Capítulo 8: Piel erizada.

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Martina's POV.

Entré en el bar y divisé al castaño sentado en una mesa. Me dirigí hacia a él y en vez de sentarme en el sillón de enfrente, me puse a su lado.

—Alan —lo saludé con beso en la mejilla.

—Martina, tanto tiempo —me sonrió—. ¿Querés algo?

—Un cappuccino, podría ser —contesté y llamó al mesero. Luego de eso continuamos hablando.

—Debes considerarte importante, la verdad. Nunca me había levantado temprano por una chica —alardeó.

—Es la nueve de la mañana, tampoco es tanto —dije con fingida diversión.

—Bueno, pero ya me conoces.

Y las cosas se pusieron interesantes antes de que mi cappuccino llegara.

—...Y lo besé, pero no sabía que tenía novia —mentí contando la anécdota.

—Recuerdo que tus besos son buenos, aunque no los recuerdo con exactitud... ¿Te gustaría refrescarme la memoria? —dijo tocándome la pierna derecha.

— ¿Cómo no puedes recordar algo tan bueno? —continué con su juego.

—Quizás eran buenos pero no lo suficiente como para recordarlo. ¿Mejoraste? ¿Te gustaría mostrarme? —Miré de reojo a la camarera y él se dio cuenta de eso—Si querés podemos ir a un lugar más privado, mi casa no está muy lejos.

— ¡Ay! —sobresalté actuando sorpresa, tocándome la frente.

— ¿Qué pasó? —dijo confundido, retirando su mano de mi muslo.

— ¡Me acordé que mi vieja trabaja temprano hoy! ¡Se van a dar cuenta que no estoy! —Me paré de mi asiento— Perdón, Alan, lo dejamos para otro día, ¿sí?

Lo saludé rápido y al salir del lugar, entré en el vehículo en el que estaba mi hermano esperándome.

— ¿Ya saludaste a tu amigo? —preguntó con la mirada en su teléfono.

Bueno, le mentí un poco. Le dije que ese "amigo" no lo veía hace mucho tiempo porque se había mudado en la otra punta de la provincia de Buenos Aires y que era una buena oportunidad para verlo ya que pronto se iba a volver a ir.

—Sí —le contesté poniéndome el cinturón.

— ¿Por qué tardaron tan poco?

—Porque me avisó que se iba a quedar una semana más, así que podíamos vernos después —mentí y sentí mi garganta seca. Tendría que haber esperado a ese cappuccino. Carraspeé—. Además, no quiero llegar tarde a la coloña.

La coloña, para los que no sepan, es un grupo donde jóvenes y algunos coordinadores que van con una organización como una iglesia, escuela, etcétera, para ir a la pileta y pasar un buen rato.

¿Crees que estará Agustín?

Agustín es mi ex, no el cuco. Y si está le voy a dejar bien en claro que ya no soy la de antes, que ahora consigo todo lo que quiero y a quien quiero. Se va a querer matar.

Ah, por cierto, lo de mamá también era mentira. Ella estudia, no trabaja, y sabía que había salido con Valentín.

Mi hermano arrancó el auto y nos dirigimos a la estación.

La nostalgia me invadió y, aunque quería llamar la atención, me senté en el último asiento y me enfoqué en mi celular hasta que el resto de la gente entrara y se acomodara. Odio tantas personas juntas en un mismo lugar yendo de un lugar a otro. Sabía que si prestaba atención terminaría irritándome y esa no era forma de conquistar a mis presas.

Mi mala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora