Capítulo 3: Asustada.

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Cuando les conté a mis amistades lo sucedido con Alan, me festejaron y bromearon con eso durante una semana. De alguna manera me sentía orgullosa de haber conseguido al hombre que quería.

Por otro lado, aunque intentaba concentrarme en el nuevo chico, Agustín seguía atormentándome en mis sueños, literalmente. La escena sobre el beso entre él y Ámber se repetía una y otra vez en mi mente. De alguna manera, siempre volvía esa imagen a mí.

En algunas ocasiones solamente se repetía el recuerdo nítido. En otras, del suelo del patio comenzaba a brotar una buena cantidad de agua mientras sollozaba. Así, luego de corto un tiempo, me quedaba sin aire. En ese momento me despertaba, siempre transpirando.

Deseaba con desesperación enfrentar a mi ex mejor amiga. Gritarle todo lo que tenía guardado, hacerla sentir culpable, echarle todo en cara. Pero no podía. Ella nunca volvió a hablarme ni pedirme perdón. Nunca lo intentó. Y se me hacía ridículo y de mal gusto que la vaya a buscar sólo para insultarla. Sería caer bajo, y era lo menos que necesitaba entonces.

Hablé por unas tres semanas mediante mensajes y llamadas con Alan, y ese día lo volvería a ver en un partido de vóley que tendría Nicole. Fue también Sebastián. Luego de eso, todos marcharíamos a la casa de mi pelirroja amiga.

Me estaban esperando en las gradas cuando llegué. El partido no había iniciado pero llegaba tarde. La impuntualidad nunca fue una característica mía hasta entonces.

Tomé aire y luego de ajustarme la coleta, caminé hacia los muchachos que hablaban con Nicole. A unos metros, Melany y Julián observaban la situación con desaprobación. No comprendía por qué.

—Tarde —me retó la pelirroja a penas me vio.

—Sí, perdón —dije cuando la saludé con un beso en la mejilla. Miré a los otros dos—. Hola.

—Hola —dijeron al unísono con una sonrisa cómplice entre ellos.

Repetí el saludo con ambos. Al llegar a Alan, éste me susurró:

— ¿Después de lo que pasó, me saludas con un beso en el cachete?

— ¿Cómo querés que lo haga, si no? —contraataqué.

—En la casa de Nicole te digo —sentenció sin pudor.

Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro mientras el calor se esparcía allí. La entrenadora llamó a mi amiga para que se reúna con el equipo cuando me acercaba a Melany y Julián.

— ¿Qué onda? —les dije animada.

—Martina, dile a Julián que deje de mirar así a Sebastián —pidió la morocha—. Se le va a quedar dura la ceja de tanto que la frunce —reí un poco.

—Hey, despierta —golpeé con suavidad a mi amigo que acosaba con los ojos al otro.

— ¿Qué? —Reclamó molesto— Estoy bien.

—Bien atontado. ¿Estás celoso?

—Déjate de joder, Martina.

—Uy, qué humor tenemos hoy.

— ¡Martina! —Me llamó Alan desde su lugar— ¿Vas a venir?

Miré a mis amistades para intentar buscar un signo de aprobación que no encontré:

— ¿Vas a ir enserio? —Elevó las cejas Melany disgustada— Dale, ¿me vas a dejar sola soportando a este energúmeno?

—Qué exagerada que sos —resté importancia—. Háganme la segunda.

Mi mala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora