámber.
Casi no hablamos con Valentín sobre el tema. Lloramos un poco abrazados y deseé que hubiese sido sólo yo la que sufría. Que me hubiesen engañado sólo a mí. Pero no fue así.
No les había contado a mi grupo de amigos lo sucedido pero di indirectas sobre ello. Supongo que ya sabrán lo que pasó porque al ser Julián cercano a mi ex novio, se lo habrá comentado. Aunque esa tarde sí tenía planeado charlar con ellos.
Estábamos reunidos en mi habitación. Melody, Nicole, Julián y yo. La casa estaba vacía. Mi padre había salido con unos amigos y mamá se fue a visitar a la tía Esmeralda. No sabía qué pasaría ahí. Y Valentín estaba en el colegio, así que estábamos completamente solos.
—Bueno, ¿vas a hablar de lo que te está pasando o vas a seguir ignorando el tema? —me preguntó la pelirroja.
—Supongo que ya se enteraron de lo que pasó —elevé mis hombros, desganada.
—Todo el colegio lo sabe, Martina —habló Melody—. Es una hija de puta. ¿Con qué necesidad?
—Vos decime cuándo y vamos todos a la casa para prenderla fuego —bromeó Julián intentando animarme.
—O si no tengo unos buenos rumores de ella. Decime cuándo y la hacemos mierda —apoyó Nicole. Negué con la cabeza.
—Eso no va a cambiar nada, chicos. Ya está. No quiero saber nada de ella —sentencié.
—No se te ocurra perdonarla, eh —advirtió Melody—. Mira que vos sos capaz.
—Ni siquiera me pidió perdón.
— ¡Pero qué perra! —Se paró enojada la pelirroja— ¡Es una descarada de mierda! Bueno, al menos ahora tengo el paso libre con tu hermano —jugó y reí sin gracia.
—El idiota la perdonó.
— ¡Ah, bueh! ¿Quién es más imbécil entonces? ¿Ella por engañarlo o él por perdonarla? —elevé mis hombros. Se sentó en mi cama— Mira, ahora lo que tenés que hacer es ponerte bien perra así le demuestras a ese infeliz que se perdió a tremendo bombonazo por comerse a esa verdura horrenda —solté una risa—. Vas y te vas a comer a quien se te dé la gana en su puta cara para que se muera de ganas de tenerte.
—A ver, Martina —habló Melody—, tampoco tenés que ser igual que Ámber. Sí, tenés que hacerte valer y todo, pero no tomando venganza como esta idiota dice —señaló a Nicole, que elevó una ceja algo ofendida por su comentario—. Supéralo pero hazlo bien, no vengándote porque no vas a conseguir nada.
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Mi mala.
Fiksi RemajaSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...